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Francisco Gutiérrez
Domingo, 23 de octubre 2016, 00:35
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La experiencia de su vida. El grupo de veinte jóvenes malagueños que están en Estados Unidos y Canadá becados por la Fundación Amancio Ortega (el dueño del imperio Zara) llevan ya dos meses en sus destinos y el balance de esta experiencia no puede ser más positivo. Todos están encantados con sus familias, con el instituto, con los compañeros. Y lo que no les gusta, como las comidas, lo sobrellevan con muy buen humor. Un curso completo en USA o Canadá dará para muchas vivencias, pero ya estos primeros meses han supuesto para ellos una intensa experiencia que les está haciendo madurar como personas. Lejos de casa tienen que abrirse camino en un país distinto y con una familia que no es la suya. Han tenido que hacer nuevos amigos y estudiar materias a las que no están acostumbrados. Lejos de sus familias han recibido noticias agradables, como el premio extraordinario de la ESO que ha conseguido Ángeles Rueda. Otras más tristes, como el fallecimiento de la abuela de Ángela Gutiérrez.
La Fundación Amancio Ortega acaba de hacer pública una nueva convocatoria de estas becas, 250 para cada país. La beca cubre el 100 por cien del coste del año académico en el extranjero: escolarización, viaje, alojamiento y manutención en una familia local de acogida, seguro médico y de accidentes, formación previa al inicio del curso y seguimiento durante los diez meses de estancia en Canadá o Estados Unidos. Toda la información sobre el programa de becas (bases de participación, normativa, calendario del proceso de selección, etcétera) está disponible en la página web www.becas.faortega.org.
Iván Durán Pérez, desde Suwanee, Atlanta, tiene un mensaje para animar a los chicos y chicas para que se presenten: Esta beca es un regalo, pero puede resultar difícil aprovecharlo. No os preguntéis nunca: ¿Merece esto la pena? Porque sí, merece la pena. Esto es un trofeo que tendréis en las estanterías de vuestras vidas. No dejéis que nadie os frene. Nacho Serrano, que estudia en las Teresiana, también tiene palabras de ánimo porque puede ser la oportunidad de su vida. ¡No dejéis que el miedo os impida hacer lo que os haga feliz, el mundo está hecho para los valientes!. Para Ángela Gutiérrez, es de las experiencias más gratificantes y maravillosas que un adolescente como nosotros podría vivir hoy en día.
Ángeles Rueda es premio extraordinario de ESO por su expediente de 10 en los cuatros cursos de Secundaria en el IES Serranía. Cuenta que estaba en mi habitación haciendo algunos deberes y entonces recibí un Whatsapp de un número desconocido. Cuando lo leí resultó ser la directora de mi instituto dándome la noticia. Me puse muy contenta, recuerda. Se lo conté a mis padres, aunque ellos ya lo sabían. Estaban esperando a que la directora me diera la noticia. Hice skype con ellos y toda mi familia me felicitó por el premio.
Ángela Gutiérrez ha vivido en cambio la triste experiencia de perder a una abuela lejos de casa y de la familia. Habiendo tenido que pasar por dificultades personales como la pérdida de un familiar, lo que te hace esta experiencia más y más dura, siempre he tenido el apoyo de mi familia anfitriona para todo, de mis compañeros de clase y de gente del instituto, lo que te hace sentir cada vez más y más integrada y querida, dice.
Desde Edmonton, Alberta, Canadá, Clara Martín reconoce que la experiencia le está resultando más difícil de lo que esperaba. Pensé que un nuevo idioma, una nueva casa, una nueva familia, gente desconocida en el instituto sería pan comido y no está siendo así. Cuando estás aquí, te das cuenta de la maravillosa vida que tienes en España. Analizas los pequeños detalles que antes no valorabas porque estabas acostumbrada a verlos día a día y ahora añoras muchísimo.
Nacho Serrano también está en Canadá, en su caso en la isla de Vancouver, en la provincia de la Columbia Británica. Le cuesta creer que lleve más de un mes al otro lado del charco, aún recuerdo como si fuera ayer cuando nos reunimos para salir en la portada de SUR. Pero no tiene duda de que esta experiencia está siendo una de las cosas más enriquecedoras de mi vida. Estoy aprendiendo sobre las costumbres, la gastronomía, el idioma... y sobre todo, estoy conociéndome a mí mismo. Considero que la persona que a día de hoy lleva un mes a casi nueve mil kilómetros de su familia y amigos es una persona definitivamente más madura que la que hace más de un mes cogió un avión para cruzar el Atlántico.
