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Juan Cano
Domingo, 4 de junio 2017, 00:56
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«¿Soy yo el malo?», le preguntó el niño a la psicóloga de ojos claros y escrutadores. «Para nada, cariño, tú siempre vas a estar protegido, pase lo que pase», le respondió ella, en tono maternal. «Es que la cámara una de las que hay repartidas por la habitación, disimuladas entre el mobiliario se ha girado hacia mí, como en las películas», reflexionó un enano de ocho años que no levantaba una cuarta de la mesa. A todos, a un lado y otro del cristal, se les escapó una sonrisa.
Él no lo sabe, pero ha sido uno de los primeros usuarios de la Cámara Gesell, una instalación pionera en Andalucía y casi en España que funciona desde hace unos meses en la Ciudad de la Justicia de Málaga. En síntesis, es una sala de interrogatorios para menores (el término jurídico es exploraciones) que consta de dos habitaciones separadas por un cristal opaco en uno de sus lados, pero que permite ver todo lo que sucede desde el otro.
La cámara, ideada por el psicólogo y pediatra estadounidense Arnold Gesell (1880-1961), responde a una antigua reivindicación de los profesionales malagueños que trabajan con menores, aunque la verdadera impulsora ha sido la gerente de la Ciudad de la Justicia, Rosario García Morillas. «Vi un vídeo en que se plasmaba todo lo que tenía que pasar un chaval que era víctima de un delito, desde su exploración en comisaría, luego en el juzgado de guardia, después en el de instrucción y finalmente en la sala de vistas. El niño, al final de todo ese proceso, ya no sabe ni lo que dice», explica ella.
Un vídeo revelador
Tras ver aquel vídeo que le mostró el juez de Familia José Luis Utrera, Rosario se convenció de que había que crear una infraestructura para evitar la «revictimización» de los menores, una palabra repetida hasta la saciedad por los psicólogos forenses del Instituto de Medicina Legal (IML) de Málaga, María Francisca Robles y Fabián Cerón, y que no significa otra cosa que evitar a los niños el tortuoso recorrido de una instrucción judicial, que se vuelve especialmente duro en los casos de abusos o agresiones sexuales, donde ya se ha empezado a utilizar esta sala.
De hecho, de la treintena larga de interrogatorios donde se ha usado esta instalación, la mayoría corresponde a un mismo caso, el del entrenador de fútbol base J. C. C. F., que está en prisión desde el pasado diciembre acusado de abusos o de intercambiar imágenes sexuales con menores, y que acumula ya 23 víctimas, tal y como adelantó SUR (ver edición del pasado 20 de abril).
La Cámara Gesell ha cambiado ese laberinto judicial por un pasillo recto de puertas azules lleno de pegatinas de pisadas de diferentes colores que muestran el camino, cual Pulgarcito. Con la complicidad del director del IML, José Caba, y también del secretario del instituto, José Castillo, la gerente de la Ciudad de la Justicia de Málaga partió en dos la antigua sala de espera de menores y familia para transformarla en una sala (infantil) de interrogatorios.
El resto se llama imaginación. El lado del menor parece una habitación sacada del catálogo de Ikea. En un extremo, pegadas al cristal, están la mesa y tres cómodas sillas de color blanco. Enfrente hay un moderno sofá de color azul y, en el centro, una divertida alfombra hecha de cuadrados de tela que Rosario compró apresuradamente en Leroy Merlin días antes del estreno. A la vista hay macetas, peluches, libros y algunos cuadros pintados por adolescentes infractores internados en el centro de reforma almeriense Tierras de Oria. Los cuatro micrófonos y la cámara pasan inadvertidos entre ese mobiliario lúdico de la sala, que está totalmente insonorizada. Sólo los adolescentes y algún niño avispado se dan cuenta de dónde están.
Prueba preconstituida
El otro lado parece una minisala de control de un plató de televisión. Un gran hermano judicial. Hay una pantalla gigante, un sistema de grabación y varios asientos con sus respectivos micrófonos que, en una declaración real, son ocupados por el juez, el fiscal y los abogados. La exploración al menor se hace en presencia del detenido o investigado, si lo hubiera. «Uno de los objetivos principales es que sirva como prueba preconstituida, de forma que se pueda utilizar en todo el proceso y el menor no tenga que volver a pisar un juzgado», aclara María Francisca Robles desde su despacho en el IML, que está lleno de peluches.
La mecánica es sencilla. El menor se sienta en la silla que está frente al cristal y a su lado se coloca uno de los psicólogos forenses. No hay nadie más en la habitación para crear un «ambiente de privacidad». Realmente, la palabra interrogatorio es el sinónimo menos acertado. «Tras estudiar el caso, hacemos una entrevista abierta encaminada a que el niño o el adolescente hablen con tranquilidad», explican estos profesionales del IML.
Los psicólogos utilizan un pinganillo el próximo paso es usar uno transparente para que pase más desapercibido a ojos de los niños desde el que escuchan las preguntas que formulan el juez, el fiscal o los abogados. Y lo más importante, las adaptan desde el punto de vista sintáctico desde la frialdad de la jerga jurídica hasta el lenguaje infantil para que el menor no se bloquee. «Así también se evita que las preguntas constituyan un sesgo al contenido de la declaración que se pretende obtener, ya que el interrogatorio en sala puede coartarlos», apuntan los especialistas.
Aparte de su utilidad en la exploración, la Cámara Gesell se ha revelado ya como un instrumento útil para evaluar la credibilidad de las víctimas en casos de abusos o agresión sexual. Al quedar grabada, no se pierden «elementos de prueba» y los psicólogos pueden detenerse en detalles que en una declaración a veces pasan inadvertidos, además de estudiar el lenguaje no verbal.
Algunos juzgados de instrucción de la capital hanempezado a utilizarla ya con frecuencia y existe un alto nivel de «contento general» con el resultado, afirma Rosario García Morillas. El siguiente reto, concluye la gerente de la Ciudad de la Justicia, es extender su uso a los juzgados del resto de la provincia, ya que además permite realizar la exploración del menor mediante videoconferencia.
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