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Yésica y Fonsi (centro), en el aeropuerto, con otros viajeros.
Una pareja de luna de miel pasa horas escondida en el aeropuerto de Estambul durante el atentado

Una pareja de luna de miel pasa horas escondida en el aeropuerto de Estambul durante el atentado

Los recién casados huyeron de una cafetería al oír los disparos y se atrincheraron en un cuarto de contadores de un hotel dentro del aeródromo

Juan Cano

Jueves, 30 de junio 2016, 00:56

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Estambul sólo era una escala. Manuel y Reyes se dirigían a Tokio (Japón) para celebrar el cumpleaños de ella, que es el martes. Miguel y Belén iban a pasar las vacaciones en Bangkok (Tailandia). Yésica y Fonsi viajaban a Yakarta (Indonesia) para disfrutar de su luna de miel. Acababan de aterrizar en el aeropuerto de Atatürk y esperaban el siguiente vuelo cuando les sorprendió el sonido del terror. Disparos, explosiones, gritos, sirenas, llanto, confusión... Así han vivido tres parejas malagueñas el atentado de Turquía.

Yésica Sánchez. Viaja a Indonesia: «Creíamos que iban a entrar con metralletas y que nos iban a matar a todos»

Aterrizaron a las 19.10 horas del martes, con un poco de retraso. A las dos de la madrugada debían tomar otro avión rumbo a Yakarta, la capital de Indonesia, donde planean pasar tres semanas de luna de miel. «Al llegar, pensamos ir a ver la ciudad, pero al final decidimos quedarnos en el aeropuerto. Nos pedían el visado y no teníamos mucho tiempo, así que fuimos a tomar algo a una cafetería para conectarnos a la red wifi y hablar con la familia», relata la periodista malagueña Yésica Sánchez (36 años), que se casó el viernes en la iglesia de La Cala del Moral con el actor madrileño Fonsi Liébana (34).

Tomaron un café y un «bollito típico de Turquía» mientras repasaban juntos una guía de Indonesia. Yésica miró su reloj. Eran las 21.37 horas. Unos minutos después, no sabe calcular cuántos, el sonido de los disparos interrumpió su conversación. Nunca antes los había escuchado, pero los identificó fácilmente como una ráfaga de «metralleta». Después, una explosión. «¡Dios mío, vienen a por nosotros!», se gritaron. Sin saber aún de dónde provenían, salieron corriendo escaleras abajo y llegaron hasta el pasillo de un hotel del aeropuerto, donde todo era «histeria y confusión». Entonces, se dieron cuenta de que se habían dejado los bolsos con el dinero y los pasaportes en la cafetería: «Cuando todo parecía haberse calmado, subimos y los cogimos». Todo el mundo había desaparecido y las salidas de emergencia, dice, estaban bloqueadas. Arriba los sorprendió otra ráfaga de disparos, y huyeron de nuevo escaleras abajo. «No sabes si hay un terrorista, dos, tres o veinte. Pensábamos que iban a entrar con metralletas y que nos iban a matar a todos», dice Yésica. Llamaron a las puertas de las habitaciones, intentando esconderse, pero sólo consiguieron que les abriesen un par de camareras de pisos: «Intentábamos explicarles que arriba estaban disparando, pero ellas respondían «full, full» (lleno, ocupado) y nos cerraban la puerta».

Allí, en ese pasillo, formaron un improvisado grupo con una joven georgiana y con una chica de Torremolinos que viajaba a Irán con dos compañeros de trabajo. «Ellos bloquearon una de las puertas del pasillo con arcones (congeladores) mientras nosotras vigilábamos la otra. Como si fuera una película. Cogimos una caja de botellas de agua trataron de buscar víveres por si el encierro se demoraba y nos escondimos en la única habitación abierta, un cuarto de contadores del hotel», explica Yésica, que llamó desde allí a su madre, a la que susurró: «Estamos bien, pero se han escuchado tiros. ¿Tú sabes qué está pasando?». Carmen aún estaba en la oficina, delante del ordenador. «Yo me enteré por ellos. Al mirar en Internet, vi lo que estaba sucediendo y llamé a Julio Andrade (concejal de Derechos Sociales del Ayuntamiento de Málaga), quien contactó con la Embajada y activó todo el protocolo», aclara la madre, que quiere hacer extensivo su agradecimiento al alcalde, Francisco de la Torre, y a la Guardia Civil, «que estuvo toda la noche en contacto conmigo para saber cómo se resolvía la situación».

