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Martes, 1 de agosto 2017, 00:46
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Cortar árboles se ha convertido, afortunadamente, en una acción que genera el rechazo vecinal frente a tantos años de desarrollismo donde las motosierras campaban a sus anchas asolando montes enteros. No hay que ir muy lejos para recordar tantos montes que se han pasado por la cuchilla para construir, lo que al final acaba siendo un problema en una ciudad como en Málaga, donde las lluvias torrenciales bajan como si cogieran un tobogan en los montes para desembocar de forma abrupta en las playas. Muchos metros de altitud en muy poco espacio, mucha pendiente, y ahí es donde empieza el problema de la erosión y la desertización.
El Ayuntamiento continúa con su plan contraincendios forestal creando fajas de 15 metros de distancia desde los árboles hasta las casas, tal y como hiciera en Gibralfaro, y estos días le ha tocado al parque El Morlaco, el único parque forestal estrictamente dentro de la zona urbana. Estas actuaciones, que han sido dirigidas por un ingeniero forestal, según explicó el concejal Raúl Jiménez en la comisión de Medio Ambiente, son más propias de finales del siglo pasado que del actual, y ahora, según ingenieros forestales consultados por este periódico, es más común que en la zona de interfase (en la que se une lo forestal con lo residencial) se vaya clareando la masa arbórea desde las casas hasta el interior del pinar, en este caso, a través de una entresaca selectiva. Es decir, no cortando una faja completa de pinos, sino dejando pies alternos. También critican que se dejen trozos de madera de tronco en el suelo, algo que crea humus y mejora el sutrato orgánico, pero que se hace generalmente en invierno porque en verano, de producirse un incendio, se convierte rápidamente en combustible vegetal dispuesto a arder.
Vecinas como Encarnación O. y Esther D, que preferían no dar sus apellidos, se quejan de que el plan contraincendios se ha centrado en el perímetro de El Morlaco cuando hay decenas de pies (ejemplares) de pinos apiñados en el interior, que compiten por el espacio y que están llenos de ramas secas, «lo que sí que es un verdadero peligro», subrayaba Esther. Dentro, según consultas a ingenieros forestales, sí que habría que hacer un tratamiento selvícola adecuado, teniendo en cuenta que de producirse un incendio dentro de esta zona, los troncos de los árboles que están muy juntos acabarían siendo una auténtica pira de fuego difícil de apagar por la gran cantidad de combustible vegetal que acumulan (ramas secas).
El director de Parques y Jardines, Javier Gutiérrez del Álamo, subraya que el plan tiene como objetivo proteger a los vecinos de un posible incendio forestal y adelanta que en otoño la faja perimetral del parque El Morlaco contará con otras especies arbustivas menos combustibles que los pinos y después del verano se empezará a actuar en el interior apeando pies de pinos, que necesitan un clareo, que correrá a cargo del nuevo contrato de zonas verdes que entrará en vigor a finales de este mes. Con las talas se aprecian algunos ejemplares jóvenes de algarrobos y quejigos, que deberían cuidarse para que prosperaran porque son propios del monte mediterráneo original y mejorarían sustancialmente la biodiversidad de este espacio, que es de pinar de repoblación.
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