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Concha Soler se define como una persona optimista que enfoca la vida con espíritu positivo.
Concha Soler: «Lo más grande para mí es que una paciente me abrace y me diga: ‘Gracias, estoy viva’»

Concha Soler: «Lo más grande para mí es que una paciente me abrace y me diga: ‘Gracias, estoy viva’»

La especialista en cirugía de la mama deja el Hospital Clínico al jubilarse tras 40 años operando en la sanidad pública

Ángel Escalera

Domingo, 1 de enero 2017, 09:51

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La cirujana Concha Soler, que se define «como una malagueña de pura cepa, del barrio de la Victoria», dejó el pasado 16 de diciembre su puesto de jefa de la unidad de mama del Hospital Clínico Universitario al llegarle la edad de jubilación. A lo largo de 40 años de ejercicio profesional ha operado de 3.500 a 4.000 mujeres de un cáncer de mama. En esta entrevista explica que lo que más le gratifica de su trabajo es encontrarse por la calle a una mujer a la que ha intervenido quirúrgicamente y que, tras darle un abrazo, le diga: «Gracias, porque estoy viva». Concha Soler no sólo sabe lo que es enfrentarse a un cáncer de mama como cirujana, sino que también lo sufrió como enferma. «Cuando me diagnosticaron el tumor, como soy una persona optimista, pensé que me iba a curar», afirma. La doctora Soler seguirá entrando en los quirófanos, pero en la sanidad privada. «Me encanta mi profesión y ahora trabajaré de forma más relajada», dice.

¿Por qué no ha pedido usted seguir dos años más en el SAS?

El 18 de diciembre cumplí 65 años. Ha sido una decisión personal. Ya estaba muy cansada. No me gusta cómo está la sanidad pública actualmente.

¿Y por qué no le gusta?

Son tantas cosas. Hay un mal ambiente motivado por el déficit de recursos y de personal. La carga de trabajo excesiva. No te reconocen nada; te exprimen al máximo. Estés hasta la hora que estés en el trabajo, no tienen piedad. Llega un momento en que, como dice el refrán, ni agradecido ni pagado. Por eso me he ido. He estado 40 años en la sanidad pública y ha llegado el momento de vivir un poquito.

¿En qué hospital empezó usted su trabajo como cirujana?

Tras acabar la carrera de Medicina en la Universidad Complutense de Madrid volví a Málaga y empecé a trabajar en el Hospital Civil, en 1977, donde me formé con Juan Pedro de Luna. Después hubo una serie de cambios y pasé a trabajar con Manuel Domínguez; estuve en su equipo hasta que él murió. Entré en el Clínico en 1989, cuando se abrió, y ahí he seguido hasta hace pocos días.

¿Cuántas pacientes con un cáncer de mama ha operado durante su trayectoria profesional?

A bote pronto es complicado decir una cifra, pero creo que fácilmente habré operado de 3.500 a 4.000. En 2009 me nombraron jefa de la unidad de mama del Clínico y eso supuso un aumento de las mujeres que tenía que operar. Previamente, estuve en la unidad con Manuel Molina como jefe. Nos repartíamos las enfermas que había que intervenir. Y antes también operé muchas mamas. Tenga en cuenta que desde jovencita ya operaba a enfermas con un tumor de mama.

¿Por qué se especializó en la patología de la mama?

Yo soy cirujana general y digestiva y he operado a pacientes de todo tipo. Además, hasta que cumplí 55 años estuve haciendo guardias de 24 horas. Me incliné por el tema de la mama porque me gustó mucho desde un primer momento. Era una cirugía que estaba en auge, en la que ya no había unas intervenciones tan agresivas. Me motivo mucho ver que en esos momentos empezaba una cirugía de la mama más conservadora. Además, me gustaba el trato con las pacientes; poder ayudarlas. Nunca he sido una cirujana agresiva. Cada uno tiene un estilo que viene marcado por su personalidad.

¿Qué es lo que más le gratifica de haber operado a tantas enfermas con un tumor en el pecho ?

Lo más gratificante se produce cuando me encuentro a una paciente por la calle, se abraza a mí y me dice: «Gracias, porque estoy viva». Eso para mí es lo más grande. Ver cómo una paciente supera la enfermedad y sigue viviendo es lo más importante.

Supongo que ese contacto con las pacientes crea un vínculo, ¿verdad?

Se crea un vínculo muy grande, efectivamente, y te da hasta energía positiva. Yo empatizo mucho con las pacientes. Cuando llegas a la consulta y le dices el diagnóstico a una enferma de cáncer de mama ves que se derrumba. Por eso, lo que hay que hacer es animarla mucho para que salga de la consulta con ganas de afrontar todo el proceso que va a sufrir. Hay que administrar energía por un tubo.

Me imagino que no todos los cirujanos son igual de hábiles a la hora de operar, ¿no?

No, para nada. Yo provengo de una escuela muy buena. Todos los que pertenecemos a esa escuela somos cirujanos muy finos y elegantes. El Clínico es un hospital puntero en oncología y la unidad de mama también lo es. Yo miro muchos aspectos a la hora de hacer una operación para que la cicatriz sea lo menor posible.

¿Es partidaria de reconstruir la mama en la misma sesión quirúrgica que se procede a extirparla?

Siempre que se puede, sí, pero no es posible en todos los casos. Cuando el tumor está muy avanzado, y después de la intervención se requiere radioterapia, no está indicado poner un expansor. Desde hace muchos años, siempre que se puede, hacemos la reconstrucción de manera inmediata.

