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300

He disfrutado de esta magnífica oportunidad que se me ha ofrecido, centrándome en nuestra ciudad y en sus vicisitudes y tratando de no ofender a nadie

NIELSON SÁNCHEZ-STEWART

Miércoles, 27 de diciembre 2017, 00:14

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ESTAcifra se ha hecho sinónima de la película de hace pocos años que rememoraba la gesta historiada por Temístocles, creo, que en un estrecho paso, cuatro gatos derrotaron a un ejército que venia del este al oeste con el propósito de establecerse allí o de hacer alguna maldad semejante. Leónidas se llamaba el prócer que los comandaba y las Termópilas, el sitio. Un nombre muy apropiado para un perro que alegró mi infancia. Por casualidad el número fue el mismo de unos héroes que pocos recuerdan que dos mil años después, o casi, volvieron a detener a otros orientales que pretendían pasar a nuestra Europa desde la antigua Buda, y, esta vez, no eran griegos sino españoles y, por eso, la cosa pasó sin pena ni gloria. Trescientos, número par y no primo, ha vuelto a figurar en Pineda de Mar, en otra epopeya, también representa el número de partidos que un famoso y discreto futbolista ha intervenido en los partidos que ha ganado su equipo, de los 442 en que ha participado, el número de piedras solares que se han encontrado en una remota isla de Suecia, de procedencia desconocida, el nombre de un conjunto musical que no se compone sino de la centésima parte de su nombre pero al que se le perdona porque ya se sabe que los andaluces somos algo exagerados en nuestra expresiones y el tipo por el que se conoce a varios coches.

A diferencia de otros años, 1717, trescientos años atrás, pasó sin pena ni gloria. Evidentemente, sucedieron algunas cosas, pero nada que cambiase la historia. Se firmó un tratado contra España, como siempre, se fundó una logia masónica, unas cuantas ciudades, entre ellas Quillota, de difícil ubicación geográfica para el que no es de allí, se produjo un terremoto por Guatemala, un tsunami en el Mar del Norte y alguna cosa más. Nacieron unos pocos: Garrick, aquel cómico que no se consolaba, d'Alambert que memorizábamos en la escuela con Diderot, extraña pareja de enciclopedistas, y algún otro pero nadie, que yo recuerde, que haya cambiado el curso del devenir de la civilización. También se murieron unos cuantos personajes pero ninguno que supusiese un alto en el transcurso del tiempo. Un año algo anodino que no permite extenderse demasiado.

300, sin embargo, es un número redondo. Por lo menos es lo que postulaba mi amigo Julio, algo desaparecido en los últimos tiempos, que me impulsó a escribir un libro sobre las cosas que no enseñaron en la facultad de derecho pero que resultaban esenciales para triunfar en la profesión de abogado. He avanzado mucho en la recopilación de estos consejos pero me he quedado a medio camino porque la idea es suya y hasta que no aparezca mi socio no me parece que debo salir a la palestra.

Lo que sí rememoro es el número de artículos que este periódico me ha permitido publicar y que, debido a mi amor a la aritmética, vengo individualizando miércoles a miércoles. Casi seis años, cada uno con sus cincuenta y dos semanas, es el período de tiempo que se me ha permitido expresar ideas y opiniones sobre temas variados, sin la más mínima censura. He disfrutado de esta magnífica oportunidad que se me ha ofrecido, centrándome en nuestra ciudad y en sus vicisitudes y tratando de no ofender a nadie, lo que a veces ha resultado difícil porque hay algunos que se lo merecen. El escribir unas líneas, medidas por razón del espacio del que dispongo con regularidad hebdomadaria da otra perspectiva al diario vivir e impone una disciplina que resulta muy gratificante. No pensaba que sería capaz de mantener esta fantástica rutina a la que me sentía tan alejado al no pertenecer al círculo del periodismo cuyo nombre proviene justamente de periodo, el espacio de tiempo que incluye toda la duración de algo y que se puede escribir correctamente con tilde y sin ella con dos pronunciaciones diferentes, igualmente perfectas. Periodista es la persona legalmente autorizada para ejercer el periodismo y la persona profesionalmente dedicada en un periódico o en un medio audiovisual a tareas literarias o gráficas de información o de creación de opinión. Periódico es la captación y tratamiento, escrito, oral, visual o gráfico, de la información en cualquiera de sus formas y variedades y, dicho de un impreso, que se publica con determinados intervalos de tiempo.

Como se ve, soy un intruso, lo confieso, pero ¡qué gozada!

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