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Lunes, 21 de agosto 2017, 09:45
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La petición al Ayuntamiento de que se instalen unos bancos en la Alameda de Capuchinos para poder sentarse los vecinos de la zona no es nueva y ya nos hemos hecho eco de ella en estas mismas páginas. La reclamación parece que ya ha sido formulada de manera oficial, aunque son varios los vecinos que se dirigen a esta sección para que nos hagamos eco de la necesidad de que se instale ese mobiliario urbano en la amplia avenida. Así, según expone Javier Azuaga, «son muchas las personas mayores de edad en esta zona que echan en falta unos bancos donde sentarse». Argumenta este vecino que la Alameda de Capuchinos «es suficientemente amplia como para poder instalar a lo largo de la avenida unos bancos como existen en otras zonas de la ciudad. Y dice que ello reconfortaría enormemente a muchas personas mayores que afirma acuden al mercado de Salamanca, en el Molinillo, a comprar y se les hace muy largo el trayecto de regreso, teniendo en cuenta además que deben subir la calle Capuchinos que es cuesta arriba. «Con los bancos instalados, esas personas podrían descansar y seguir su trayecto sin sobresaltos, ya que se ha producido ya algún que otro incidente de personas que se han sentido fatigadas y no han tenido donde sentarse a descansar». «Esperamos que el Ayuntamiento tenga en cuenta nuestra petición y coloque esos bancos que solicitamos cuanto antes», concluye.
Junto a la Alameda de Capuchinos llama la atención la calle Argüelles, una callecita peatonal y perpendicular a la propia alameda que se encuentra a la mediación de ésta y que destaca por la gran cantidad de macetas que tiene. Las plantas han sido cuidadas hasta hace unos meses por una vecina de esta calle, Lola, una mujer muy querida por el vecindario que falleció hace unos meses y que era una gran amante de las plantas. Hasta el punto era así que según relatan los vecinos, durante muchos años ha cuidado no solo de las numerosas macetas que adornan esta calle, sino también de otras muchas plantas más, árboles incluidos, que ella misma había plantado con mimo y también su marido en una pastilla de terreno que hay en el otro extremo de esa calle. Sus vecinos y sus amadas plantas echarán mucho de menos a esta mujer.
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