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Lunes, 14 de agosto 2017, 00:16
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En la radio sonaba en bucle ‘La Bomba’ de Ricky Martin. «Boom, boom, dando media vuelta. Era el verano del 98 y los chicos bien intentaban mover las caderas como su ídolo en la pista de baile. «Boom, boom, otra vuelta más». Pero no todos eran así. Manuel Díaz Villalba, hoy conocido como D.Darko, era otro rebelde. Lejos de los ecos de Puerto Marina o Pueblo Blanco, que por entonces vivían su época dorada, su medio era El Tubo, en Fuengirola, un mítico bar de ‘skaters’ donde el golpe no era de caderas: tocaba levantar el puño y mover la cabeza arriba y abajo. «Me acuerdo de no parar de saltar con ‘Rage Against The Machine’, era nuestra banda sonora». Y mientras Zack de la Rocha desgranaba las letras antisistema de su ‘Evil Empire’, allí estaban Zafra, Nandi y «la peña de los Concrete Tree», un grupo de ‘nu metal’ cuya llama se extinguió hace diez años. En ese caldo de cultivo se cocinó D.Darko, entonces Manuel, un artista urbano en ciernes, un proyecto de grafitero pasando el verano de su vida en su pueblo, Fuengirola, y con sus colegas.
«Acababa de llegar de Barcelona, de mi viaje de fin de estudios, y venía con las pilas muy cargadas», dice D.Darko. Lo cierto es que mientras sus compañeros de clase visitaban la Casa Batlló o el Liceu de Barcelona, él prefería quedarse con algún colega en la puerta. «Era un moco de 17 años, pero contestatario. Ahora me arrepiento», suspira. Las Ramblas (las de aquel entonces) le «flipaban» y pasear por las tiendas de discos. «¡Qué discos!». «Y las fachadas, allí empecé a ver cosas casi tan importantes como las que había dentro de los edificios». Y llegó con ganas de hacer (y pintar) mucho.
D. Darko (Málaga, 1981) es un artista urbano que ha saltado de la calle a salas como el CAC Málaga, la Cuc de Antequera o la Fundación Cini Venecia. Se inició hace 20 años en el arte del grafiti, pero afirma que este es su «verano de desaprender», pasando a la abstracción geométrica
Manuel, antes de ser D.Darko, nunca había tocado una pared. «Todos hemos cogido alguna vez un rotu y hemos garabateado nuestro nombre, pero nada en plan ‘pro’». Una noche, en un concierto, se encontró con unos amigos de la Escuela de Arte de San Telmo. «Oye, ¿te vienes a pintar con nosotros?». Le apasionó la idea. «No sabía ni dónde comprar los botes». Y Álvaro ‘Baba’, entre otros, le enseñó a encontrar esos sitios abandonados de los que tanto gusta hoy. Sus paraísos. «Y así empezamos con los sprays, a conocer las texturas, las profundidades...». Hoy ya no suenan los ‘Rage’, roca Tundra: «Me ayuda a concentrarme mejor», explica.
Hay cosas que cambian, Manuel evoluciona. 20 años después, D.Darko nos dibuja la historia de aquél verano del 98 al teléfono, desde una fábrica abandonada en Torre del Mar, a lo suyo, entre sprays y pinturas. Ha pasado mucho tiempo dejando en libertad sus animales salvajes por toda Málaga. Mucho color, mucho brillo. «Ahora voy a la abstracción geométrica con el negro, el amarillo claro y el verde parís». 2017 es el verano « de la forma, el momento de desaprender». Han pasado dos décadas años desde que empezara a hacer sus primeros trazos, cualquier forma era buena entonces para dibujar su identidad.
Mientras no era nadie en el mundo del grafiti, pasaba muchas tardes de verano saltando la tapia del colegio. «Había que colarse para jugar al fútbol, ¿por qué siguen sin abrirlos para que los niños puedan jugar?», aprovecha para quejarse. Echar un pachanguita con su pandilla de ‘Fuengi’, pese al calor de las tardes de agosto. «Íbamos el Chuche, Rau, Ale, Fran, Edu... Buena gente». El resultado era lo de menos. «Ahora nos vemos de higos a brevas», se lamenta. De hecho, tienen uno de esos grupos de WhatsApp que han dado en llamar ‘Bodas, bautizos y comuniones’. Muy ilustrativo de cómo cambian sus vidas.
Elviria, en Marbella, era un punto de referencia cada verano. Otra válvula de escape. «Allí pasaba largas temporadas con mi abuela, otro rollo». Todo el día en la playa, «rodeado de guiris» y haciendo lo que más le gustaba: deslizarse con el ‘eskimi’, como lo llamamos en Málaga, o ‘skimboarding’, esa tabla de orilla tan recurrente en unas playas sin olas. «No tengo narices de montarme hoy en uno de esos, acabo ‘matao’, seguro». Manuel era el terror de los bañistas y sus tobillos.
Aunque el Manuel grafitero nacía aquél verano, realmente no sería bautizado con D.Darko hasta un par de años después. ¿Quién es realmente? Otra historia, otro verano. «Yo trabajaba en un centro comercial, en la sección de películas, y pasaban por mis manos muchas chorradas». Hasta que llegó un día Donnie Darko (2001), un thriller psicológico de culto de Richard Kelly. «Vi que yo era ese Jake Gyllenhaal, ese personaje sí encajaba conmigo». Y después de unos cuantos grafitis firmados por Donnie Darko, lo acortó en D.Darko «por aquello de no tener problemas de derechos con las productoras». Desde entonces, D.Darko se ha hecho un hueco en el panorama artístico, aunque para Zafra, Nandi , Chuche, Rau, Ale, Fran, Edu, siempre será Manu, su colega de conciertos y pachanguitas, que no olvidarán aquel verano de 1998 que, como guinda del pastel, tuvo un festival de Las Lagunas Rock como un concierto del Club de los Poetas Violentos. «Trazando grandes planes, gordos como titanes».
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