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Ignacio Lillo
Miércoles, 31 de mayo 2017, 00:23
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La Farola es mucho más que un faro, es uno de los símbolos de la ciudad más queridos por los malagueños, y como tal celebró ayer sus doscientos años de historia. Lo hizo arropada por las principales instituciones de la provincia, en un acto que sirvió para recordar su pasado glorioso, pero también su futuro prometedor. De su origen, motivado por el desarrollo del puerto para la exportación de vino y pasas, a un presente en el que el monumento se reinventará y se convertirá en un museo del mar, tras desprenderse de su uso como guía de los barcos.
El presidente de la Autoridad Portuaria, Paulino Plata, actuó como anfitrión en el arranque de los actos, en una cita en la que participaron el alcalde, Francisco de la Torre; el delegado del Gobierno andaluz, José Luis Ruiz Espejo; el subdelegado del Gobierno, Miguel Briones; el diputado provincial de Cultura, Víctor González y el presidente de Unicaja Banco, Manuel Azuaga, entre otros. Estuvieron arropados por varios representantes municipales, de la comunidad portuaria y de algunas de las principales empresas exportadoras e importadoras de la provincia, así como de la sociedad civil, en entidades como las academias y los colegios profesionales, entre otros.
Los académicos Francisco Cabrera y Manuel Olmedo son los autores de la exposición que centra la primera parte del programa conmemorativo, una muestra de un centenar de mapas y planos antiguos, muchos de ellos inéditos, que recorren la historia de este símbolo y de los muelles de la capital, y que se han recopilado también en un libro.
Posteriormente, del 2 de junio hasta el 30 de septiembre tendrá lugar debajo de la pérgola del Palmeral (muelle 2) una exposición de esculturas de Elena Laverón también presente ayer bajo el título «Caminantes por el Puerto», un homenaje a los más de nueve millones de visitantes que el año pasado recorrieron la zona. Los conocidos versos de Manuel Alcántara «por la mar chica del puerto» cantados por Mayte Martín, pusieron el broche a la celebración.
De faro a museo
Al caer la noche, la Farola se iluminó de colores para recordarle a la ciudad que estaba celebrando su bicentenario. A pesar de su edad, este no es más que el principio de la segunda parte de su trayectoria, a la que el presidente del Puerto se refirió durante su presentación. Y es que la torre dejará de funcionar como faro a finales de este año, para convertirse en un museo sobre la historia marítima de la capital, y en un mirador privilegiado sobre la Bahía.
El proceso arrancará con el traslado de los equipos técnicos, especialmente la linterna y el radar, a unas nuevas instalaciones en el Dique de Levante. Posteriormente, durante 2018 y con un presupuesto estimado de unos 700.000 euros, se pondrán en valor la primera y la segunda planta y las terrazas, con un programa museológico y de diseño interior que permitirán darle una nueva vida al monumento.
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