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Eugenio Cabezas
Martes, 23 de septiembre 2014, 01:13
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Soraya Arrabal Sánchez (Nerja, 6 de enero de 1987) siempre fantaseó desde pequeña con la idea de vivir y trabajar en Nueva York, la ciudad de los rascacielos, la megaurbe que nunca duerme. «Soñaba con esto y conforme fui creciendo me lo propuse más en serio, como un reto vital, y después de dos años y medio viviendo y trabajando allí puedo decir que lo he conseguido», confiesa esta licenciada en Derecho por la Universidad Complutense de Madrid y con estudios de interpretación en la Escuela de Cristina Rota.
«Haber vivido siete años en Madrid me sirvió de entrenamiento, estaba más acostumbrada a una gran ciudad, aunque Madrid no tiene nada que ver con Nueva York», asegura Arrabal, quien dice que lo que más le atrae de la Gran Manzana es «la gran diversidad de culturas y de gente que hay, es una ciudad muy enriquecedora». «Nueva York es una ciudad que no deja de sorprenderte cada día», sostiene.
Tras seis meses trabajando en un bufete de abogados en el distrito de Brooklyn, Arrabal consiguió un empleo en el sector audiovisual, «mi gran pasión». «Aunque tenía claro que quería estudiar Derecho, siempre he querido trabajar en algo relacionado con el cine, la fotografía e internet», dice. «La carrera me ha servido de mucho para aplicarla en mi trabajo, es cuestión de gestionar grupos e inquietudes, hay ciertos parecidos entre ejercer de abogada y ser directora de cine», dice.
En su trayectoria como realizadora ha rodado ya dos cortometrajes, Lust & Guilt y Oda a María. Actualmente está promocionando en España este último, que aspira a poder proyectar en festivales españoles y europeos. «Me gusta mucho más el cine europeo que el norteamericano. La industria de Hollywood no me interesa, me llama la atención y puede que viaje pronto para conocerla, pero mi estilo es más independiente. Adoro el cine francés, aunque mi gran referente es Julio Medem. Es el mejor director de cine», afirma convencida.
A su juicio, la imagen que se tiene de la vida en Nueva York desde fuera de EE UU «está algo distorsionada». «Es verdad que es una ciudad de oportunidades, si estás preparada y tienes ganas, consigues lo que te propongas, pero luego hay que estar muy pendiente de los asuntos burocráticos, de los permisos de residencia y de trabajo. En esto los norteamericanos son muy estrictos», cuenta la joven nerjeña. En los dos años y medio que lleva viviendo en Nueva York ha conocido a gente de prácticamente todos los países del mundo.
«Tengo muchos amigos españoles, pero también ingleses, franceses, alemanes... Hay una mezcla increíble de personas y culturas», sostiene Arrabal para quien «es triste» lo que está pasando en España con la crisis y los jóvenes. ««Me parece injusto, somos la generación mejor preparada y también la que menos oportunidades laborales tiene», dice.
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