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Pablo Antón nació y vive en Málaga, pero está en constante movimiento por todo el mundo.
«La revolución tecnológica nos dirigirá hacia un neocomunismo»

«La revolución tecnológica nos dirigirá hacia un neocomunismo»

Pablo Antón, empresario y cofundador de Campus Party

Iván Gelibter

Lunes, 30 de mayo 2016, 00:10

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Pablo Antón no es un hombre radical, aunque sus planteamientos sobre el futuro así pudieran parecerlo. Con un elevado conocimiento de Latinoamérica, este exPP reconoce los logros de la izquierda y avisa sobre el futuro del empleo y sus consecuencias.

¿Cómo explica qué es Campus Party?

Campus Party es el mayor evento de la red en el mundo. Al final es un encuentro al que van los aficionados a la tecnología, los geek, para compartir sus gustos. Como el que le gustan las motos y va a las concentraciones. Alrededor del evento hay un montón de actividades, pero las más importantes son las formativas. Robótica, Astronomía, Desarrollo, Redes Sociales, Seguridad y Redes... Los campuseros pueden disfrutar de una parrilla de contenidos desde por la mañana durante siete días; unos contenidos, por cierto, que no se pueden encontrar en ningún otro lado del mundo.

Campus Party surge en España, pero a día de hoy se han internacionalizado, ¿no?

El primer año que lo hicimos fue en el Ceulaj, en Mollina. En tres años se nos quedó pequeño y nos trasladamos a Valencia, a la Ciudad de las Artes y las Ciencias. Desde entonces comenzamos a viajar: primero a Brasil, que fue una experiencia para nosotros porque no éramos empresarios y teníamos algo de miedo. Pero nos fue bien, y de ahí pasamos al resto de Latinoamérica, como Ecuador, México, Colombia, Costa Rica.. Y después ya hicimos ediciones en Europa; en Inglaterra y en Alemania. Ahora estamos en proyectos interesantes como el de India.

¿Cuántas Campus Party hay al año?

Unas diez o doce. Pero queremos tener un crecimiento de dos más al año. Hay países que nos lo están demandando. Antes operábamos los eventos nosotros, pero cambiamos el modelo y empezamos a franquiciar.

Aun así, habrá trabajado en todos esos países.

En algunos más que en otros. Yo, por ejemplo, he estado muy centrado en Colombia, en Brasil, en Ecuador y en El Salvador.

Latinoamérica está muy de actualidad. Brasil, Venezuela... ¿Qué ocurre?

Depende del país. No se puede hablar de un todo. Desde el punto de vista comercial y económico para España, empezó a ser interesante hace unos años, cuando comenzó nuestra crisis. Había que buscar nuevos mercados y empezamos con Brasil, y luego viajamos a Colombia y Perú. Dejando a un lado a Venezuela, tengo que decir, y lo digo de manera firme, que en estos países hay seguridad jurídica y se puede trabajar. Hay que entender el contexto político en el que se mueven. Ellos han tenido siempre el pie del imperialismo americano, y eso ha facilitado el surgimiento de partidos de izquierda que han podido llegar al gobierno. Pero es que además, hay que tener en cuenta la desigualdad. Allí hay gente muy rica (más que en España), y gente muy pobre.

Educación y sanidad

Entiendo que se refiere a una cuestión de redistribución de la riqueza...

Exacto. Si no hay un gobierno que pelee por tener una sanidad y una educación buena para todo el mundo, es imposible que progresen. Es bueno que los partidos de izquierda gobiernen en estos países, al menos hasta que haya una igualdad de oportunidades, momento al que aún no se ha llegado.

¿Y eso no lo apreciamos en España?

Creo que desde el punto de vista europeo no se entiende que partidos de supuesta izquierda radical lleguen al poder allí, pero lo que no puede ser es que la derecha gobierne en países en los que se sigue pasando mal, porque entonces nunca habrá igualdad de oportunidades. Parece mentira que lo diga yo, pero hace falta en estos lugares partidos de izquierda.

Volviendo a Europa. Aquí tenemos otros problemas estructurales, como el alto nivel de desempleo o las enormes deudas públicas. ¿Hacia dónde nos dirigimos?

La tendencia del trabajo es a desaparecer, y eso es una evidencia que no la va a parar nadie. Lo que pasa que aún los políticos no están en esa clave, y los que están se encuentran ante un discurso demasiado peligroso para abanderarlo. Con la nueva era de la revolución tecnológica y la mecánica cuántica, el mundo se irá ajustando. Pero esta revolución será tan fuerte que van a desaparecer muchísimos puestos de trabajo que serán reemplazados por máquinas, que lo harán incluso mejor que los humanos.

¿Creará desigualdad la revolución tecnológica?

No, ahí quería yo llegar. Eso ocurrirá si no hay una previsión política. Al desaparecer el empleo uno puede pensar que entramos en la era del caos. Si no hay trabajo, no hay ingresos, y no hay vida. Esto puede hacer que desaparezca el dinero, aunque no creo. La revolución tecnológica nos dirigirá a un neocomunismo, al menos al principio, porque habrá grandísimas empresas que no necesitarán mano de obra; por tanto habrá que subsidiar a una gran parte de la sociedad. Y esos recursos vendrán de las propias compañías, que necesitarán que la gente compre sus productos y que siga girando la rueda. Tendremos que repartir la riqueza entre todos, y de esta manera el hombre dejará de trabajar, y se dedicará a lo auténticamente humano, como investigar, crear e incluso amar.

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