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Amaia Salamanca, María Rodríguez y Rosauro Varo.
La vida sigue igual...

La vida sigue igual...

Marbella atrae cada vez a más gente en verano y en invierno, los negocios se van remozando y las expectativas creo que son magníficas para toda la Costa del Sol

rosa villacastín

Lunes, 1 de septiembre 2014, 01:42

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Cuando me preguntan donde me gustaría jubilarme, siempre contesto lo mismo: en Marbella. Y ¿qué harás en invierno?. No puedo decir eso de coser y cantar porque las dos cosas se me dan fatal, pero en una ciudad de 150.000 habitantes con buen clima y actividades de todo tipo, el que se aburre es porque quiere. O, simplemente, porque ha perdido la curiosidad por descubrir lugares nuevos, con encanto, que los hay, que darían para muchas crónicas más, con el fin de que la gente no crea que en Marbella solo se habla de los coches de lujo, de los restaurantes caros, del pijerío madrileño, de los árabes o los rusos y no de los verdaderos problemas de la gente o de ese ejército de trabajadores que cada mañana, al despuntar el día, ponen en marcha una maquinaria sin la cual nada podría funcionar ni en Marbella ni en ninguna otra ciudad de la costa. A ellos dedico hoy esta mi última crónica del verano, por su amabilidad, por su esfuerzo, por su profesionalidad, aun a sabiendas de que muchos de ellos perderán muy pronto o los habrán perdido ya sus contratos de verano y tendrán que volver a empezar a buscarse un nuevo trabajo que les garantice casa, comida y educación a sus hijos durante los próximos meses. Marbella atrae cada vez a más gente en verano y en invierno, los negocios se van remozando y las expectativas creo que son magníficas para toda la Costa del Sol. Si algún día, como propone mi amigo Eduardo Mackintosh, el Papa pone fecha fija a la muerte de Cristo (¿por qué si nació el 25 de diciembre su muerte depende de las lunas?) esto puede ser la bomba...

Pero para evitar que la morriña me invada en mi despedida, el viernes por la noche me fui a Volúbilis, un lugar mágico, antigua quinta romana, donde José Luis Rodríguez, afamado anticuario vallisoletano junto a Pepi, su mujer, ha logrado crear un ambiente único, que gira alrededor de las antigüedades pero también de la ropa más asequible o de la bisutería más moderna. Todos los meses organiza un mercadillo nocturno en el que igual te tropiezas con Gunilla von Bismarck y Luis Ortiz la pareja de divorciados más unida que conozco, que con Amaia Salamanca, Rosauro, Jordi Mollá, o Carmen Lomana.

Termino la noche donde empecé el verano, en el bar del Marbella Club, donde la música me transporta a tiempos que no volverán y a otros nuevos que son una incógnita, pero que tendremos que afrontar poniendo nuestra mejor sonrisa, como ha hecho siempre Marbella cuando le han venido mal dadas.

P. D.-

A María Ángeles Muñoz, flamante alcaldesa, un consejo: no siga subiendo el IBI, salvo que lo que pretenda es que a Marbella solo vengan los turistas extranjeros. Tener casa en Madrid resulta bastante más barato que aquí.

Doble felicitación a Ramón Mesa de La Pesquera: por su boda con Elena Ducu y por su próxima paternidad.

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