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"Lo que quiero es escribir todo lo que me sucedió en la vida, y así sacarme un poco de dinero para pasar tranquilo mi vejez"

Entrevista íntegra a 'Pasos Largos', el último bandido andaluz, por Vicente Sánchez-Ocaña

Vicente Sánchez-Ocaña

Sábado, 25 de octubre 2014, 01:56

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A Pasos Largos no le gusta contar su historia, o, por lo menos no le gusta contarla de balde. - Yo, lo que quiero me explica- es escribí con to lo que m'ha sucedió en la vida, y así sacarme un poco de dinero pa pasá tranquilo mi vejez De manera que aunque le doy unos billetes por que se deje interviuvar, me regatea las respuestas con cierta rústica avaricia.

- ¿Es usted de El Burgo?

- Ea.

- ¿Tenía usted ya unos cuarenta años cuando le pasó aquello?

- Mas o menos.

- ¿Cuánto tiempo estuvo usted en la Sierra?

- Algunos meses

- ¿Fue usted a entregarse a Ronda?

- Eso

He gastado tres o cuatro horas en un diálogo, así, hasta conocer del todo su vida.

Cazador furtivo

Tiene un poco de música de tango.

En Ronda hablan de una novia que tuvo de joven, y que lo dejo por otro. Algunos dicen que se llegaron a casar y que lo que pasó fue que ella se escapó a Buenos Aires con un amante.

Novio o marido abandonado a los cuarenta años, es un tipo bastante raro entre los campesinos, un hombre solitario, sin mujer, sin familia

Hay una copla castellana que pinta la amarga y aventurera existencia de estos desarraigados:

En Ronda hablan de una novia que tuvo de joven, y que lo dejo por otro. Algunos dicen que se llegaron a casar y que lo que pasó fue que ella se escapó a Buenos Aires con un amante. Novio o marido abandonado a los cuarenta años, es un tipo bastante raro entre los campesinos, un hombre solitario, sin mujer, sin familia Hay una copla castellana que pinta la amarga y aventurera existencia de estos desarraigados:

La vida del mozo es:

saltar tapias y bardales,

dormir en camas ajenas,

morir en los hospitales.

Tapias y badales los salta como nadie Pasos Largos, que la mitad del año se busca la vida de cazador furtivo. Pero el oficio tiene riesgo. Un día en un cortijo del término de Arriate, en El Chopo, la Guardia Civil, avisada por los cortijeros, lo coge y se lo lleva al cuartel.

Lo amarraron cuenta no sé si la leyenda o la Historia- a un pesebre y empezaron a pegarle Tanto le pegaron que él decía llorando ¿Denme ustés un tiro por Dío!

Estuvo seis meses en el hospital de Ronda, pero al salir siguió sus correrías.

- Lo que sabía de la caza me dice un viejo amigo suyo- se lo ganaban con trampas en los cafés Es un infeliz

La calentura del juego se le arrastra a aventuras temerarias. Asalta las fincas de los alrededores de Ronda en pleno día, a la vista de los guardas. A uno que quiere resistirse le grita:

- ¡Algo más que conejos voy a matar, si te empeñas!

Y el guarda huye atemorizado.

Los civiles lo persiguen y le fuerzan a abandonar un coto del conde de Monte Lirio, sobre el que solía caer, y a buscar cazaderos más lejanos.

La muerte de los Tribuneros

Así va a parar de nuevo cerca del cortijo El Chopo, por donde, desde que le pegaron los guardias, no ha vuelto

Una tarde le tira a un pájaro, y cuando va a recogerlo se alza entre unos árboles un hombre que está cortando leña.

-¡Juaniyooo le vocea zumbón., a ver si te pillan otra vez los sivile de Arriate!

Es el Tribunero, el hijo del cortijero de El Chopo, que lo delató.

Corre el año 1916, y fue en 1907 cuando los civiles de Arriate lo cogieron pero la voz del mono aviva bruscamente en el corazón de Pasos Largos la apagada memoria de su humillación.

- ¡Hombre murmura con los delgados labios contraídos por una falsa sonrisa- todavía tacuerdas!

Y cargando de nuevo su escopeta avanza hacia él.

