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Los interrogantes del caso carlos Fernández

Los interrogantes del caso carlos Fernández

La localización del exconcejal en Argentina 11 años después de que se desatara la ‘operación Malaya’ ha dejado más preguntas que respuestas

Juan Cano

Málaga

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Miércoles, 20 de septiembre 2017, 01:13

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La localización de Carlos Fernández en Argentina, 11 años después de la ‘operación Malaya’, ha dejado más preguntas que respuestas. La primera, la de su propia detención. ¿Fue capturado en una operación policial, como sostienen las autoridades del país sudamericano, o fue él quien se entregó, tal y como anunció su hermano, al considerar que sus causas ya han prescrito? Una pista. Su mujer, la exmodelo y periodista argentina Carla Coppari, declaró a un periódico local que lo arrestaron de noche, no de madrugada (el parte policial refleja las 2.05), cuando sus hijos dormían. Su abogado, curiosamente, estaba en el domicilio en ese momento. Ella alegó que fue «casualidad».

¿Cómo escapó a la redada de la policía?

Para explicar la huida de Fernández, hay que remontarse a la mañana del 27 de junio de 2006, cuando el juez Miguel Ángel Torres desató la segunda fase de la operación contra la trama de corrupción marbellí. Los agentes del Grupo III de Blanqueo de la Policía Nacional se presentaron en la puerta de su domicilio, pero no estaba allí. El inspector al mando de la operación policial lo llamó por teléfono y el exconcejal lo atendió. Estaba haciendo el Camino de Santiago. Pidió al policía que le diera algo de tiempo para terminar la etapa y desplazarse hasta la comisaría de León. Iba a colaborar y a contarlo todo.

El peregrino Fernández aprovechó esas primeras horas para trazar su plan de fuga. Los policías habían desplegado una redada en Málaga y en otras provincias que acabó con 30 detenidos, entre ellos 13 exconcejales. Cuando los agentes repararon en que no tenían noticias de León, el exedil del GIL y el PA ya había puesto pies en polvorosa. Viajó hasta Lisboa y desde ahí voló al extranjero usando su documentación, ya que aún no había una requisitoria contra él.

¿Cuándo se dictó la orden de búsqueda?

El juez Torres dictó la primera orden de busca y captura sobre Carlos Fernández el 30 de junio. Los agentes del Grupo III de Blanqueo buscaron activamente a Fernández durante las primeras semanas, en las que mantuvieron bajo vigilancia el domicilio de sus padres, pero después se volcaron en la investigación de Malaya. De hecho, ya habían encontrado la piedra angular sobre la que se sustenta el caso: el archivo Maras, la caja B de los sobornos, que hallaron por casualidad en el maletín del contable de Roca. Para los policías, que acababan de encontrar una mina para destapar la corrupción en Marbella, Fernández adquirió un papel secundario. Cuatro meses después, concretamente el 20 de octubre de 2006, el magistrado dictó una orden de busca y captura internacional.

¿Cómo se organizó la búsqueda internacional?

El mandato del juez se canalizó a través de dos vías: la oficina Sirene, que coordina las búsquedas a nivel Europeo, e Interpol, para el ámbito internacional. Entre tanto, la policía española trataba de ubicar el paradero de Fernández. Las primeras informaciones lo situaron en Marruecos; después en Argentina. Pero nunca con la «suficiente certeza» como para pedir una comisión rogatoria y desplazar a los agentes a una región de un país concreto. A partir de ahí, depende de la intensidad con la que cada Estado busque al fugitivo o el interés que despierte para él. «La cooperación internacional dista años luz cuando sales de la Unión Europea, queda a expensas de acuerdos bilaterales; tienes que contar con la anuencia de la policía de esos países», explica un agente con una dilata experiencia en la localización de fugitivos.

Las órdenes se difunden a través de Interpol con una nota roja cuando se solicita la detención, con una amarilla cuando es una alerta y las de información, con el color verde. «La prioridad la decide la policía del país que la recibe», aclara el policía. «Para cada Estado, su fugitivo es el más importante. Evidentemente, nos volcamos en los casos de terrorismo, los crímenes y los delitos sexuales o de trata de seres humanos. No vas a dedicar tus esfuerzos a un prófugo con una orden de arresto por conducir ebrio o por traficar con unos gramos de cocaína». La nota roja de detención de Fernández se difundió por supuestos delitos relacionados con la corrupción. «El cohecho y los delitos económicos en general son farragosos, porque cada país los interpreta a su manera; imagino que para Argentina habrá sido la última de sus preocupaciones», opina. Un agente que participó en la búsqueda de Fernández añade: «La gente piensa que esto es como en las películas. No es tan fácil. Si se producen disfunciones a nivel internacional en casos de terrorismo, imagina en algo así».

