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Alvaro Frías e Ignacio Lillo
Málaga
Miércoles, 15 de noviembre 2017, 01:12
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El trasiego de vecinos en el local en el que se ubica la Entidad Urbanística Colaboradora de Conservación de Miraflores del Palo fue incesante durante la jornada de ayer. Acudían a las instalaciones para preguntar a los trabajadores por la situación que están viviendo y exponer sus experiencias.
«Llamaron a la puerta las tres de la madrugada. Cuando me levanté mi hija ya estaba hablando con un policía, que le había avisado de que no podíamos beber ni ducharnos a causa de un vertido tóxico». Es el testimonio de Rubén Candela, uno de los residentes afectados.
Y es que la policía recorrió las casas de la zona para alertar a los vecinos del vertido. Algunos de ellos ya se habían dado cuenta de que algo no iba bien cuando abrieron los grifos de sus casas. «Era como una fiesta de la espuma», relataba uno de ellos.
Sin embargo, no todos se enteraron en la pasada noche del lunes al martes de lo que había pasado. «Me he levantado esta mañana y no había agua en la casa. He salido unas horas y, al volver, seguía sin suministro, por lo que me he acercado a la entidad para preguntar por lo que estaba pasando», indicaba Josefa Zamorano.
También se vieron afectados por la situación varios negocios que hay en la zona. Raquel Cruces trabaja en una clínica veterinaria y explicaba que, al percatarse del corte del suministro, tuvieron que comprar garrafas de agua para poder continuar con sus actividades: «No salía nada de agua del grifo, así que las hemos comprado, y así iremos tirando hasta que todo se solucione».
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