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Una de las piezas de la muestra.
Marc Quinn: desde el caos hacia lo sublime
FLASHBACK

Marc Quinn: desde el caos hacia lo sublime

Txema Martín

Viernes, 19 de septiembre 2014, 13:01

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Si hubiera que trazar una cartografía de las emociones, el ingenio se situaría justamente en las líneas que dibujan esas fronteras. Hay creación donde hay conflicto, en los límites en los que se encuentran las emociones, los deseos o los intereses de una sociedad. Eso es lo que parece señalarnos Marc Quinn, uno de los artistas más interesantes de la ya de por sí extraordinaria nómina de 'Young British Artist', artistas británicos que han señalado buena parte del camino del arte actual desde aquellas exposiciones en la galería Saatchi a principios de los noventa. Estos días y hasta el 30 de noviembre, el CAC Málaga presenta una exposición retrospectiva con la muestra de 48 obras, la mayoría de ellas nuevas, de un artista que saltó a la fama por moldear la forma de su cara con su propia sangre; uno de los autorretratos más sorprendentes y repulsivos del arte actual.

Ya en el principio de la exposición, contemplamos un caos natural, cotidiano. La costa, que también es una frontera, sirve de escenario del drama de unas olas rompiéndose contra las piedras, un trauma tantas veces repetido y convertido aquí en una abstracción, en el retrato pixelado de un conflicto elemental. El arte consigue que el hecho se convierta en mito, y así ocurre en las imágenes que nos muestran a algunos protagonistas anónimos de revueltas sociales, como los disturbios de Londres del año 2011. Entonces el choque social, que hizo un hermoso 'crash' como el de los aviones al estrellarse, ocurrió en barrios cercanos al centro de Londres, pero la cercanía con las revueltas no evitó que la mayoría de los londinenses fueran más consciente de los hechos por las imágenes que generaba que por los hechos en sí; como después de un atentado, cuando la vida cotidiana trata de abrirse paso. Marc Quinn toma estas imágenes como objeto para denunciar precisamente su cosificación. Para su elaboración, compró los derechos de las fotos de algunos manifestantes, personas anónimas que 'posan' frente a las llamas, quizá conscientes de su propio atractivo publicitario. Los manifestantes levan como uniforme un chándal y una capucha, «buscando visibilidad pero dentro del anonimato». Estas imágenes aparecen manchadas con goterones de pintura -como cuando redibuja el mapa del mundo con petróleo- e incluso sus estampas se convierten en tapices que se tienden en el suelo, esperando que el paso de los espectadores vaya desintegrando las siluetas.

Pero es en el ámbito de la escultura donde Quinn ha encontrado gran parte de su reconocimiento. Su obsesión con la modelo Kate Moss, «la afrodita de nuestro tiempo», le hizo esculpirla en numerosas ocasiones, una de ellas convirtiéndola en una figura de 50 kilos de oro macizo. También ha tenido como referente a Michael Jackson, y su acercamiento a la escultura pública ha sido igualmente sugerente. Pienso en esa estatua de tres metros y medio de altura y 11 toneladas de mármol que erigieron cuatro escultores bajo su dirección, y que muestra la imagen de una mujer embarazada y sin brazos. Una obra que estuvo expuesta temporalmente en un pedestal en Trafalgar Square, para asombro de los paseantes. También pienso en aquel monumental bebé de siete toneladas de mármol que parece suspenderse en el aire. Este ámbito de creación también tiene su reflejo en la exposición, con varias esculturas de diversos tamaños. En una de ellas, se muestra la figura de uno de los manifestantes, con su chándal, en un bloque de hormigón de más de dos metros de alto, como una versión brutalista de esos monumentos dedicados al soldado desconocido. o al turista, como en Torremolinos. La representación artística es, de nuevo, capaz de provocar la mitificación de cualquier elemento.

Otra de las materias recurrentes en el trabajo del artista es la carne fresca, que Quinn encuentra hermosa a pesar de su vegetarianismo. Aquí se muestra enfocadísima en 'Flesh', una serie de pinturas hiperrealistas realizadas con aerógrafo, con una precisión fotográfica. Y, frente al jamón ibérico de mármol color cuarzo, se sitúa una morcilla elaborada con su propia sangre, la obra más antigua de esta muestra de violencia y serenidad; Quinn utiliza el caos y el conflicto para elaborar un arte que se eleva hacia lo sublime.

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