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La provincia de Málaga arrastra siempre el problema de la falta de agua.
Piden un estudio sobre la superficie de regadío para conocer las necesidades de agua

Piden un estudio sobre la superficie de regadío para conocer las necesidades de agua

La Academia de Ciencias considera que el uso de desaladoras para riego debe ser una excepción por el alto consumo energético y el CO2 que genera

Agustín Peláez

Lunes, 2 de enero 2017, 00:19

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No es la primera vez que la Academia Malagueña de Ciencias se pronuncia sobre el problema de la falta de agua que viene arrastrando la provincia, tanto como consecuencia de la escasez de precipitaciones como por la ausencia de actuaciones en materia de infraestructuras. En la línea de mejorar esta problemática, el colectivo ha defendido siempre una adecuada planificación de los recursos a largo plazo, la buena organización de los mismos y la conservación y mantenimiento de las infraestructuras. Aunque para la Academia, la disponibilidad de los recursos hídricos en la provincia ofrece una extraordinaria variabilidad espacio temporal, considera que es necesario realizar un estudio cartográfico de las superficies de regadío, con proyecciones de futuro en lo que se refiere a frutales ahora jóvenes, para calibrar, con datos realistas, las necesidades de agua, al menos a 10 años vista, junto a la superficie regada actual.

De la misma manera, apunta también la Academia como necesidad prever también con realismo los incrementos de población para conocer la necesidades de abastecimiento urbano, establecer si hay recursos disponibles, sin uso actual, para cubrir eventuales demandas futuras, tanto en los que se refiere a aguas superficiales, como subterráneas y residuales depuradas.

«Sólo de este modo se podrá analizar si es necesario realizar algún reajuste», declara Juan Antonio Rodríguez Arribas, quien fuera técnico de la Confederación Hidrográfica del Sur, hoy miembro de la Academia Malagueña de Ciencias. «Se sabe que hay más de 2.000 hectáreas de cultivo por encima de la cota 140 del pantano de La Viñuela que reciben agua del embalse sin tener concesión y hay que saber cómo se han puesto. De ahí la necesidad de contar con un plano cartográfico lo más realista posible», explica Rodríguez Arribas.

Para la Academia, dado que los recursos hídricos no son ilimitados, hay que determinar la capacidad de carga del territorio en función de los umbrales de abastecimiento de las diferentes demandas, y no al revés, evitando los despilfarros.

Frente al posicionamiento de las regantes de realizar infraestructuras para realizar trasvases, para este colectivo no se debe asumir la idea de que es necesario buscar y traer nuevos recursos hídricos a Málaga sin resaltar la idea de la necesidad de contener la demanda. Hay que trasladar al ciudadano una visión ética del uso del agua. Los recursos son limitados y no todo vale con el argumento de que el agua hay que utilizarla allí donde es «rentable ya que, además, es necesario preservar los ecosistemas acuáticos».

Según la Academia, la importancia de las aguas subterráneas es capital en la provincia, ya que de ellas depende el abastecimiento de todos los municipios del interior y parte de los de la costa, así como muchos de sus regadíos.

Sin embrago advierte que «existe una explotación abusiva de muchos de los acuíferos, en algunos de los cuales hay un deterioro de la calidad del agua y es imprescindible llevar a cabo una ordenación de las extracciones que, con frecuencia se producen de manera incontrolada. Por el contrario, otros acuíferos poco explotados podrían reservarse como recursos estratégicos para paliar los episodios de sequía», señala.

Aguas depuradas

Respecto al uso de las aguas depuradas, considera que deben establecerse tipos de depuración con referencia a su coste y a la calidad de las aguas, e indica que la experiencia de otros países sugiere la necesidad de establecer parcelas agrícolas de experimentación donde se investiguen los efectos a medio y largo plazo, «ya que algunos componentes de estas aguas (sales totales, sodio, boro, metales pesados, materia orgánica, etc.) podrían tener un efecto adverso en el medio/largo plazo», asegura.

La Academia apunta que es necesario estudiar el precio aplicable a los riegos con agua depurada, ya que se libera a una cota de 10 metros sobre el nivel de mar y su elevación incrementa su costo significativamente; establecer planes de contingencia de sequía como el ahorro y la gestión del agua en los periodos de abundancia y forzar la constitución de comunidades de usuarios a todos los niveles (regantes, domésticos, industriales).

La Academia, que insta a la administración competente a que, con criterios de responsabilidad, aborde las soluciones necesarias para resolver la problemática existente con la falta de recursos hídricos, señala que el uso de desaladoras del agua del mar con destino al regadío debe ser contemplado solo como opción extrema o como emergencia, «dado el elevado consumo energético y dada la contaminación del CO2 generado a la atmósfera».

El Plan Hidrológico vigente contempla una desaladora en la Costa del Sol oriental, otra en el bajo Guadalhorce y una tercera en Fuengirola-Mijas. El colectivo entiende que la administración debe estudiar incorporar nuevos recursos a partir de actuaciones previstas en el anterior Plan Nacional Hidrológico vigente hasta 2009 como los de los ríos Verde, Grande, Genal y la mejora de la salinidad del embalse del Guadalhorce, entre otras, que siguen sin ejecutarse.

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