Manilva apuesta por la tradición de su uva a través del Museo del Vino

La geografía de Manilva la dota de una circunstancia única en la Costa del Sol Occidental. Este es el único municipio costero de la parte oriental de la provincia en donde la recogida de la uva está generalizada. Esa tradición se fue perdiendo con el tiempo y con la venta de terrenos donde se se situaban las viñas. Allí fueron levantándose edificios en el llamado boom inmobiliario y con el objetivo de recuperar el paisaje lleno de viñedos nació el Centro de Interpretación Las Viñas (CIVIMA), que ofrece la única ruta guiada por un Museo del Vino y por los terrenos cultivables de toda la Costa del Sol.

Desde comienzos de año, el Museo del Vino tiene abierta sus puertas para que tanto los manilveños como los turistas conozcan la historia vinícola del municipio y conozcan los secretos de la elaboración del vino. Durante la visita guiada que lidera el promotor de este espacio, Argimiro Martínez, se muestran tanto los aparatos usado en la elaboración vino, las viñas en donde se recoge la uva del único caldo de Manilva que se comercializa, y se ofrece una degustación.

Primero se muestra el vídeo promocional que llevó Manilva a Fitur para que el visitante se sitúe, y después le llevamos a una sala en donde artistas vinculados al municipio exponen sus cuadros, explica Martínez a modo de previa en esta visita guiada. Tras esos momentos, el guía adentra al visitante en la plenitud del mundo del vino, apareciendo en la llamada sala de la Vendimia.

En ese espacio se habla sobre las peculiaridades del cultivo, como la necesidad de hacer injertos entre las parte de abajo de la vid americana y la parte aérea europea, o las particularidades de la plantación en el municipio. En Manilva tenemos una uva con condiciones únicas. Además de tener unas viñas de una antigüedad que ronda los 50 y 125 años, y que aunque den pocas uvas son de una gran calidad. También tenemos un microclima en el que cambian los aires de levante a poniente, las uvas se impregnan de la salinidad del mar y están protegidas por la sierra, afirma el promotor del museo.

En las siguiente sala, la de la Enología, se pueden ver los materiales que se usaban tradicionalmente para la vendimia. Todos estos materiales los donaron los propios vecinos, que se han involucrado en el proyecto, asegura Martínez. En la tercera habitación se ve a la uva como eje de las fiestas locales, que se celebra a comienzos de septiembre y en donde se realizan pisadas de este fruto en la calle (la que es la primera del año), se hacen concursos del racimo más grande y se hacen competiciones de vinos.

A este recorrido se le suma la visita por la propia bodega del Museo y a la viña del CIVIMA, en donde se recoge la uva para envasar el vino Nilva. Aquí hay tradición de que cada familia hace su propio vino, pero para consumo propio o para venderle muy al por menor. El único que se comercializa es el nuestro, explica Martínez, quien lleva a los visitantes al campo para explicarles el trabajo que se realiza allí.

Para poner en práctica estos conocimientos, el final de esta ruta lo protagoniza una cata de este vino, tanto del dulce, que es el típico del municipio, como del blanco que comercializa Nilva. El siguiente paso para el museo sería abrir un restaurante en la parte de arriba en donde se pueda reunir los productos típicos de la tierra, afirma el guía de esta ruta, quien espera que la experiencia del museo sirva para potenciar el turismo en el casco urbano. El turismo se queda en Sabinillas y El Castillo, que son los barrios costeros, y muchos no saben que a dos kilómetros está Manilva. Con estas iniciativas tratamos de que el turismo llegue también aquí, sentencia Martínez.