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Juan Cano
Martes, 28 de marzo 2017, 00:05
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Raquel encontró el anuncio en una de las miles de páginas que visitaron en aquellos días de vértigo en los que debían organizar desde Málaga una mudanza con dos bebés y una casa a cuestas. Un ático de 115 metros más 35 de terraza y dos plazas de aparcamiento por 740 euros al mes en una buena zona de Palma de Mallorca, adonde habían destinado a su marido, que es ingeniero.
Alex se dibujaba en los correos electrónicos como un simpático alemán entrado en años. «¡Parece que muy pronto voy a ser un feliz abuelo!», les contó para redondear una historia que bien podía ser cierta. Según relató, le compró el piso a su hija hace muchos años para que pudiera estudiar en Palma, pero actualmente ella vivía en Alemania con su marido y por eso habían decidido alquilarlo.
El ático, decía, era propiedad de su hija, pero ella no podía mostrárselo porque estaba en el noveno mes de gestación. «Debido al embarazo y el bebé, mi hija no será capaz de viajar al menos en un mes, por esto queremos usar los servicios de alquileres de Airbnb, es el sitio más grande de intermediarios del mundo y ellos van a garantizar que cada uno cumpla con sus obligaciones», reza literalmente el e-mail que recibieron.
La pareja se lo creyó y pagó mediante transferencia bancaria los 1.500 euros de la fianza y el primer mes. «Nuestro error fue reservar sin ver el piso físicamente por la prisa que teníamos. Nos confiamos», se lamenta Raquel, que descubrió, ultimando ya la mudanza, que habían sido víctimas de una estafa, que es además una nueva modalidad del timo de los arrendamientos a través de la web. «Se trata más bien de una vuelta de tuerca en la estafa de los alquileres vacacionales; es el mismo método, pero utilizando Airbnb como gancho», aclara el jefe de Delitos Tecnológicos de la Policía Nacional en Málaga, que pide «prudencia» a los usuarios a la hora de reservar por Internet para evitar una «oleada» de denuncias en Semana Santa, como viene ocurriendo en cara periodo de asueto.
El timo consiste, básicamente, en inundar la Red Fotocasa, Idealista, milanuncios, enalquiler, etc con anuncios de viviendas ilustrados con fotos atractivas de pisos a precios muy competitivos. Nunca sospechosamente baratos, porque canta; el señuelo es «lo suficientemente creíble como para ser cierto», explica el responsable del grupo policial especializado en investigar estas estafas.
Y aquí viene la novedad. Antes, los estafadores solían eludir las páginas de intermediación con pasarelas de pago. Ahora, las utilizan como gancho. Los delincuentes usan Airbnb «que es una afectada más del fraude», aclara el inspector para dar más credibilidad al timo. Como hicieron con Raquel y su marido. A partir de ese momento, las víctimas dejan de tratar el pago con el supuesto propietario y creen estar haciéndolo con Airbnb. ¿Cómo? «Usan falsos correos de la empresa del tipo airbnb@grupo-europa.com o airbnb@rents-confirm.com», aclara el inspector.
María es una superanfitriona. No es una exageración, es su categoría de usuaria en la plataforma de alquileres por Internet Airbnb, donde tiene la clasificación superhost por los 4,9 puntos de valoración (sobre 5) que le han dado los huéspedes del piso que alquila en Málaga. «Mi experiencia con la empresa es muy buena, son muy serios, igual que yo», detalla.
Un día, hace más o menos un mes, recibió una llamada de un chico al que, según decía, le había encantado el apartamento. «¡Estaba en Amsterdam!», exclama ella. «Yo le expliqué que no tengo ningún inmueble allí y él insistía en que aparecía mi perfil de Airbnb y mi foto. Entonces, me di cuenta de que tenía un montón de peticiones de información y de reservas». Al poco, recibió otra llamada de un señor. «Ya estamos aquí», le dijo. «¿Aquí dónde?, respondí. Decía que estaba en la puerta del apartamento que yo le había alquilado... En Londres». María había sido víctima de otra modalidad de estafa que usa el método del phishing. Los timadores consiguieron, no sabe aún cómo, la contraseña de su cuenta y usaron su perfil, que goza de una magnífica reputación, para intentar estafar a 30 o 40 personas, que fueron las que contactaron con ella en esos días; algunas, desgraciadamente, ya habían pagado por transferencia. «Airbnb respondió muy bien. Hemos cambiado varias veces la contraseña y le han devuelto el dinero a los huéspedes estafados», asegura.
Los delincuentes, que la policía ubica en países de Europa del Este o África, han aprendido incluso a borrar sus huellas. «Crean esas cuentas de e-mail desde servidores que permiten eliminarlas sin que podamos seguir su rastro», apostilla el agente. En esos correos, en los que simular ser empleados de Airbnb, canalizan el pago de la reserva mediante una transferencia a una cuenta española abierta con documentación falsa. Los investigadores, como mucho, logran llegar hasta la «mula», la persona que, a cambio de una comisión (generalmente, el 10%) saca el dinero del banco y lo envía a los timadores a través Western Union o MoneyGram.
Forma de pago
En los correos que intercambian con la víctima, los estafadores evitan en todo momento que abone la reserva con tarjeta, que sin embargo es el medio de pago habitual de las plataformas de alquiler por Internet. «Quien conoce cómo funciona Airbnb sabe que nunca se l va a pedir que realice transferencias bancarias», sostienen desde la compañía, que asegura que siempre insisten a sus clientes en que no hay que salir en ningún momento de la plataforma de pago porque, si lo hacen, «ya no podemos controlar qué pasa».
En el caso concreto de Airbnb, el huésped (como llaman al arrendatario) contrata directamente con la compañía, que carga en su tarjeta el total de la estancia más la comisión. A partir de ahí, Airbnb retiene el dinero y sólo lo ingresa al anfitrión (arrendador) al segundo día de estancia efectiva, cuando el huésped ha podido comprobar que todo cumple con lo acordado.
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