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Trini, Miguel, Rosario, Tere, Dani, Ana y Loli, en un desayuno en un piso de Miraflores de los Ángeles . P. R. Q.
Dani Pérez: ¿Qué me pediríais si fuese el alcalde?

Dani Pérez: ¿Qué me pediríais si fuese el alcalde?

La Casona del Parque ·

El portavoz socialista monta un ‘coffee party’ con vecinos de los distintos barrios para conocer los problemas que les aquejan y buscar soluciones

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Lunes, 4 de diciembre 2017, 00:18

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Ring. Suena el portero electrónico. ¿Sí? Soy Dani Pérez. Sube hijo, le dice cariñosa Trini, del barrio de Miraflores de los Ángeles, el que vio nacer al portavoz socialista, que ha iniciado una ruta de ‘coffee party’ andaluz para darse a conocer entre los vecinos y hacerles una pregunta, que aguanta con destreza hasta el momento adecuado. «Bueno, y si yo fuese alcalde de Málaga, ¿qué me pediríais?». Así acaba la ronda de reconocimiento en la que señoras, y un varón encantado con la charla, le reciben y conversan animadamente durante una hora y media.

Hoy el gancho es Trini, amiga de la madre de Pérez, que nada más abrirle la puerta, le recuerda el dedal que le trajo de Praga, el mismo que atesora con una colección que ocupa una estantería de más de un metro de altura. «Mira, los dos mejores son éstos», explica Trini, y enseña dos sencillos de metal. Básicos. ¿Por qué? Eran de mi madre.

Van llegando las vecinas, y «amigas ante todo, de toda la vida», explica la anfitriona. Rosario, Tere, Ana y Loli, jubilada que cuenta muy resulta cómo vendía el periódico SUR en la plaza de Uncibay, al lado de Doña Mariquita. «Desde luego, que no nos ha dicho a qué veníamos», se ríen guasonas.

Trini y Miguel han preparado café y Dani deposita en el centro de la mesa los churros tipo porra para desayunar. Son las diez.

Tras una introducción de Pérez del por qué de la visita para testar qué se siente y qué piden los vecinos de los barrios de Málaga, les hace la citada pregunta. Miguel, que ha sido empleado en la Gerencia de Urbanismo, le pide que mejore el número de policías en Málaga, su falta de policía es una realidad palpable. «Vas al Centro y te encuentras tres o cuatro coches de policía y aquí si ves uno eres un privilegiado», explica, al tiempo que añade que el voto del Centro tiene el mismo valor que el de los barrios. Pérez le indica que faltan 252 policías en las calles de Málaga. «Pero para las multas a los coches sí hay policía, está claro», añade Tere.

Trini lo tiene meridianamente claro. Quiere trabajo. Tiene a sus dos hijos en paro «y comiendo en casa». Muestra sus fotos. Uno de ellos, de la época en la que había mili. «Mira qué guapo», se emociona. Auxi dice que la gente joven está desesperada, que necesita estar ocupada.

Para Loli son también importantes los jardines, y Pérez hace valer el gran parque central en las torres de Repsol que propugna el grupo socialista. Miguel le hace ver que también sería interesante preguntar por la pastilla que hay al lado del instituto de Miraflores de los Ángeles para crear una zona verde en una barriada tan masificada de edificios. Pérez le promete que mirará qué tipo de suelo es y estudiará una propuesta si es posible.

Las mesas de bares y de tiendas de fruta que invaden la barriada le inquietan a Loli, que dice que da muy mal aspecto. «Las sillas también estorban aquí, no sólo en el Centro, es que no se puede ni pasar por algunas calles», explica Tere, que añade que el colapso se produce en Nuestra Señora de los Clarines y la plaza Bocanegra.

Cafés. Pérez aprovecha para contarles que en la sede del PSOE han montado un Gestrisam de andar por casa en el que han atendido a más de 400 personas que tenían problemas con la hipoteca y han obligado a bancos a aplicar los códigos de buenas prácticas, y les explica que apoya, desde su grupo la eliminación de las plusvalía mortis causa, una medida que, explicada, le parece buena a todos. A ciertas edades, el problema se entiende muy bien.

Pérez se despide. Besos a todas y la mano a Miguel. Por el ascensor subraya la influencia que ejerce sobre él la lectura de ‘John F. Kennedy. (Discursos 1960-63). Una presidencia para la historia’, y cómo el político encanto estadounidense organizaba sencillas veladas de té, con la ayuda de sus hermanos, para llegar al ciudadano medio como un líder accesible, que no rehuía el contacto directo con los electores, pues se debía a ellos y debía recordárselo con gestos y palabras. «La accesibilidad y la cercanía van a ser mis fuertes. Y estar en la calle también;a eso no me va a ganar nadie», termina al llegar abajo. Dani coffee break.

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