- Yo procuraba- cuenta ahora- llevármelo a un horno de cal que había cerca para enterrarle allí, pero se lo malicio y no se quería mover, de manera que tuve que tirar en donde estábamos El Tribunero cae con la cabeza destrozada, moribundo.

-Pero- sigue contando el bandido- zarpeaba, y para que no penara más, cogí el calabocillo que le valía para cortar la leña y con él lo arrematé

Después, con el calabozo en la mano, se va al cortijo, a buscar al padre, el señor Pepe, el Tribunero.

- Señó Pepe, ¿Dónde está su hijo?

- Ahí ha subío, a cortar leña

- ¿Con qué herramienta?

- Con un calabocillo

- ¿Será este pregunta, con su mala sonrisa, Pasos Largos mostrándole de pronto la ensangrentada hoz-, Casi no hizo falta que le diera con él indica-, porque al verla se quedó blanco, blanco, como muerto A los dos o tres golpes cayo rodando

Aún intenta matar a la madre, pero la mujer consigue encerarse, grita, y el asesino huye a la sierra.

En el monte

En vano la Guardia Civil va tras él. Pasos Largos, que conoce a palmos la tierra, escapa siempre. Los pastores y los gañanes lo esconden, le dan de comer, espían y desorientan a los guardias

Un día, en un cortijo, consigue sorprender y desarmar a una pareja.

- ¿Hala, volverse a Ronda a que os compre otros fusiles el capitán!...

Pero no quiere más que darles un susto. Al cabo de un rato, cuando los inermes y avergonzados civiles van lejos, un chico corre a restituirles los fusiles de parte de Pasos Largos.

-Un guardia que se deja quitar el arma tiene mucha responsabilidad le explica al cortijero para justificar su benevolencia-, y a lo mejor esos son dos padres de familia

Pero en los cafés de los pueblos, los hacendados valientes sacan el pecho oyendo nombrar al bandido

El labrador del Cortijo de Santiago se acariciaba una canana nueva y decía:

- La he comprado para Pasos Largos

Pasos Largos se entera y le envía un recado:

- Mándeme su canana, la escopeta, y, además, cien duros.

- No tengo dinero La escopeta, no está en casa -le responde el cortijero.

Al día siguiente, Pasos Largos repite la orden.

- Necesito la escopeta y cien duros.

El labriego aún se hace el remolón, cuando el bandido, que acecha desde unos riscos próximo, empieza a disparar sobre la casa

- Pa darle miedo sólo

- aseguraba después.

Un pastor llega corriendo del cortijo a traerle la escopeta, las municiones y todo el dinero que se ha podido encontrar: sesenta duros.

El amo huye a Ronda en un carro, escondido entre sacos.

Don Diego Villarejo tiene un mal encuentro.

Los confidentes del bandido cuentan que en Cuevas del Becerro, otro rico propietario, don Diego Villarejo, se mofa de él:

- Ese Pasos Largos, ¡Valiente tipo! ¡Mira que tenerle miedo a eso!...

Pasos Largos se esconde en la Cancha Cantaranas, y una tarde que el seño Villarejo vuelve a caballo de su cortijo de Zaharillas, salto de pronto en medio del camino.

- Don Diego es menester que se venga usted conmigo.

Don Diego que no es un cobarde, intenta resistirse, pero apoyándole en el pecho los cañones de su escopeta Pasos Largos lo lleva hasta un escondido rincón de la Sierra, La Cañada del Almendro.

Allí le dicta sus condiciones:

- De aquí no sale usted vivo si no me da cuarenta mil reales.

Don Diego no dispone en aquel momento más que de diez mil, que están en su casa de Ronda.

- Bueno, pues que sean diez ml concede el ladrón, magnánimo

Avisan a un aperador de don Diego y lo mandan a Ronda a buscar el dinero.

La carrera de este hombre para librar a su señor ha dejado memoria en la Sierra.

- Anduvo seis leguas en tres horas cuentan todavía los campesinos.

Mientras el criado cumplía ese maratón, el señor Villarejo y el bandido conversaban casi amistosamente. Pasos Largos le quitó el reloj a su prisionero, pero en cambio, le obsequio liberalmente con sus provisiones.

Cuando el aperador llegó con la dos mil quinientas pesetas, se despidieron como si nada hubiera pasado.

