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Fernando Torres
Martes, 19 de diciembre 2017, 17:31
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Sentimientos congelados, en un cuadro, en una escultura o en un simple garabato. Las paredes de los museos han visto a lo largo de la historia cientos de miles de mensajes plasmados de múltiples formas. Las de la sala de exposiciones de la Fundación Picasso se han llenado desde este martes de piezas que van más allá del arte, ya que son el resultado de un largo y frágil proceso: el final de un camino que ha apartado a ocho enfermos mentales de las calles y les ha dado la oportunidad de devolverle a la sociedad la ayuda recibida.
'Picasso. Ventana abierta' es una iniciativa en la que han participado el Área Didáctica del Museo Casa Natal Pablo Ruiz Picasso y la Unidad de Gestión Clínica de Salud Mental del Hospital Regional de Málaga. Los responsables de ambas entidades han trabajado a lo largo de quince sesiones repartidas en seis meses para que, mediante un estudio exhaustivo de la vida de Picasso, los pacientes se conocieran a sí mismos, desarrollaran artes plásticas y, sobre todo, normalizasen su convivencia con la sociedad, ya que muchos de ellos estaba en riesgo extremo de exclusión social (algunos estaban viviendo en las calles cuando comenzó el programa).
Según explica Francisco Durán, enfermero de la unidad de Salud Mental y coresponsable del proyecto, el trabajo artístico con los pacientes tiene "una doble función". Por un lado, la exposición les hace sentirse importantes, protagonistas "sin trastornos" que pueden devolverle a la sociedad lo que han recibido en ayudas. Además, "trabajar fuera del entorno hospitalario es muy positivo", ha explicado Durán, ya que esta "normalización" permite un contacto muy diferente entre los pacientes y su entorno, tanto con los profesionales sanitarios como con el resto de la sociedad.
Rosa López, responsable del Área Didáctica del Museo Casa Natal, explica que Picasso "da mucho juego" para este tipo de actividades, por la variedad de estilos con los que expresó sus sentimientos y porque fue "un adelantado" que se enfrentó a su familia para romper los límites del conservadurismo y luchar por sí mismo. "A lo largo de las quince sesiones hemos estudiado la vida del pintor, su ciudad, los sitios que le marcaron, y también han conocido otros autores de otros espacios culturales". Todo este proceso ha permitido que los pacientes se asomen a la ventana de sí mismos y expresen lo que han visto en una revisión de la perspectiva picassiana de las cosas.
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