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El hotel elegido por la primera dama estadounidense es uno de los más exclusivos de España. ::
De la Casa Blanca a Marbella

De la Casa Blanca a Marbella

Cinco años después de que Michelle Obama pasara cuatro días de vacaciones en el hotel Villa Padierna, el primer seis estrellas de Andalucía, la provincia sigue sacando rédito de una visita que destapó nuestro lado más berlanguiano

Alberto Gómez

Sábado, 1 de agosto 2015, 23:59

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Olvidamos, fingimos olvidar, que era verano, que el calor pegaba las ropas a los cuerpos como una segunda piel y que medio país estaba de vacaciones. Y lo olvidamos para abrir los brazos como anfitriones perfectos, con el confeti preparado y nuestra sonrisa más ancha, en una adaptación moderna e interracial de Bienvenido, Mister Marshall: «Americanos,vienen a España guapos y sanos. / Viva el tronío de ese gran pueblo con poderío». Los Obama estaban a punto de aterrizar en Marbella y nosotros con estas pintas. España no perdona un mes de agosto así se caiga el mundo, pero quién puede negarse a un brote verde en forma de visita presidencial. Hasta colgamos una valla en medio de la carretera, «Welcome Obama Family: thank you for choosing Marbella», sencilla pero directa, que ordenaron retirar sin explicación alguna.

Aquel avión que tomó tierra a las diez y media de la mañana en el aeropuerto de Málaga no sólo traía a la mujer y a la hija del presidente de Estados Unidos, no, y no nos referimos a la comitiva de cerca de 70 personas que las acompañaban. En ese vuelo viajaba la dulce promesa de la prosperidad, el culmen de la globalización. Por eso nos echamos a la calle para rompernos las manos en aplausos y gritar «¡guapa, biutiful!» cuando Michelle, ya siempre Micaela para nosotros, apareció en el casco histórico de Marbella, donde hizo algunas compras y cenó porque las primeras damas no necesitan todo incluido.

«He venido a descansar y relajarme», le dijo al propietario del Hotel Villa Padierna. Pero nosotros sabíamos que no, que su visita escondía mucho más que unas simples vacaciones. Habían pasado dos años desde el primer azote de la crisis económica, seis meses si usamos la lógica de Zapatero, y Michelle estaba aquí, pensamos, para potenciar las relaciones entre España y Estados Unidos. Como un regalo caído del cielo. También nos dijeron que Barack no venía ni se le esperaba, pero enseguida atamos cabos: el presidente cumplía años durante la estancia de su mujer en Marbella y todo se trataba de una fiesta sorpresa. Aquí, en su ya segunda casa, en el nuevo puente entre América y el resto del mundo. En la California europea.

Pero la realidad golpeó como un mazo terrible nuestros inocentes y berlanguianos sueños de aquel verano del 2010. Miss Obama había venido a beber tinto español, a comer vieiras y solomillo y a que la pequeña Sasha chapoteara en las aguas del Mediterráneo. Sin más. Como otra turista cualquiera, claro que en un hotel de lujo y rodeada de un equipo de seguridad que ya hubiera querido para sí Ana Botella. Barack no apareció, pese a que algunos tenían ya la tarta preparada. No hubo recepción oficial ni cenas institucionales ni planes quinquenales, aunque tampoco hubieran servido de mucho dado el sonrojante nivel de inglés de nuestros políticos, que no pasan el B1 ni regalando sobres. Michelle respetó e hizo respetar el carácter privado de su viaje.

Cuatro días después nos quedamos compuestos y sin primera dama. Qué corto el amor y qué largo el olvido, tanto que aún guardamos tiernas secuelas. La casa 603 del Hotel Villa Padierna, el primero de Andalucía con seis estrellas, tiene desde entonces un cartel en la puerta con el nombre de Villa Obama. No falta detalle: tres plantas, terraza, piscina privada, cocina independiente, cama extragrande, 350 metros cuadrados y mayordomo disponible las 24 horas del día. El precio por noche ronda los dos mil euros en temporada alta y cuenta con varias habitaciones. «Lo de Michelle Obama fue una suerte. Su presencia aquí se convirtió en un punto de inflexión para Marbella», reconoce Ricardo Arranz, propietario del hotel junto a su mujer, Alicia Villapadierna, hija del aristócrata que da apellido al establecimiento.

Una estancia muy rentable

Supieron a poco, pero los cuatro días de las Obama en Marbella salieron rentables para la Costa del Sol. Según las estimaciones de la agencia Oak Power Comunicación, el ilustre viaje generó cerca de 50.000 impactos en los medios internacionales, con un valor aproximado de 800 millones de euros. Además, más de 660 televisiones, 2.500 periódicos y 1.800 revistas de todo el mundo estuvieron pendientes de los movimientos de la primera dama de Estados Unidos. Pero nunca llueve a gusto de todos y la prensa de su país se mostró muy crítica con Michelle, acusada de olvidar la propugnada austeridad en uno de los peores años de la crisis económica.

La mujer del presidente estadounidense anunció en 2013 su intención de regresar a España, esta vez con su marido, y la multinacional American Express puso en marcha una ruta turística por los lugares que había visitado tres años antes. Su deseo fue dinamitado por las denuncias del portal de corte conservador Judicial Watch, que publicó que las vacaciones de Miss Obama y su amplia comitiva tuvieron un coste de casi medio millón de dólares, pero qué sabrán ellos de hedonismo veraniego. Aquí seguimos tan faltos de brotes verdes como en 2010 y esperando el prometido regreso, porque tú, Micaela, como nosotros, sabes que unos días en la Costa del Sol no tienen precio.

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