«Yo era consciente de que me estaba quemando, pero lo único que quería era sacarlo de allí»
Marc Planas es uno de los bomberos hospitalizados tras el rescate en Ciudad Jardín, donde fue el primero en cruzar la puerta blindada tras abrir un hueco por el que colarse
Juan Cano
Miércoles, 19 de abril 2017, 01:11
El aviso entró a las 7.55 horas. Salida en apoyo al parque de Martiricos por un incendio en vivienda con dos personas atrapadas. «Ahí ... empiezas a preocuparte. Con esa información sabíamos que los compañeros ya se encontraban allí, y que la situación se estaba complicando», explica Marc Plans (45 años, los últimos 18 como bombero en Málaga, actualmente destinado en el parque del Limonar). Él es uno de los dos bomberos que fueron hospitalizados (de los cuatro que resultaron heridos) tras participar en los rescates y la extinción del fuego que se desató el lunes en una de las torres de Ciudad Jardín, donde murió un hombre de 50 años.
Uno de esos compañeros de Martiricos ya había entrado en la vivienda donde se originaron las llamas, una octava planta del número 2 de la plaza de Ronda, para sacar a la madre del difunto, una mujer octogenaria, a la que evacuaron con ayuda de la escala. «Cuando llegué, nuestra actuación consistió en franquear la puerta blindada, que no conseguíamos abrir más de un palmo. Yo fui el primero en entrar, y vi que era el hombre el fallecido quien la bloqueaba, porque había caído sobre las bisagras y detrás tenía un mueble que impedía que lo moviéramos. En ese momento, uno siempre piensa que aún está consciente, y que algo se podrá hacer...», detalla Marc, que se centró en mover a la víctima para que pudieran acceder sus compañeros. «Ellos mismos me decían: ¿Tú sabes dónde te estás metiendo?. Tuve que ponerme en el salón, dentro del fuego, para empujarlo. Yo era consciente de que me estaba quemando, pero lo único que quería era sacarlo; aguanté, aguanté y aguanté hasta que mi cuerpo dijo: Basta», apostilla. Cuando logró apartar al hombre, le cayó parte del techo en la cabeza.
Salió unos segundos para recuperarse y, al poco, volvió para ayudar a sofocar las llamas del salón y la cocina. «Sabíamos que había que apagarlo cuanto antes, había compañeros atrapados en el piso de arriba», agrega. Pero el techo volvió a ceder, cayendo nuevamente sobre él. «Ahí ya quedé KO, completamente grogui. A mí me tuvieron que sacar mis compañeros, me dolía mucho la cabeza y la espalda». De allí salió en camilla y, tras un breve paso por el hospital, pudo recibir el alta sin ninguna lesión grave.
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