Al problema de integración se refiere José Ramón Suárez. Está en Winnipeg, una de las ciudades más frías de Canadá. Este fin de semana llegarán a los 0 grados, y así hasta alcanzar los -40 grados de mínima en invierno. Alprincipio es difícil hacer amigos, sobre todo porque no hay el modelo de 'clase' que hay en España, donde compartes casi todas las asignaturas con un grupo grande de personas. Aquí puedes compartir dos horas con uno, una hora con otro, y, si tienes suerte (yo no) incluso tres con una persona concreta.... El principio es un poco estresante pero te tienes que dejar llevar por lo que surja y ¡ya está!, apunta desde la ciudad canadiense de Penticton Desi Vázquez, otra de las becadas por la Fundación FAO.
Habituarse a otras costumbres y a otra familia es el primer reto al que se enfrentan los jóvenes. Es esencial una buena relación, pues la estancia se prolonga durante diez meses. Ángeles Rueda no ha tenido ningún problema: Me va genial; la familia es fantástica, es un matrimonio con un niño de 12 y una niña de 9 años y, además una italiana que va a pasar 10 meses aqui igual que yo, me llevo genial con ella. También Clara Martín está encantada con su familiar.
¡Me llevo tan bien con ellos! He cogido mucha confianza en el poquísimo tiempo que llevo aquí. Soy otro miembro de la familia más. Tengo una 'host-family' encantadora que se preocupa mucho por mí. Mis 'host-sisters' siempre intentan pasar tiempo conmigo y nos divertimos mucho haciendo cualquier cosa. En noviembre mi familia me llevará a un hotel fuera de la ciudad y estoy súper entusiasmada, dice la joven estudiante del Salvador Rueda.
Marta Mora vive en la provincia canadiense de Newfoundland. Su familia la acogió desde el primer día como una más y me hacer sentir parte de la familia. Son geniales y no tengo más que palabras de agradecimiento.
Ángela Gutiérrez vive con Myra y su hija Marina y las tres tenemos una relación muy buena y tanta confianza que parece que hemos estado juntas toda la vida. Ahora mismo no podría estar mejor con nadie. Asegura que solicitó la beca porque quería un cambio drástico en mi vida, quería salir de mi zona de confort, tener un año de locura y aventura y así apreciar lo que tengo. Y reconoce que el cambio ha sido drástico. Y es que yo me encuentro en Wichita, la ciudad más importante del estado de Kansas. Donde la playa más cercana está a 14 horas, un día hace 5 grados y al siguiente 25 y donde no saben lo que es una sardina. Pero aún así, dice que si le dieran la oportunidad de cambiar cualquier cosa, no lo haría. Seguiría en Kansas con mis vacas y cultivos de maíz y mi falda por debajo de la rodilla. Y es que me siento muy afortunada de estar aquí con la familia que estoy y tener los amigos que tengo.
Como es lógico, la añoranza y recuerdos de la familia, amigos y de su ciudad son constantes. Sí que me gustaría ver a mi madre, a mis amigos, a mi equipo y al tomate con aceite, pero una gran parte de mí sabe que esto solo va a durar un abrir y cerrar de ojos, así que estoy disfrutando y siendo feliz con cada simple detalle, afirma Ana García, que estudia en el IES Las Flores. Mi familia americana me hace sentir como en casa, sostiene Iván Durán.
Nacho Serrano coincide en que la experiencia no es fácil porque siempre hay cosas que se echan de menos. La familia, los amigos, tu ciudad, el clima... son cosas que tendré siempre en mente estos 10 meses. Sin embargo, sabía a lo que venía, y creo sinceramente que parte de la experiencia se basa en salir de tu zona de confort y afrontar lo desconocido sin miedo.
Todos los becados malagueños, que están repartidos por distintos estados de Estados Unidos y Canadá, están encantados con su experiencia docente. Aquí el instituto es tan increíble. Ojalá en España usaran el mismo sistema, apunta Clara Martín, que estudia en Canadá, como Nacho Serrano. Aquí tienen un concepto totalmente diferente al que existe en España. En España se va al colegio a aprender y punto; aquí se viene a aprender, está claro, pero también a disfrutar. Con una gama de asignaturas bastante variada en la que elegir las que más se amolden a tus gustos: fotografía, guitarra (mi favorita), cocina, etcétera, así como un amplio abanico de deportes entre los que destacan el hockey (deporte que estoy practicando) y fútbol americano; los días en los colegios amerianos pasan volando.
A estas asignaturas se le suman infinidad de clubes en los que te reúnes con gente con intereses similares a los tuyos con la que puedes pasar grandes ratos. José Ramón Suárez, también en Canadá, apunta que se nota que aquí sí hay dinero para invertir en educación: la oferta de asignaturas es increíble, puedes estudiar literalmente lo que quieras. Y Clara Martín añade algo más sobre su instituto: He notado que profundizan mucho en todos los conceptos y como solo tienen la asignatura un semestre, van más atrasados que en España, pero aún así, estoy aprendiendo millones de cosas. Me encanta la hora a la que empiezo el instituto: los lunes a las 10 y el resto de días de la semana a las 9:15. Lo malo es que tengo que madrugar para coger el bus. En Canadá, como en Estados Unidos, las clases comienzan con el himno nacional, "durante el cual nos tenemos que levantar y mostrar respeto sin hablar ni movernos. Fue algo que el primer día me sorprendió mucho", comenta Marta Mora.
Ángeles Rueda está en la ciudad estadounidense de Halifax. El instituto es totalmente distinto al de España, aquí tengo 4 asignaturas cada semestre. Hay taquillas y tengo que cambiar de aula en todas las asignaturas. Ángela Gutiérrez, que está en Kansas, acude a un instituto cristiano y privado, donde enseñar las rodillas y los hombros es un pecado y el contacto físico entre personas de distinto sexo está prohibido, lo que al principio fue algo 'desafiante' y algo duro ya que yo nunca había ido ni a un colegio religioso ni privado. Iván Durán desmonta algunos tópicos de los colegios estadounidenses. 'El colegio es muy fácil en Estados Unidos'. 'Nadie estudia'. 'Las niñas se pintan las uñas en clase'. No es mi caso en absoluto. El sistema educativo me gusta. Está estructurado de una manera en la que el alumno elige el nivel de dificultad de las clases a las que asiste sin importar la edad. Estoy aprendiendo cosas nuevas y muy interesantes, afirma.
La forma de vida es muy distinta a la española. Aquí la gente es más cerrada y muy, muy y recalco, muy independiente, dice Clara Martín. Una diferencia que he notado que ne ha chocado mucho es que aquí la gente no tiene un grupo de amigos cerrados. Cada día comes con unos. Cada día conoces y hablas con gente nueva, añade. Nacho Serrano dice que está aprendiendo sobre las costumbres, la gastronomía, el idioma... y sobre todo, estoy conociéndome a mí mismo. Considero que la persona que a día de hoy lleva un mes a casi nueve mil kilómetros de su familia y amigos es una persona definitivamente más madura que la que hace más de un mes cogió un avión para cruzar el Atlántico.
"No es fácil hacer amigos -dice Marta Mora-, eres tú el que tiene que dar el primer paso, pero una vez dado son muy majos e intentan ayudarte siempre".
Aunque las comidas es de lo peor que llevan, Iván Durán ha tenido suerte. Me asustaba un poco la dieta que iba a seguir aquí: comida rápida, sándwich todos los días para almorzar... Pero mi madre cocina todas las noches comida deliciosa y sana. Cuando vamos a comprar, siempre volvemos con siete frutas distintas.
Una de las exigencias de la beca es realizar actividades de voluntariado, algo que ya está haciendo José Ramón Suárez en un banco de alimentos y comedor social. Pero también hay tiempo para pasarlo bien y divertirse. Clara Martín ha tenido suerte y viven cerca del segundo centro comercial más grande del mundo (el West Edmonton Mall) lo cual me ha venido a perlas sabiendo lo que me encanta comprar. Iván Durán dice que no ha habido un solo fin de semana en el que no haya hecho algo distinto de lo que hago en España: raftin, autocross, rutas de senderismo por cascadas... y José Ramón Suárez se ha unido al equipo de cross-country run de su instituto, he comido poutine, tortitas con sirope de arce y filete de alce (las comidas típicas por excelencia de Canadá) y bebido esa aberración a la que llaman 'root beer', que más bien es enjuague bucal con gas; y he ido al Tim Hortons y al 7Eleven de cerca de mi casa tantas veces que dentro de nada me harán cliente honorífico.
Ángeles Rueda ha ido a un campamento con estudiantes internacionales de su instituto y allí se encontró con dos compañeros que también consiguieron la beca Amancio Ortega. Ángela Gutiérrez visita tiendas, restaurantes y cafeterías de Wichita con su familia, los domingos van a misa y recogen al abuelo para comer en familia.
Toda una experiencia vital la de estos jóvenes, a la que se pueden sumar otros chicos de su edad en esta nueva convocatoria de las becas de la Fundación Amancio Ortega. Una oportundad para madurar como personas, para valorar lo que tienen y para ser sujetos de un mundo globalizado en el que las fronteras y los estereotipos caen gracias al contacto y la relación con personas de otros lugares del mundo.
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