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Aspecto que presenta el cauce del río tras el desbroce que se está realizando estos días.
Un desbroce que ha tardado

Un desbroce que ha tardado

Ha debido pesar más el peligro de incendio que el riesgo de lluvias para que limpien al fin el cauce del Guadalmedina

José Manuel Alday

Lunes, 29 de mayo 2017, 08:47

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El milagro se ha obrado. La semana pasada la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía, a través de la Agencia de Medio Ambiente y Agua, emprendió las tareas de desbroce del cauce del Guadalmedina, en el que la vegetación había crecido de forma salvaje e incontrolada tras seis años sin que se haya llevado a cabo esta labor. Una situación que había sido denunciada en reiteradas ocasiones en estas mismas páginas y que ha llegado al punto de que en algunas zonas del cauce hayan crecido árboles de varios metros de altura, por lo que quién sabe si ha debido pesar más el riesgo de incendio que el de lluvias para limpiarlo. Las labores se están realizando desde la zona de Ciudad Jardín hasta el puente de Armiñán, aunque río arriba la vegetación es aún más espesa y precisa de una intervención.

No pocos ciudadanos han comparado el cauce del río Guadalmedina con una prolongación del Jardín Botánico debido a la acumulación de todo tipo de vegetación, árboles y matojos. Una situación que reduce la capacidad del cauce para casos de fuertes lluvias ya que resta fluidez del agua al encontrase con tantos obstáculos a su paso.

También se ha advertido en más de una ocasión que las salidas de los colectores pluviales soterrados de los distintos arroyos que concurren en el río se veían obstaculizados por basuras, árboles y matorrales dificultando que los mismos evacuaran con facilidad el agua al cauce. Además de suponer un riesgo, la falta de desbroce ha dado lugar a una mala imagen del río al ofrecer un aspecto de abandono debido a la ausencia de estas intervenciones. Como es de sobra conocido, el desbroce de los cauces urbanos ha enfrentado durante los últimos años al Ayuntamiento y a la Junta hasta que una sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía estableció en 2015 que al Gobierno andaluz le corresponde la conservación y adecuación de los arroyos del término municipal de Málaga, conforme a las competencias que tiene atribuidas, y el Consistorio de la capital debe encargarse de lo relativo a la retirada de los residuos sólidos arrojados a estos cauces. En todos estos años, el Ayuntamiento viene limpiando de los cauces de los ríos y arroyos los residuos urbanos, y en ocasiones también lo ha hecho de vegetación, ante el riesgo de que ésta bloqueara los puentes y embovedados en caso de fuertes lluvias.

Bancos: «No hay piedad para los transeúntes»

Los bancos en esta ciudad se cotizan como el oro. No las entidades bancarias, sino los bancos donde pararse a descansar. No parece que existan muchos por las peticiones ciudadanas que recibimos, que son frecuentes, y da la impresión de que escasean. Juan Azuaga reclama al Ayuntamiento que instale bancos en la Alameda de Capuchinos. Según expone este vecino, son muchas las personas mayores de edad en aquella zona que echan de menos unos bancos donde sentarse. Argumenta que la Alameda de Capuchinos es suficientemente ancha como para poder instalar a lo largo de la avenida unos bancos como dice hay colocados en otras zonas de la ciudad, algunas de ellas próximas a aquel punto, como son los casos de Olletas o la propia plaza de Capuchinos. «Esperemos que el Ayuntamiento tenga en cuenta nuestra petición, pues esos bancos nos permitirían descansar en nuestros trayectos por la amplia avenida, donde más de un vecino ha sufrido las consecuencias de no tener donde sentarse y tomar un respiro».

Otro ciudadano, Carlos, se muestra enfadado por la supresión momentánea de algunos bancos como los que este fin de semana fueron anulados debido a la instalación de unas carpas en Alcazabilla. «No hay piedad con los transeúntes», dice de forma contundente. «Encima de que no hay muchos bancos donde elegir para sentarnos, los pocos que hay los anulan y nos dejan a muchas personas sin poder sentarnos», señala. «A las personas jubiladas nos dejan sin sitio, y a los transeúntes también. No tienen ninguna consideración con nosotros», se queja.

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