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Discos Candilejas.
Todo está en los libros
FLASHBACK

Todo está en los libros

Txema Martín

Viernes, 6 de marzo 2015, 12:57

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Seguramente ya se habrán enterado de que el año pasado cerraron en España 912 librerías, una cifra que corresponde a más de dos establecimientos diarios que tienen que clausurar su negocio y dedicarse a otra cosa. Se cierran muchas, pero para ser sincero tampoco sabíamos cuántas había: en nuestro país permanecen ahora mismo 3.650 librerías abiertas, la mayoría de ellas pequeñas y medianas, porque son las grandes las que más desaparecen, y nos encontramos por eso con que nuestro país sostiene una enorme red de microlibrerías única en Europa, según afirmó el director de la empresa consultora que ha elaborado este informe, el mensajero que ha dibujado con datos esta realidad. También es cierto que durante 2014 abrieron 226 nuevas tiendas dedicadas al comercio de libros, lo cual arroja un resultado global deficitario, pero tímidamente alentador. Abrir hoy en día una librería nueva parece un acto de heroicidad, cuando no un disparate. Recuerdo que el IML editó con la colaboración de la Fundación Lara una guía de librerías malagueñas hará ahora unos diez años. Por el rugir de los tiempos, es fácil adivinar que el listado se ha quedado obsoleto, aunque hay algunas que sobreviven casi misteriosamente en el mercado: leo que en España hay 103 espacios de venta de libros en activo desde antes de 1940, una auténtica resistencia. También hay otras que mutan y que encogen, pero otras aguantan el paso del tiempo ofreciendo atención personalizada y experiencia; a ésas son a las que deberíamos ir.

El informe aporta pocos datos en cuanto a comercio electrónico. El otro día, tuve la oportunidad de charlar unos minutos con el filósofo Antonio Escohotado, que vino a Málaga a pronunciar una conferencia delante de una multitud en la Casa Brenan de Churriana. Nos comentaba orgulloso que Amazon le había condecorado con un regalo que le describía como el que más libros había comprado de España, toda una distinción. Y libros, por supuesto, en papel, porque no parece en cualquier caso que estemos todavía cerca de que el libro electrónico vaya a ser la solución. Pero tampoco es el problema. Yo desde luego me niego a pensar que estemos viviendo un proceso de extinción de la literatura porque, definitivamente, no lo parece.

Todo este declive de los espacios comerciales más insignes de la cultura se produce por supuesto con el típico pasotismo del gobierno central. El Ministerio de Cultura promete un plan cosmético para modernizar el sector y presupuesta una cantidad de 150.000 euros que, conocida la magnitud de la catástrofe, parece a todas luces una limosna; una cifra simbólica y por lo tanto inútil. Una postura que se enfrenta, por cierto, al esfuerzo que realizan las instituciones más próximas: en Málaga estamos bien atendidos por varias instituciones dedicadas al fomento de la lectura que, juntas, forman una programación cultural de alto nivel. Quizá el problema recaiga por un lado en la fiscalidad de la cultura en nuestro país, pero también en la educación, pero las soluciones habrá que afrontarlas pronto y sin dramatismos, sabiendo que la verdadera tragedia está en otra parte.

Concentración por Candilejas

Hay cierto consenso entre los lectores en que el formato del libro ofrece una interactividad y una prestancia que no ha podido igualar hasta la fecha ningún soporte digital. Quizá sea nuestra falta de costumbre, pero también que cada vez se editan más libros que son, en sí mismos, auténticos objetos de deseo y de sublimación. Otra cosa ocurre con los discos, más aún con los dichosos CD que es, ahora lo sabemos, uno de los peores formatos posibles para la música. Mañana sábado a las 12 del mediodía estamos convocados a una concentración en la puerta de Discos Candilejas, la última tienda de discos que queda en Málaga y que tiene en la puerta de la nevera un espacio con imanes para su orden de desahucio por aquello de la renta antigua. Yo acudiré a la cita con mi reconocida tristeza por el cierre de la última tienda de discos, pero también para enterarme de cuáles son las pretensiones de ese movimiento. Porque no conozco, todavía, ninguna solución justa y eficaz a este último problema.

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