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No era la primera vez que acudían al distrito de Cruz del Humilladero tras la llamada de Juan José, un obeso mórbido de 300 kilos y 52 años cuya falta de autonomía había llegado al punto de que cada vez que tenía que moverse había que avisar a una dotación de bomberos. «Habían venido muchas veces, pero lógicamente los bomberos decían que no podían desplazarse a cada rato porque tenían que atender otras urgencias», justifica Lola Suárez, hermana de Juan José, quien confirma que en la última semana «las cosas habían empeorado mucho y ya no podía moverse».
«Yo venía de vez en cuando a arreglar las cosas y a limpiar, pero estaba claro que a mi hermano tenían que controlarlo», añade Lola visiblemente aliviada porque ese ‘algo’ para controlarlo ha llegado. Lo hacía ayer en forma de ingreso hospitalario en el Clínico Universitario, a donde llegó Juan José al filo de las tres de la tarde tras una compleja operación de traslado que necesitó de varias horas y de un dispositivo especial de ocho bomberos para trasladarlo desde su vivienda hasta el centro sanitario, donde será sometido a vigilancia y al tratamiento de su enfermedad. Fuentes del hospital confirmaron que el paciente ingresó en el Servicio General de Urgencias, donde se le va a hacer un estudio de su estado y quedará pendiente de evolución. Además, avanzaron que es un cuadro «complicado».
La operación comenzaba a primera hora de la mañana, cuando Juan José, que había llevado una vida relativamente autónoma salvo en los últimos días, recibió la visita en su casa de la edil de distrito, Teresa Porras, y del doctor José Rivas, especialista en obesidad y enfermedades metabólicas. Tras un examen de su estado, el especialista confirmaba que Juan José ya tenía un «encharcamiento en los pulmones» –según avanzaba su hermana– y que era necesario tratarlo.
La voz de alarma sobre su situación, y que desencadenaba esta visita y el posterior traslado al hospital, la daba el propio Juan José hace unos días con una llamada telefónica a la cadena Ser: llevaba más de una semana sin poder levantarse de la cama «y sin poder cambiar de postura a causa del peso», añadía Lola. Las llamadas diarias a los servicios de emergencias para que le ayudaran a moverse –cosa que no siempre conseguían– no hacían más que constatar que, sin ser una urgencia porque no había habido una caída, el estado de Juan José necesitaba de una respuesta médica inmediata.
El operativo contó con ocho bomberos, policía local y un equipo de los servicios sociales municipales, que atendían a Juan José desde hace más de un año y a quien incluso le habían tramitado la dependencia de grado 2, según confirmaba ayer la directora del Área de Derechos Sociales del Ayuntamiento de Málaga, Ruth Sarabia.
Una vez en casa de Juan José, los bomberos tuvieron que trabajar con cuidado porque el paciente estaba muy débil y necesitaba oxígeno. Al hecho de no moverse desde hacía una semana y de tener encharcados los pulmones se sumaba una hemorragia provocada por la rotura de una vena. «Ha sido todo muy lento dadas las dimensiones del paciente», confirmaban ayer fuentes de bomberos, quienes hacían referencia incluso a la dificultad de pasar de una habitación a otra porque rozaba con todos los marcos de las puertas. Juan José tuvo que ser atendido por la Unidad Médica de Bomberos y una vez en la calle una ambulancia equipada con una camilla especial para trasladar a pacientes con obesidad mórbida lo trasladó hasta el Clínico. Pero una vez allí las dificultades continuaron, ya que la camilla mecanizada estaba preparada para 250 kilos y el peso de Juan José supera los 300: los fusibles del aparato saltaron varias veces y hubo que rearmar la camilla para acceder a las instalaciones del Clínico.
Una vez allí, los especialistas valoraron el estado de Juan José que quedó ingresado en urgencias. Esas mismas fuentes avanzaron que la intervención quirúrgica para tratar la obesidad mórbida ha de realizarse bajo condiciones muy estrictas y que en el caso de Juan José se valorará «siempre que su estado se lo permita». En cualquier caso, se descarta que sea a corto plazo.
Sobre las causas que han llevado a su familiar a esta situación, Lola admitía que «en el último año las cosas se habían ido de las manos». Las cosas y el peso, porque desde los servicios sociales municipales –que le enviaban ayuda a domicilio todos los días durante dos horas desde hacía más de un año– confirman que en los últimos doce meses el peso de Juan José se había multiplicado de forma evidente y que incluso desde la pasada Navidad había recibido la visita de la Unidad de Emergencia Social para abordar su caso al menos en una decena de ocasiones. «En el último año no podía salir a la calle ni ir al médico que le controlaba la ansiedad, así que sin las medicinas y con los problemas emocionales y de depresión que tenía encontraba el refugio en la comida», explica Lola, quien mantiene la esperanza de que ahora su hermano pueda recuperar las riendas de su vida.
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