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Baltasar señala las construcciones por las que ha sido sancionado en su finca de Ojén.
Un vecino de Ojén, en huelga de hambre tras ser multado con 600.000 euros por unas obras ilegales

Un vecino de Ojén, en huelga de hambre tras ser multado con 600.000 euros por unas obras ilegales

El afectado, que ya ha perdido seis kilos, solo bebe agua desde hace más de una semana como medida de presión para conservar su finca

Nieves Castro

Jueves, 26 de febrero 2015, 01:34

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A Baltasar Lorenzo ya hace días que le abandonaron las fuerzas. No prueba bocado desde hace algo más de una semana, el mismo periodo de tiempo que ni ara el huerto ni riega los frutales. A base de agua subsiste viendo como las malas hierbas crecen a su antojo en la parcela de más 8.000 metros que posee en Ojén, su único medio de vida y ahora también una fuente inagotable de preocupaciones. El Ayuntamiento de Ojén le ha impuesto una multa de casi 600.000 euros por levantar sin licencia de obras unas construcciones en la finca La Cascada, sobre un suelo no urbanizable y catalogado por la Junta de Andalucía de Especial Protección por su interés ambiental.

El caso de Baltasar es paradójico. Ha dedicado su vida al naturismo, pero una infracción ambiental está a punto de arruinársela. El Consistorio ojeneto ha dictado una resolución en firme tras instruir durante algo más de dos años el expediente sancionador contra este vecino natural de Zamora, pero asentado en la villa desde hace nueve años. Tras expirar en mayo del año pasado el periodo voluntario de pago, el Patronato de Recaudación Provincial embargó la cuenta corriente de Baltasar. El pasado día 10 vio esfumarse los 570 euros que tenía en BBVA, ahora teme lo peor, perder su finca: «quedarme sin nada».

El pasado mediático de Baltasar

  • A Baltasar Lorenzo no sólo lo conocen en Ojén. Este zamorano de piel tostada por años de exposición solar y barba interminable saltó a las páginas de los periódicos, a las emisoras de radio y a la televisión en verano de 2008 por apadrinar desde su finca de Ojén una filosofía de vida basada en la ingesta de alimentos crudos para conseguir el equilibrio físico y mental. Las construcciones sancionadas sirvieron en su momento para acoger encuentros naturistas y talleres de alimentación y yoga por los que dice «no cobraba un euro» y en el que tanto él como sus invitados iban desnudos.

Baltasar habla con la desesperación de un hombre de 53 años para quien su finca es también su medio de vida. «Ponerme en huelga de hambre es mi último recurso, aunque es lo más duro. Dejo pasar el día y cuando tengo tentación de comer echo un trago de agua», resume el agricultor, un naturista que levantó las construcciones en 2007, un año después de comprar la finca, para organizar encuentros de vida sana por los que asegura no ha cobrado un solo euro.

Desde que Baltasar dejara de lado su ya de por sí espartana dieta a base de frutas y vegetales para iniciar el camino del ayuno voluntario, la báscula va bajando de los 82 kilos que marcaba cuando inició la huelga. «No me he pesado, pero estoy bastante más delgado, calculo que habré perdido algo más de seis kilos. Me cuesta un montón moverme ya», apunta cabizbajo junto a las construcciones desprovistas de saneamiento, pero dotadas de luz.

Cabañas de 5 a 37 metros

El desvelo del ecologista se remonta a noviembre de 2012, cuando los Servicios Técnicos Municipales emitieron un informe en el que sacaron a la luz que Baltasar había realizado presuntamente sin licencia y en un suelo rústico de Especial Protección unas obras consistentes en la construcción de una piscina y nueve «viviendas unifamiliares aisladas» con superficies que oscilan entre los 5 metros cuadrados de la más pequeña y los 37 metros cuadrados de la mayor. El informe recoge también la existencia tres casetas anexas a una vivienda de 2, 4 y 9 metros cuadrados.

El naturista dice que ninguna de estas construcciones tiene huella ambiental y que se pueden desmontar en una sola jornada. «Yo no pedí ningún permiso porque no creí que hubiera problema. Son de madera, además la casa principal y la piscina ya estaban construidas cuando compré la finca en 2006», señala. En su desesperación ayer acudía con estos mismos argumentos a hablar con el alcalde de Ojén, el socialista José Antonio Gómez, que acordó la incoación del expediente sancionador en abril de 2013 como consecuencia de una infracción urbanística muy grave, en atención a los artículos 207.4 de LOUA y el artículo 93 del Decreto 60/2010, de 16 marzo, por el que se aprueba el Reglamento andaluz de Disciplina Urbanística, al haberse realizado obras en suelo clasificado como no urbanizable especialmente protegido y sin contar con la preceptiva licencia.

«Esté de acuerdo o no con la sanción, que me parece alta, la ley es muy clara y no tengo margen de maniobra para poder ayudarle», afirma el alcalde tras ser consultado por el asunto. «En cuanto la propia Junta de Andalucía puso el caso de Baltasar en conocimiento del Ayuntamiento, tuvimos que actuar», añade el regidor. De hecho, el Consistorio formuló un decreto para «la restauración del orden urbanístico perturbado o de legalización, en su caso» paralelo a la multa. Además, según recoge la resolución emitida por la instructora del expediente a la que ha tenido acceso este periódico, el interesado no ha formulado alegaciones en los dos periodos habilitados para ello, por lo que el Ayuntamiento se ha visto atado de pies y manos para que los técnicos puedan aludir algún tipo de rebaja o quita en la sanción impuesta.

Sin dinero para contratar un abogado, Baltasar se enfrenta al pago de 589.310 euros (recargo de apremio, interés de demora y costas, incluidas), ya que el expediente se cerró según los informes técnicos y la resolución es firme. «Es una locura pagar ese dinero, la finca no vale ni la mitad», resuelve en ayunas el afectado.

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