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IRENE QUIRANTE
Domingo, 14 de junio 2015, 01:00
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Mohammed Cepero lleva más de tres años haciendo vida en el interior de una furgoneta, que se halla estacionada en la Repsol de la autovía AP-7 224,00 D (Málaga, Arroyo de la Miel). El vehículo, además de ser su hogar, cada tarde se transforma en el escenario desde el que ejerce su protesta social: sobre el techo de su furgón pasa horas saludando a todos los coches que se desplazan por la autovía, a modo de 'performance', para reivindicar "sus derechos como ciudadano y los de todo el mundo". No utiliza megáfono, pero sí hace uso de un rotulador permanente con el que completa de mensajes la camioneta a la que casi no le quedan espacios en blanco. "Stop desahucios", "Criminales", "La soberanía pertenece al pueblo" o "Wikileaks" son algunas de las frases y eslóganes que se pueden leer, escritos junto al rostro del Che Guevara. La estética de Mohammed ya da algunas pistas sobre su carácter rebelde: un peinado que recuerda al famoso presentador de boxeo, Don King, e indumentaria al más puro estilo 'cowboy'.
Cuenta que la suya es "otra historia más" de la crisis, que no tiene nada de excepcional: deudas, desahucios, separación familiar... Pero en su vida anterior Mohammed fue un autónomo que llegó a generar puestos de trabajo. Nació y se crió en Cádiz, aunque se desplazó a Málaga en 1996 después de casarse, donde pasó años viviendo en la barriada de Huelin y tiene un hijo de 16 años. Se dedicaba a la construcción, a las instalaciones, las reparaciones o las reformas. Ahora pasa los días en el que fue su medio de transporte laboral, y conserva parte de las herramientas que antes le daban de comer, "por si saliera algún trabajillo".
Solo y en la calle, Mohammed no vio otra alternativa que refugiarse en su camioneta: "Yo no quiero dar pena, porque como yo hay muchísimas personas, e incluso peor. Y estamos así por culpa del sistema". Según relata, los dos primeros años en el vehículo los pasó deprimido y "callado, como un ermitaño". Pero el silencio se convirtió en coraje, y Mohammed lidera su particular batalla desde hace un año y medio aproximadamente: "Lo único que me queda es reivindicar". Dice que siempre fue un revolucionario y que le ha cambiado "el chip" completamente en esta última etapa: "Ya no quiero vivir en una casa ni en la ciudad; te fusilan a base de impuestos. Yo quiero ser libre". Hasta el momento, ha conseguido sobrevivir gracias a la gente que le compra alimentos en la gasolinera y a "alguna que otra reparación".
La 'performance' protesta
Una silla de plástico ayuda a Mohammed a escalar al techo de su furgoneta. En lo alto del vehículo, unos cuantos palés amontonados cumplen la función de tarima y varias banderas de distinta índole y procedencia bailan con el viento: la británica, la marroquí, republicana o la andaluza (del SAT), entre otras. Sobre la pila de maderas, Mohammed saluda a los coches que pasan por la autovía, colocando en sus dedos el signo de victoria. Y no pasa desapercibido entre los conductores, que responden tocando el claxon continuamente: "Me siento muy apoyado por la gente y eso es mejor que todo el dinero del mundo".
El autónomo revolucionario es consciente de que muchas personas no sabrán interpretar el significado de su acción, e incluso de que habrá quien le considere "un zumbado", como él describe. "Pero yo no estoy diciendo ninguna locura", responde, y argumenta que, en su momento, muchos también cuestionaron a otros personajes que, de alguna forma, cambiaron el rumbo del mundo con sus movimientos revolucionarios, "como el Che Guevara, Nelson Mandela o Martin Luther King".
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