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Ignacio Lillo
Jueves, 23 de marzo 2017, 11:30
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Si han pasado por las calles estos dos últimos días seguramente los habrán escuchado, porque a su paso retumban, y es posible que incluso los hayan visto, aunque vuelan muy alto y rápido. Son seis cazas de las Fuerzas Aéreas que están sobrevolando Málaga, como parte de unas maniobras de entrenamiento militar.
Los F-18, a los que se ha unido un avión de transporte táctico CN-295, pertenecen al Ala-12 y participan en los ejercicios Eagle Eye, que han tenido lugar entre el miércoles y el jueves en el Mar de Alborán. En esta zona se ha habilitado una reserva de espacio aéreo para este fin, con un pasillo para que crucen los vuelos con origen o destino en Melilla, según informaron fuentes del aeropuerto.
Los ejercicios, que son programados y se realizan con periodicidad, tienen una de sus referencias en la Base Aérea de Málaga, donde los pilotos acuden a repostar, descansar y recibir instrucciones. Entre los ejercicios, según pudo saber este periódico, estaba el entrenamiento de una situación en la que uno de los participantes se queda «corto de combustible», lo que limita la autonomía en vuelo a sólo unos minutos. En ambas jornadas los aviones de combate regresaron para pasar la noche en su base madrileña de Torrejón de Ardoz, donde, según fuentes expertas, estos son capaces de llegar desde Málaga en apenas quince minutos.
Además de estos medios aéreos, las maniobras movilizaron a otras aeronaves procedentes de Zaragoza; una unidad de defensa antiaérea, con base en Cartagena; así como la fragata Blas de Lezo, y con el apoyo en tierra de la Legión, con base en Ronda, según informó el Ministerio de Defensa.
Los ejercicios aéreos de este tipo son habituales en el Mediterráneo. La situación más llamativa se produjo en septiembre de 2008 por la mañana, cuando dos aviones de combate de la base de Morón rebasaron la velocidad del sonido cuando volaban a unas 20 millas al sur de Marbella y a 40.000 pies de altura (unos 15 kilómetros, aproximadamente), lo que provocó un fortísimo estruendo en la capital. El estallido hizo retumbar las paredes y los cristales y saltar todas las alarmas en la población, por la incertidumbre inicial y el miedo a un atentado terrorista. Las líneas de los servicios de emergencias de la capital se colapsaron.
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