Eludió las órdenes de busca y captura que había contra él y logró pasar inadvertido en Argentina, donde formó una familia y montó su propia empresa

¿Por qué no se le pinchó el teléfono a sus padres?

«No es tan sencillo», responde uno de los policías que trató de localizarlo, quien añade: «Ningún juez te va a dar una orden para intervenir el teléfono a la madre de Carlos Fernández, porque lesionaría sus derechos». Argumenta que no había ninguna prueba que indicara que la familia ayudó al exedil en su huida. «No revelar dónde está no es delito, porque no están obligados a denunciarlo. Quedan exonerados del delito de encubrimiento por el artículo 454 del Código Penal», detalla una fuente judicial del caso.

¿Por qué no se investigaron los viajes de la familia?

«Mis suegros y mi cuñado viajaron, y lo hacían frecuentemente». La afirmación la hizo anteayer la esposa de Carlos Fernández, dejando en evidencia los fallos del sistema que han permitido que el exedil haya eludido la Justicia durante 11 años. Según Carla Coppari, fue la madre del fugitivo la que les llevó su partida de nacimiento desde España para que pudieran casarse. La policía supo de alguno de estos viajes de la familia, «pero es fácil perder el rastro cuando salen del país si, al coger un vuelo internacional, utilizan una o dos escalas», apostilla un policía.

¿Cómo pudo llevar una vida normal durante 11 años siendo fugitivo?

Durante su estancia en Argentina, Carlos Fernández se movió por varias provincias y fijó su residencia en la de San Juan, donde conoció a su pareja, se casó y tuvo dos niños. Regentó durante años una empresa de ‘coaching’ empresarial, asesoró a un alcalde y participó (sin mostrar su rostro) en programas de televisión y radio. Su mujer asegura que no se sometió a operaciones de cirugía estética, como publicó la prensa argentina. La pregunta más difícil de responder es: ¿cómo pudo pasar inadvertido? Los policías que lo buscaron lo tienen claro: «Con dinero. Fernández no ofrecía el perfil de un delincuente, es un hombre con facilidad de palabra y pudo asentarse en el país como un empresario español sin despertar sospechas. En la Costa del Sol ocurre lo mismo con los delincuentes extranjeros que buscan aquí un plácido retiro; si no delinquen o no te llega una alerta de su país, sólo te queda localizarlos en un control de carretera». Siguiendo esta teoría, «si además tienes recursos económicos y algún padrino que te ayude a nivel local, puedes introducirte en la infraestructura del país e incluso gozar de protección. Y ni siquiera eso. Basta con que hagan la vista gorda».

¿Ha gozado de protección por ser un confidente en Malaya?

La fuga de Carlos Fernández y su localización 11 años después, con los delitos y penas pendientes en el alero de la prescripción, ha acentuado el rumor que lo sitúa como confidente de las autoridades españolas, que según ese guión lo habrían protegido en su huida. Algunos de los condenados en Malaya han llegado incluso a afirmarlo públicamente. Sin embargo, tanto los jueces y fiscales que trabajaron en Malaya como los policías que investigaron el caso lo niegan tajantemente, y el sumario tampoco contiene ninguna evidencia de ello. «Carlos Fernández no tenía nada que ofrecer, era un personaje completamente secundario y el caso se sustenta en otras pruebas. Ningún policía actúa de ese modo, y menos sin el amparo judicial, porque cometería un delito», sostiene uno de los investigadores. El único interrogante es si pudo colaborar a otro nivel.

¿Podrá ser juzgado?

La última de las cuestiones que faltan por resolver es si podrá ser juzgado o cumplir las penas pendientes en España. Su defensa, que ejerce su hermano, pidió al juez que le informara sobre las prescripciones de las causas, pero se le denegó al considerar que no estaba legitimada su personación. Curiosamente, solo unos días después de que la Audiencia resolviera rechazando el recurso de queja de su abogado, Fernández fue localizado.

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