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Sábado, 10 de marzo 2018, 00:30
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Cuando parecía que la sequía deparaba lo peor, apenas dos semanas de lluvias han servido para almacenar el agua que consume la capital en más de un año. La meteorología malagueña siempre es sorprendente, y ha dejado efemérides muy impactantes a lo largo de su historia. La actual disponibilidad tecnológica y de comunicaciones, unidas a los efectos del cambio climático, hacen que en los últimos años se hayan sucedido episodios de fuerte alcance. Con la ayuda de José Luis Escudero, experto en esta materia y autor del blog Tormentas y Rayos repasamos algunos de los episodios más llamativos.
Las lluvias torrenciales no son nada nuevo. Sus efectos más dañinos en la capital están asociados a la deforestación del cauce alto del río Guadalmedina, y motivaron la construcción de la presa de El Limonero (1983). Al menos desde 1434 hay referencias de desbordamientos del río, aunque el episodio más y mejor documentado es el que tuvo lugar la noche del 23 al 24 de septiembre de 1907. Aquella jornada apenas chispeaba en la ciudad, pero una gran tromba en el curso alto pilló desprevenida a la población. El agua arrastró miles de toneladas de materiales, que taponaron los puentes y se expandieron en todas direcciones. Las calles quedaron cubiertas de hasta dos metros de barro y fallecieron 21 personas.
A partir de 1946, cuando la actual Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) empieza a tener registros estadísticos fiables, se catalogan todos estos fenómenos. Así, el 27 de septiembre de 1957 hay constancia de que cayeron 313 litros por metro cuadrado en un solo día, “y varias personas resultaron heridas por los rayos”, apunta Escudero.
El episodio contemporáneo de inundación más grave ocurrió el 14 de noviembre de 1989 y los días siguientes. “A las 11.00 de la mañana se hizo de noche, el cielo se puso de color verde, y la lluvia vino acompañada de una fuerte granizada”, recuerda el meteorólogo aficionado. Se recogieron 550 litros por metro cuadrado en un mes, el equivalente a la media de todo un año, y seis personas perdieron la vida. Tampoco se puede perder de vista la tromba de agua que sacudió el 19 de febrero de 2017 por la noche, acompañada de una granizada que sacudió a la zona Este, especialmente a Pedregalejo, y dejó más de 100 l/m2 y graves destrozos.
El 3 de febrero de 1954 ha pasado a la historia como el día en que nevó en la capital. Habría que remontarse a febrero de 1882 para encontrar una situación parecida. La nevada durante la madrugada se extendió por toda la provincia, incluidos los municipios costeros como Marbella y Estepona. En el caso de Málaga, la temperatura máxima fue de cinco grados, mientras que la mínima se situó en los 0,6. El año pasado estuvo a punto de ocurrir, pero finalmente se quedó en una fuerte granizada.
Los vientos también han dejado momentos históricos. El más reciente, y el que está considerado el peor desde que hay registros, ocurrió el 1 de febrero de 2009, a las 9.25 horas. Un tornado catalogado por Aemet como F2 en la escala de Fujita-Pearson (200 km/h de rachas máximas), recorrió el bulevar del soterramiento del AVE y se cebó con San Andrés y el camino de San Rafael. Destrozó las cubiertas de varios edificios a su paso.
No ha sido el único. El 27 de noviembre de 2014, una tromba marina (un tornado que se forma en el mar) de entre 140 y 180 kilómetros por hora (intensidad F1) tomó tierra poco antes de las siete de la mañana y causó daños graves en la zona del aeropuerto, Churriana, Playamar y Los Álamos, en Torremolinos.
Las olas también han sido protagonistas, especialmente en los últimos años, al llenarse la costa de paseos marítimos y chiringuitos, situación agravada por la subida del nivel del mar. La última efeméride al respecto sucedió el 20 de abril de 2017, cuando el oleaje, de más de 7,5 metros, rebasó los paseos de la capital, inundó amplias zonas del litoral y provocó diversos daños en las infraestructuras.
En el apartado de las temperaturas es donde existe un mayor consenso en la comunidad científica, sobre el hecho de que cada vez son más cálidas. Con todo, la máxima histórica se produjo hace 40 años, concretamente, el 18 de julio de 1978, con 44,4 grados de puro terral malagueño.
José Luis Escudero valora que, aunque puede ser que ahora haya fenómenos adversos más continuados, a causa del calentamiento global, lo cierto es que gracias al desarrollo de los medios de comunicación ahora es más fácil saber y registrar exactamente todo lo que ocurre con la meteorología malagueña.
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