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David Lynch.
David Lynch en el laberinto
FLASHBACK

David Lynch en el laberinto

Es el director de cine que mejor refleja el paradigma de la posmodernidad en sus películas, algunas de las cuales suponen auténticos ejercicios de deconstrucción del sentido

Txema Martín

Viernes, 2 de octubre 2015, 20:13

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David Lynch es el director de cine que mejor refleja el paradigma de la posmodernidad en sus películas, algunas de las cuales suponen auténticos ejercicios de deconstrucción del sentido. Además, Lynch es un artista polifacético. Cuando no está dirigiendo cine (su último largometraje data de 2007), pinta cuadros, lanza su propia marca de café o escribe libros sobre meditación, una costumbre que practica dos veces al día desde hace varias décadas. Además, firma vídeos musicales de Michael Jackson, Massive Attack o Moby, documentales sobre bandas como Duran Duran, produce música con una voz y sonido propios, a medio camino entre el blues y el dream pop, y hasta se ha atrevido a diseñar ropa de deporte así como el club Silencio, en París, un lujoso boquete cuya cuota de admisión sale por unos 70 euros al mes. Lynch imprime en todas sus facetas algo de su personalísimo universo creativo pero, sin duda, es la vertiente cinematográfica la que le ha servido para ser considerado un creador fundamental.

La Universidad de Málaga, con motivo del 25 aniversario de su festival de cine fantástico, Fancine, coproduce junto a la galería malagueña GACMA la muestra 'Surrealismo fantástico de David Lynch', una exposición que se fija en las conexiones del cineasta con el cine experimental y de vanguardia. Está comisariada por Antonella Montinaro, una buena conocedora del universo 'lynchiano' que ya produjo en 2011 otra excelente muestra en el CCP de la Diputación de Málaga, la inolvidable 'Action Reaction'. En el caso que nos ocupa, la sala de exposiciones del Rectorado de la UMA se ha transformado en un laberinto, una forma espacial ilustra la encrucijada de sentidos y la atmósfera en el cine de Lynch, aunque la falta de presupuesto para una puesta en escena más radical provoca que en ocasiones se vean las costuras de un montaje resuelto con dignidad y buen gusto. Las intenciones, en cualquier caso, son excelentes. El componente didáctico de la muestra queda patente desde los primeros pasos, con una lección de historia que cruza el cine surrealista de Man Ray, Fernand Léger o Luis Buñuel con el propio universo creativo del cineasta. A continuación, se traza un recorrido por los cortometrajes en los que David Lynch extrema su capacidad de experimentación. Pronto, flanqueado por unas hermosas cortinas rojas y precedido por una escultura inquietante, se pasa a un itinerario audiovisual por algunas de las películas más claramente fantásticas del creador, desde la brutal 'Cabeza borradora' hasta 'Twin Peaks', la serie más arrebatadora de la historia de la televisión que cumple ahora, al igual que el Fancine, 25 años con la noticia de la reedición de una nueva temporada.

Toda elección supone una pérdida, y en esta selección de su filmografía se echa de menos la presencia de 'Inland Empire', la última película de Lynch y la que mejor traslada la caída radical del sentido en su cine, la construcción de agujeros narrativos que ya está presente en 'Mulholland Drive' o 'Carretera perdida'.Sí queda patente en los textos, que quizás sea el aspecto más notable, y pesa la ausencia de un catálogo que los recoja. En ellos, se trazan relaciones entre su cine y se señalan también las contradicciones con la industria de Hollywood, que tiene en Lynch a un incómodo testigo.

La muestra termina en la planta baja, con siete grabados de la serie Woman y un espacio dedicado a la música, a la fructífera relación con el compositor Angelo Badalamenti que fluye en un espacio de excelente acústica que pide a gritos la presencia de unos sillones para convertirse en el 'chill out' que pretende ser. Con todo, esta sobresaliente y enriquecedora muestra tendrá su conexión directa con el Fancine mediante un ciclo de películas que se suma a una primera remesa de preestrenos de directores como Matteo Garrone, Yorgos Lanthimos o Quentin Dupieux, heredero directo del universo de Lynch. Todo esto es fruto de una nueva y prometedora etapa de este veterano festival de cine de culto que nunca ha tenido una introducción más apetecible.

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