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Carballo y Muñoz Gambero, detrás un muro ibero-púnico de los siglos IV y V antes de Cristo
Ciudadanos se patea el cerro de la Tortuga y pide un parque arqueológico en este enclave

Ciudadanos se patea el cerro de la Tortuga y pide un parque arqueológico en este enclave

La Casona del Parque ·

Carballo demanda inversión para recuperarlo y pedirá en el pleno que Málaga se postule como sede del Congreso Internacional Fenicio Púnico

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Lunes, 23 de abril 2018, 01:37

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Llega con dos ejemplares de su obra, un bastón bien robusto y una sonrisa. Un libro y una lección práctica sobre el terreno. Abajo, la avenida Carlos Haya y la residencia militar Castañón de Mena. Arriba, el Cerro de la Tortuga. El concejal naranja Alejandro Carballo se presta encantando a la subida, para la que se pertrecha de agua, galletas y unas botas de montaña. Nada más empezar, el bastón del historiador y arqueólogo malagueño Juan Manuel Muñoz Gambero señala unas grandes rocas. «¿Lo veis?, son prehistóricas, grabadas, y aquí restos de un acueducto púnico o romano. Allí letras o grafemas, allí lo que era la cabeza de un caballo. Pena que la intemperie lo esté borrando todo». El visitante alucina literalmente con las decenas de señales de las civilizaciones milenarias, expuestas, perdidas, abandonadas al paso de los años sin más techo que en el cielo. Desde el Paleolítico, 15.000 antes de Cristo; Neolítico, 3.000 antes de Cristo, y restos ibéricos, fenicios, púnicos y romanos, como apunta el cicerone.

Ceremonioso, Muñoz Gambero guía la pequeña expedición urbanita hasta la cima. Algunos de los que suben son hijos del asfalto, pero el ascenso promete recompensa. Toda Málaga a vista de pájaro. El arqueólogo malagueño descubrió este yacimiento el 20 de diciembre de 1959 gracias a un vecino de Teatinos que le cuenta que, de la tradición oral, había llegado hasta él que en el monte Coronado del Camino de Antequera había una cueva con huesos de grandes animales prehistóricos. En su primera visita, como narra, observó atónito un campo minado de fragmentos de cerámica y una pieza de hacha votiva en jaspe. Entonces, y como cuenta en el volumen 'El Cerro de la Tortuga. El templo y la necrópolis ibero-púnica de Málaga' rebautizaron el cerro como de la Tortuga para que no se confundiera con el monte Coronado de la Palmilla. En el mismo se encuentran restos de un templo con una serie de dioses por determinar, una necrópolis y lugar de recreo y peregrinación.

Por el camino Muñoz Gambero explica que él decidió ser arqueólogo al enamorarse de pequeño de la vida de Helena de Troya, y a su lado Carballo apunta que lo suyo siempre fueron las aventuras de Indiana Jones. «Veis ese edificio marrón y verde, ahí vivía yo de niño con mis padres. Recuerdo una manifestación que fuimos los vecinos del Camino de Antequera para que se protegiese este yacimiento cuando tenía unos 14 años». Su protección es muy reciente. No fue Bien de Interés Cultural (BIC)hasta el año 1999. De hecho, como afirma Muñoz Gambero, en su día tuvo discusiones con la otrora alcaldesa Celia Villalobos porque en el planeamiento aparecía como urbanizable no programado y a él se lo llevaba los demonios. Subraya, sin pelos en la lengua, que nadie ha hecho nada por protegerlo, y que cada vez está más degradado. «Pero debajo está todo, bueno todo lo que no han expoliado ya», añade mientras va mostrando pequeñas excavaciones en el terreno. Recuerda que parece ser que un expoliador, o mangante, según se le quiera llamar, encontró un carro de bronce tirado por cuatro caballos y un corcel.

Pese a sus 76 años sube con agilidad ayudado por su fiel amigo de madera mientras cuenta dulcemente lo que aconteció en el cerro. Una historia muyyyy larga, de la que Málaga aún no se ha hecho verdadero eco. Para. «¡Mira!, la boca de un ánfora púnica del siglo IV». Coge la libreta de la que suscribe, y la dibuja. «En el Museo de Málaga la encuentras», añade. Pero se apena, en él no hay ni una referencia al Cerro de la Tortuga. «Así somos» (de descastados, parece que le falta decir).

«Ahí siete tumbas destruidas, y arriba, restos de basamentos de columnas, seguramente de madera, que eran del templo; y los restos de una estructura muraria», que está tan bien hecha que parece un muro de mampostería de los que hacían los ingenieros de Montes a principios del siglo pasado. Impresionante. Al lado, un pozo en que arrojaban gran parte de los animales sacrificados en el templo, pero como cuenta Muñoz Gambero nunca se han adentrado en él porque en su día encontraron restos de artillería de la Guerra Civil española, seguramente de los italianos, que entraron por esa zona en la toma de Málaga.

El terreno es de Vera, y ya en su día Francisco Vera, que falleció en julio del año pasado, quiso realizar un parque arqueológico con la ayuda de Muñoz Gambero, como cuenta éste, y abajo, fuera del enclave, construir seis pequeños edificios para costear la inversión. «Pero desistió de la idea cuando vio la mala acogida de las administraciones, que no querían poner ni una peseta», apunta apenado. ¿A que la historia les suena tremendamente familiar? Ahora Ciudadanos se propone romper esta terrible tendencia y pide inversión para acometer por fin el parque arqueológico y en el pleno instará al Ayuntamiento para que Málaga se postule como sede del próximo Congreso Internacional Fenicio Púnico y se dé por fin a conocer a los malagueños cuáles eran sus ancestros en esta interesante época por la que hemos pasado de puntillas. «Es el lugar más antiguo de Málaga y desde hace más de 2.500 años no se ha tocado, no se ha construido. Puede parecer una tontería, pero yo creo que es un lugar único, mágico y sagrado, que merecería otro trato por parte de la ciudad», sentencia Muñoz Gambero. Arriba el cerro, abajo Málaga.

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