¿De qué manera juegan a favor de las pacientes los avances habidos en las técnicas quirúrgicas?

Ahora se hacen muchas menos mastectomías gracias al desarrollo de la cirugía conservadora. Eso por un lado. Por otro, antes había que hacer cuadrantectomías (el cuadrante entero), ahora llevamos a cabo tumorectomías ampliadas, con lo que se consigue que la mama no se desfigure tanto. En lo que se ha avanzado más es en la técnica del ganglio centinela. Asimismo, ha habido importantes avances en los tratamientos oncológicos posteriores a la cirugía, que son mucho más personalizados y específicos para combatir cada tumor. Son los denominados tratamientos a la carta. Nosotros siempre estudiamos cada caso antes y después de la cirugía y se fija la terapia más adecuada.

Usted padeció un cáncer de mama. ¿Cómo lo afrontó?

Como soy una persona optimista, no me lo tomé muy mal. El saberlo me causó un poco de impacto. Estaba de guardia cuando me lo dijeron tras hacerme una revisión. Recuerdo que me operó Manuel Molina, el 12 de octubre de 2002, festividad de la Virgen del Pilar. Yo pensé que me iba a curar y me dije que, si no me curaba, no me iba a amargar la vida. Si me tenía que suceder algo, me iba a pasar me amargara o no.

¿Cómo influye afrontar un cáncer con espíritu positivo?

Ser positivo siempre es bueno en cualquier padecimiento. Según cómo se encaré la enfermedad esta se hace más liviana. Está demostrado que si una persona se siente mal y triste se le bajan las defensas y la enfermedad se la come. Yo les digo a mis pacientes que lloren un día y que luego no lloren más, que salgan, se distraigan y piensen que se van a curar. La mujer que afronta el cáncer con fuerza y con optimismo se le nota en la cara cuando viene a la consulta, con unos pañuelos en la cabeza muy bonitos y una sonrisa en los labios.Cuando transcurren los años y pasan a verme me da una gran alegría.

Aunque el cáncer de mama es mayoritariamente femenino también se dan casos en los hombres. ¿Ha operado tumores de ese tipo en varones?

Sí. No sé de memoria a cuántos hombres habré operado, pero calculo que entre diez y quince.

¿Ha entablado amistad con personas a las que ha intervenido de un cáncer en el pecho?

Algunas amigas he hecho, sí, sobre todo en los casos de mujeres que he tratado durante más tiempo.

Ahora que se ha jubilado en el Hospital Clínico me imagino que echará de menos estar con los que han sido sus compañeros.

Como hace muy poco que he dejado el hospital todavía no me ha dado tiempo a echarlos de menos. Lo que tengo pensado es seguir viendo a la gente que quiero. Tengo una casa grande y hago muchas reuniones en ella. No voy a perder el contacto con los compañeros de la unidad de mama. Y los voy a ver más fuera que dentro del hospital, porque allí el ambiente está muy crispado y hay muy mala sombra. A mí, que he vivido otra época en el hospital, la situación actual no me gusta.

Por lo que sé, usted sigue operando en la sanidad privada. En concreto, en Clínicas Rincón.

Así es. Trabajo tanto en el centro sanitario que está en Rincón de la Victoria como en el de La Rosaleda en Málaga. Me dedico a operar el cáncer de mama. De ese modo, puedo seguir ejerciendo mi profesión, que me encanta, pero de una forma más relajada que en el Hospital Clínico.

Cuando empezó a ejercer como cirujana ¿se esperaba llegar a las cotas que ha alcanzado?

Qué va. Para nada. Yo lo tuve muy difícil. En esos tiempos no había cirujanas generales en Málaga. La primera fui yo. En Carlos Haya también había una cirujana plástica. No fue nada fácil. En el Civil me veían como un bicho raro. No me echaban cuentas. Aunque no me puedo quejar en cuanto a maltrato, entre comillas, o de falta de educación, no me ayudaban en nada. Era como una especie de mascota. Yo fui autodidacta durante mucho tiempo.

Gracias a su esfuerzo y a su trabajo logró superarlo, ¿no?

Totalmente. Cuando más crecí profesionalmente fue cuando me hice cargo de la unidad de mama del Clínico. Tras asumir ese puesto me dejaron hacer lo que yo sabía hacer. Me ha dado penilla dejar la unidad de mama, porque la que hay ahora la he hecho yo, a mi manera y a mi estilo, con unos resultados magníficos. Y lo he conseguido ya mayor; me ha costado mucho llegar, pero, bueno, me doy por satisfecha.

¿Qué mensaje transmite a las mujeres que se enfrentan a un tumor de mama?

Les digo que tengan mucha esperanza, que lo vean con optimismo y que piensen que se van a curar. Hoy la curación la logran del 85 al 90 por ciento de las pacientes. Les recomiendo que afronten la enfermedad con optimismo, porque luego renacen como el ave fénix. De los cánceres, el de mama es de los mejores que te pueden tocar. Disponemos de muchas armas para combatirlo.

Siempre es mejor prevenir que curar. ¿Se ha avanzado en el aspecto preventivo del cáncer de mama?

La educación sanitaria en España ha mejorado mucho, aunque creo que las campañas de prevención se quedan cortas, porque deberían comenzar antes de que las mujeres cumplan 50 años, ya que en la franja que va de los 40 a los 50 años hay mucho cáncer. Creo que hay una concienciación importante entre las mujeres.

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