Borrar
Celia Villalobos y Risto Mejide.
Tensión en el Chester

Tensión en el Chester

Celia Villalobos se sienta en el sillón de Risto Mejide para asumir su incómodo papel de «maruja». El confort para el de su casa, porque la charla estuvo marcada por la falta de sintonía

Ana Pérez-Bryan

Martes, 21 de octubre 2014, 01:43

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Cualquiera se pondría de uñas si antes de comenzar una entrevista le invitan a tomar asiento «en el sillón más marujil que ha encontrado el equipo». Pero Celia Villalobos suele llevarlas afiladas de casa. Por eso quizás el comentario de Risto Mejide quedó en tablas cuando ella lo despachó con una media sonrisa antes de sentarse en el estampado de patchwork del Viajando en chester. Sonrisa tensa, eso sí, porque Villalobos se sintió incómoda con ese papel de maruja y «broncas» que terminó por envolver este formato de entrevista que trata de ofrecer el otro perfil de los invitados. Algunos, más que el perfil ponen la otra mejilla, aunque ella, fiel a su leyenda del hueso en el caldito de las vacas locas hizo lo posible por convertirse en uno difícil de roer.

La malagueña es polémica y ella lo sabe, pero lo achaca a su «forma natural de hablar». «Algunos políticos prefieren la ortodoxia porque a nadie le gusta que lo puteen», admitió en uno de los momentos de la charla, que tuvo su reflejo paralelo en unas redes sociales que hirvieron por momentos. Igual que sus caldos. El punto máximo de ebullición llegó con su cerrada e incomprensible defensa a su «amigo» Rodrigo Rato, «un político ejemplar». «Sí, sí», insistió Villalobos: «Podría haberse hinchado de ganar dinero cuando fue ministro de Economía y no lo hizo. Fue honesto». Silencio al otro lado que ella aprovechó para aferrarse al y tú más que en más de una ocasión le reprochó un indignado Mejide: «¿Acaso no hay corrupción en el periodismo?». Con razón o no, el hecho es que justo ayer Rato dejó el PP, aunque ella, claro está, no pone las manos en el fuego «por nadie». Sí admite que le queman personajes como Fabra y Bárcenas, «el machismo» creciente en la juventud y el discurso de Pablo Iglesias, al que su marido Pedro Arriola llamó friki.

También habló de él y de esa relación que los mantiene unidos desde los 19 años. Afirmó que estar casada con él, asesor del PP, le ha cerrado «más puertas» que lo contrario, aunque ese umbral concreto quedó casi sin cruzar por la actitud a la defensiva de Villalobos y su abierta indignación cuando Mejide le recordó que su marido figuraba en los papeles de Bárcenas. «¡Es mentira!», se limitó a decir. Sí entró de lleno, por el contrario, en asuntos como el de su nombramiento como ministra de Sanidad a pesar de que no terminó la carrera: «¿No había nadie mejor como ministra?», se preguntó el entrevistador. «¿Y no había nadie mejor para presentar este programa?», le respondió ella. Más leña con el sueldo de los políticos. «Yo cobro 5.100 netos al mes. Cuando vuelva a ser diputada serán 3.000», admitió Villalobos dando por hecho, por otra parte, que repetirá en las listas. «Seguro que tú ganas más que yo por este programa». «Yo estoy en la privada», avisó él, que tiró de todo el catálogo de polémicas relacionadas con Villalobos pero que tuvo el detalle o el lapsus de dejar en la nevera el episodio de la bronca a su chófer Manolo a las puertas del Congreso.

No fue mejor la charla con la cuestión catalana de fondo. «Es el pueblo más europeo y culto que conozco y que de repente se ha vuelto provinciano». «¿Ese millón y pico que pide votar en la calle es provinciano?», le recriminó Mejide. «¡No mezcles, que yo en Cataluña me siento como en mi casa!». Como en el chester de su salón, pero sin Risto, le faltó decir.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios