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J. J. Buiza
Sábado, 5 de julio 2014, 03:02
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La esclerodermia es una enfermedad poco frecuente (aunque no llega a ser rara), que afecta a tres personas por cada diez mil y que supone graves trastornos físicos, emocionales y sociales. Literalmente significa piel dura y la afectación puede ser mínima (dedos y cara) o generalizada (en todo el cuerpo). Clasificada como enfermedad autoinmune (reacción del sistema de defensa del organismo contra las proteínas del propio cuerpo), ahora en Málaga está a punto de ver la luz un proyecto de investigación que podría suponer una gran esperanza para unos pacientes acostumbrados a sufrir unos síntomas que incluyen dolores articulares, musculares e hinchazón de manos y otras partes del cuerpo, además de una permanente fatiga.
Iván Pérez de Pedro, un joven médico del Hospital Regional Universitario Carlos Haya, está detrás de una iniciativa que podría derivar en un ensayo clínico sin precedentes a través de células madre. «Ahora estamos desarrollando el protocolo y trabajando en el presupuesto. Esperamos que pronto se apruebe y este mismo año podamos empezar». Se aplicaría en unos 40 pacientes e implicaría una revolución en los tratamientos utilizados hasta ahora en la esclerodermia, para la que no existe cura, sino únicamente terapias que combaten los síntomas principales.
Iván Pérez explica que el proyecto pasa por cultivar células madre mesenquimales, por su probada capacidad para generar nuevos vasos sanguíneos, e inyectarlas en aquellas zonas afectadas por inflamación e isquemia. «El potencial es muy bueno, porque es un sistema que se ha probado en otras enfermedades. Serviría tanto para aumentar el riego como para disminuir la inflamación», apunta este médico de 36 años que, pese a su juventud, está a acostumbrado a bregar con enfermedades raras y autoinmunes.
Ahora se muestra especialmente ilusionado con el que es su primer gran proyecto de investigación, en el que trabaja junto a otros dos compañeros. El equipo confía en que el tratamiento sirva para mejorar la calidad de vida de los enfermos, especialmente en una de sus derivaciones más graves y frecuentes: el llamado fenómeno de Raynaud, que afecta a los vasos sanguíneos de los dedos de las manos y pies.
Amputación de dedos
Con la exposición al frío o al estrés, el paciente puede sufrir un endurecimiento extremo y fibrosis cutánea de estas extremidades. Los dedos empiezan por ponerse blancos y se acaban formando úlceras muy dolorosas. En los peores casos hay que recurrir a las amputaciones. «El Raynaud supone una problemática muy importante, porque la persona se ve inutilizada para usar las manos», relata.
La acción de las células madre implicaría una mejoría notable en las extremidades y probablemente en los demás órganos que pudieran haberse visto dañados, aunque no una curación. Se calcula que harían falta unos dos millones de células por kilo (unos 150 millones por paciente aproximadamente), que se cultivarían dentro del propio laboratorio del hospital, dependiente del IBIMA (Instituto de Investigación Biomédica de Málaga).
Hasta ahora, ya se han llevado a cabo investigaciones similares con éxito en otras enfermedades como la ELA (Esclerosis lateral amiotrófica) o la incontinencia fecal. Iván Pérez afirma que ya hay estudios aislados que se han publicado respecto a los tratamientos con células madre de la esclerodermia, pero este sería el primer gran ensayo, con un grupo de unos 40 pacientes.
Licenciado en Medicina por la Universidad de Málaga (en la 35 promoción), Iván compagina su investigación con la consulta diaria. Precisamente ahora está terminando un máster sobre enfermedades autoinmunes.
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