Al cabo de un rato, la Embajada logró contactar con el grupo y confirmó que todos estaban bien, aunque no fueron desalojados hasta las dos de la madrugada. «Estuvimos casi tres horas allí encerrados. La evacuación también fue muy caótica. Nos indicaban que fuésemos a una puerta, de ahí a otra... Al final, acabamos saliendo del aeropuerto por la misma zona donde se había producido la explosión, pasando por encima de la sangre de las víctimas...». Justo en este punto del relato, que hilvana desde la misma terminal donde un día antes vivió la pesadilla, Yésica se desmorona. Sólo le quedan unas horas el vuelo a Yakarta tenía su salida prevista anoche, a las dos de la madrugada para abandonar Estambul y continuar, por fin, con su viaje de novios.

Manuel Lozano. Viaja a Tokio: «Oímos una explosión y hubo una estampida»

Manuel Lozano (32 años) y su novia, Reyes Velázquez (28), tampoco llegaron a pisar la ciudad y, como Yésica y su marido, decidieron quedarse en el aeropuerto para esperar el avión que debía llevarlos a Tokio. «Estábamos sentados en unos sillones cuando escuchamos una explosión y hubo una estampida de gente. Después hubo varias más. Era un clima de histeria colectiva; si alguien levantaba un poco la voz, todo el mundo echaba a correr», explica Manuel, que también es periodista y vive en Capuchinos con su pareja.

A partir de ese momento, el desconcierto se apoderó del aeropuerto. «La gente corría de un lado a otro sin saber muy bien dónde ir. La megafonía daba las instrucciones en turco y los policías, e muy malos modos, pedían calma o te decían adelante», relata el joven, que pudo contactar con su familia por WhatsApp para tranquilizarla. «La evacuación se queja fue desastrosa, no hubo protocolo alguno». Cuando consiguieron abandonar la terminal, un autobús fletado por las autoridades turcas los dejó en el centro de la ciudad, sin más.

Asegura que llamaron «siete u ocho veces» al móvil de la Embajada española sin recibir respuesta. «Cuando contestaron, fue para decirnos que no podían hacer nada. Les insistimos en que íbamos con una pareja que tenía dos niños pequeños, que nos dejaran quedarnos en la Embajada. La mujer que nos atendió nos dijo que conocía un hotel, pero su mayor obsesión era que lo pagáramos nosotros», se lamenta Manuel.

Apenas estuvieron dos horas en el hotel. «Cuando nos informaron de que se había reanudado el tráfico aéreo, nos fuimos al aeropuerto», cuenta el joven, que habla en plural no sólo por su novia, sino por el improvisado grupo de españoles que han ido formando (unas 17 personas) y que ayer aguardaba unido en la terminal para podrán coger el siguiente avión. El suyo, con destino a Tokio, salía anoche a las 1.20 horas.

Miguel Djebbour Viaja a Bangkok: «Nos libramos por ir a cenar con unos amigos»

Tenían un margen de seis horas para el siguiente vuelo, el que debía llevarlos a Bangkok, así que Miguel Djebbour (36 años) y su mujer, Belén Delgado (40), decidieron ir a la ciudad. El destino, que empezó a trabarse un año antes en Málaga, cuando conocieron por casualidad a una pareja turca que pasaba unos días de vacaciones en la Costa del Sol, los sacó y del aeródromo Atatürk, donde sólo unas horas después se iba a producir el atentado.

«Nuestros amigos vieron en Facebook que íbamos a hacer escala en Estambul y nos escribieron para vernos. Nos libramos porque salimos a cenar con ellos», cuenta Miguel, que es ingeniero y reside con su esposa en Málaga capital. El atentado los sorprendió en el metro, cuando iban de regreso a la terminal de salidas para coger el siguiente vuelo. «Busqué de forma improvisada un hotel, porque la Embajada no nos daba soluciones, y fuimos conociendo a otros españoles que estaban como nosotros. A ellos les pilló cenando dentro del aeropuerto y escucharon el ruido de la explosión».

Su avión salía a la 1.30 «Si llegamos a volver antes, hubiésemos tenido que pasar por ese control de seguridad. No nos pilló allí por una hora y pico», cuenta el turista malagueño, que empezó a contactar con su familia por el móvil y las redes sociales para tranquilizarla: «Actualizamos nuestro estado a través de Facebook para que todo el mundo supiese que estábamos bien». Ellos tardarán un poco más en abandonar de Estambul. Su vuelo a Bangkok tiene la salida prevista a las ocho de esta tarde.

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