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Viernes, 5 de enero 2018, 23:11
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La ilusión por la llegada de los Reyes Magos fue más fuerte que el temporal. La lluvia y el viento, que hasta el jueves pintaban un panorama oscuro, respetaron íntegramente el desarrollo de la Cabalgata en la capital, que se produjo sin incidencias, gracias al trabajo conjunto y desinteresado de unos 1.600 voluntarios, además de los efectivos de seguridad. Hasta 200.000 personas, en su mayoría familias con niños (según cálculos aproximados de la organización) abarrotaron las calles del Centro para aclamar a sus Majestades, pedirles caramelos y recordarles la lista de regalos para hoy. Aunque casi siempre suele ser el preferido, el protagonista indiscutible ayer fue el rey Baltasar, que por primera vez estuvo representado por Brahima Traore, un ciudadano español de raza negra, originario de Costa de Marfil.
Este cambio –tradicionalmente, lo representaba un político– se produjo a petición del grupo municipal Málaga Ahora y, de hecho, las concejalas de esta formación le acompañaron en el cortejo. El honor de ser Melchor correspondió al periodista Fernando del Valle, director de ABC Andalucía; mientras que Gaspar se encarnó en Emilio Betés, hermano mayor del Santo Sepulcro.
La segunda gran novedad de los festejos tuvo lugar una vez terminado el recorrido oficial, ya entrada la noche, a causa del retraso y de los continuos parones en el desfile. Los Reyes representaron, por primera vez, una ofrenda al Niño Jesús en un Belén viviente instalado en la puerta de la Catedral. Las celebraciones se cerraron con un concierto de la Escolanía del Orfeón Universitario.
Los actos comenzaron varias horas antes. A las cinco de la tarde, los Reyes Magos y sus cortejos partieron desde la Alcazaba en dirección a la Casona del Parque, sede del Ayuntamiento, donde fueron recibidos por el alcalde, Francisco de la Torre, y el resto de concejales de la Corporación municipal. Tras saludar desde el balcón, fue el turno de Jesús Miguel Pérez Amezcua, de 11 años, alumno del colegio La Goleta y ganador el pasado año del Pregón Infantil de Semana Santa (pertenece a la Cofradía de Crucifixión). En representación de los niños y niñas de la ciudad, el joven leyó una emotiva carta en la que pidió «trabajo para todo el mundo, respeto e igualdad para las personas que sean de una manera o de un país diferente». Pero Jesús Miguel también tenía su ilusión infantil, y no se resistió a pedir para sí mismo un videojuego, unos cascos «para hablar con mis amigos mientras jugamos a la ‘Play’», y algo de ropa. Ayer mismo recibió de manos del regidor un regalo adelantado, en agradecimiento por dar voz a la infancia malagueña.
Una vez completado el protocolo, hacia las 18.00 horas se formó la Cabalgata en las puertas del Ayuntamiento, y comenzó su lento devenir por el Parque. «¡Caramelos, caramelos!», era la consigna más coreada entre los pequeños y sus padres, que rivalizaban en ilusión. Y estos no faltaron: la comitiva repartió 12.000 kilos de golosinas sin gluten, equivalentes a unos cuatro millones de piezas. Y para que todos puedan disfrutar, desde la primera carroza, la del Rey León, se repartieron dulces que tampoco tenían azúcar.
«¡Mamá, son los Reyes Magos!», gritaba una pequeña en brazos, que podría hablar por la mayoría de los presentes. «Sí, Laura, vamos a pedirles que nos echen muchos caramelos», fue la respuesta, con una sonrisa comparable a la de la pequeña. Los críos iban coreando los nombres de los personajes de dibujos animados que aparecían representados frente a ellos: los protagonistas de ‘Frozen’, 101 Dálmatas, Hotel Transilvania, ‘Scooby-Doo’ y así, hasta catorce carrozas, tres reales y once de acompañamiento. Muy aclamada la de la Fundación Andrés Olivares, novedad en esta edición. Como protagonista, el personaje de Batman, que, junto a los ‘superhéroes de corazones’, que también estaban en el cortejo, se dedican a prestar ayuda emocional a niños que sufren cáncer y a sus familias.
La música la pusieron tres bandas de cornetas y tambores, la de Bomberos, la del Paso y la Esperanza y la de Fusionadas; y entre los pasacalles había grupos locales de baile y patinaje artístico, como el del Club Deportivo Maristas. La Agrupación de Cofradías se hizo cargo de las tres carrozas con alegorías de la Navidad: la Natividad, los ángeles y los pastores. Estos se mezclaban con Osos Amorosos y demás personajes infantiles y de animación profesional. Tampoco los carteros de Correos y los repartidores de Burger King, con sus motos, quisieron faltar a la cita con la noche de la ilusión infantil.
El largo cortejo discurrió, entre fuertes medidas de seguridad y prevención de accidentes, por la avenida de Cervantes, General Torrijos, Parque, plaza de La Marina, parte de la Alameda Principal hasta Puerta del Mar, Atarazanas, Arriola, Pasillo de Santa Isabel, Carretería y Álamos hasta la plaza de la Merced. La fiesta terminó justo a tiempo para que los niños pudieran irse a la cama pronto; para que los Reyes Magos comenzaran su periplo, casa por casa. Y para que la temida tormenta llegara a la ciudad, donde tenía previsto descargar el aguacero pasada la medianoche.
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