- Ea, con Dio, don Diego

- Adiós, hombre.

Combate

Ahora aparece en la vida de Pasos Largos la segunda mujer fatal.

Sus hazañas escandalizaban. En 1916, en el siglo de Kreuger y de Stavisky, un ladrón de Caminos Resultaba una criatura anacrónica. El ministro de la Gobernación moviliza para destruirla un ejército de guardias. En cada cortijo de la Sierra se instala un cuartel: grupos de civiles corren de un lado para otro por los montes.

Acosado el bandido se refugia en una choza del peñón de Mure, junto a Montejaque. Es una choza en la que viven un pastor y su mujer.

Le acogen con buen talante y el torvo bandolero que está ablandado por unos meses de angustias y trabajos, se confía a la mujer María Gamero se llamaba-, le cuenta sus miserias, le pide que le ayude, le da cincuenta duros ara que vaya a comprarle víveres y cartuchos María Gamero se muestra maternal y solicita.

- Lo que quieras hombre. Lo probe nos tenemo qayudá Descansa tranquilo

Para que descanse mejor le sirve una taza una infusión misteriosa

En cuanto acaba de beberla, el bandolero cae dormido.

María Gamero lo encierra y corre a un cortijo cercano a avisar a los civiles.

Llegan en tropel al asalto de la choza.

De momento, nada descubren en el oscuro rincón donde yace el bandido.

- ¡Aquí no hay nadie! vocea un guardia a otros que se han quedado fuera.

Pero bruscamente despierto, el forajido salta entre los tricornios, retador y fanfarrioso.

¡Si que hay! ¡Aquí está Pasos Largos!

Los civiles parapetados detrás de los peñascos y los árboles rompen el fuego contra él y él contesta, pero, de pronto, en medio del fuego, recuerda que se ha dejado el dinero en el chozo.

Vuelve a recogerlo, y, siempre disparando huye

Deja a un guardia civil herido, y él va herido también Pero ¿va a poder escapar? Su única salida es un tajo de quince o veinte metros de altura Pasos Largos cierra sus ojos de gato y salta en el vacío

La rendición

No está muerto cuando llega al fondo, pero debe de estar moribundo.

Se alza trabajosamente y se ve las manos y el pecho llenos de sangre.

Apenas puede moverse.

Medio arrastrándose se pone en marcha. ¿Hacia dónde?

No lo sabe. Se deja llevar por instinto. Pro en este pobre hombre herido y débil manda el instinto social. El lo que necesita es encontrar otros hombres que le cuiden y lo amparen. Aunque sean civiles Va a Ronda. Lega al anochecer, atraviesa la ciudad sin que nadie lo reconozca y se presenta en el Café Sibajas, un sitio adonde él iba en otro tiempo a jugar.

- Don Antonio le dice el dueño-, avise usted a los guardias. Vengo a entregarme

Era el 15 de agosto. Había fiesta y había corrida. La gente lo dejó todo para acudir a verle

El ministro de la Gobernación- contaba al otro día en El Imparcial- facilitó ayer el siguiente telegrama del gobernador de Málaga:

Según informes de Ronda, al ser conducido a la cárcel el bandido Pasos Largos, fue preciso rodearle de fuerzas de la Guardia Civil, en vista de la actitud del numeroso público que pretendía acercarse a las voces de ¡Viva Pasos Largos! y ponerle en libertad. Fueron detenidos dos de los sujetos más exaltados

Epílogo

Fue condenado a noventa años de presidio, pero los indultos redujeron la pena, y en 1931 salió de Figueras.

Volvió a Ronda. El señor Villarejo, que había sido su víctima, le dio cobijo y lo colocó de guarda en una de sus fincas. El Balgallón, pero los campesinos, sublevados por el advenimiento de la República, invadían el cortijo sin miedo al antiguo bandolero. Ofendido en su dignidad de hombre temible, Pasos Largos dejo el cargo y reanudó su viejo oficio de cazador Luego lo condenaron a ocho meses de prisión por no sé bien qué; creo que por uso ilegal de armas. Estando cumpliéndolos, hace poco en la cárcel de Málaga, lo vi. yo[1]

Estampa, 24 de febrero de 1934.

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