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El año pasado fueron asesinadas tres mujeres en Andalucía, ninguna de ellas en Málaga.
Cómo se le explica a un niño que papá ha matado a mamá

Cómo se le explica a un niño que papá ha matado a mamá

Andalucía impulsa un servicio pionero de atención a menores que se enfrentan al asesinato de sus madres a causa de la violencia de género

Ana Pérez-Bryan

Jueves, 9 de febrero 2017, 01:10

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Imposible encontrar una palabra en el diccionario capaz de ajustarse al sentimiento que invade a un niño que pasa por el trance de vivir el asesinato de una madre a manos de su padre o de la pareja de esta. Imposible encajar la fórmula de decir en caliente «mami no va a volver» y de hacer entender a un niño en toda su crudeza que las cosas de mayores que no las-cosas-normales han terminado por destruir su mundo inocente. Un mundo inocente además que en la mayoría de los casos lleva la pesada carga de una mochila de malos tratos en un hogar que se supone seguro para los más pequeños. Porque no es lo mismo contarle a un chaval que «mami ha tenido un accidente de tráfico y no va a volver» que admitirle que el largo rosario de sufrimiento que arrastra, a veces desde que nació, ha terminado con el asesinato de su madre. Doble condena.

«Es difícil afrontarlo, pero hay que hacerlo desde el respeto y siempre adaptado a su edad». Quien habla es Paola Fernández Zurbarán, psicóloga especializada en la gestión de este tipo de trances extremos, miembro de Acción Social por la Igualdad y coordinadora del Servicio de Apoyo Psicológico en Crisis para Hijas e Hijos de Mujeres Víctimas Mortales de Violencia de Género, que ayer se presentó en Málaga con el aval de ser un programa pionero en todo el territorio nacional porque trata precisamente de eso: de dar una atención «en caliente», gratuita, urgente y especializada, a los menores que se enfrentan al asesinato de su madre.

Por eso no es casualidad que el equipo de 54 psicólogos que se reparten por toda Andalucía, disponibles los 365 días del año las 24 horas y coordinados por Paola Fernández, estén especializados en catástrofes, género y menores. Porque qué es eso sino una catástrofe. Y como tal hay que actuar de inmediato, porque de eso entre otras cosas depende que el niño haga un duelo que le permita recuperar las riendas de una vida que a pesar de todo quedará marcada.

Un servicio en varias fases y en todos los frentes: familia, profesores o médicos

  • El nuevo servicio de la Junta de Andalucía a los hijos de las mujeres asesinadas se suma al programa que ya se puso en marcha en 2009 desde los IAM andaluces y que da atención psicológica especializada a las víctimas de la violencia de género (las mujeres y sus familias), con la diferencia de que en este último caso son las propias víctimas las que tienen que demandar el servicio.

  • En cambio, el programa que ahora se pone en marcha en todas las provincias andaluzas para los casos de asesinato se aplica de oficio y es «gratuito, inmediato y urgente». Así lo destacó ayer la delegada de Igualdad, Salud y Políticas Sociales, Ana Isabel González, quien presentó el programa acompañada por la directora del IAM en Málaga, Rosa del Mar Rodríguez.

  • Ambas avanzaron que, en esencia, el servicio integra a 54 psicólogos especializados en todo el territorio andaluz para que en caso de que se produzca un crimen «una pareja de profesionales pueda personarse en cualquier localidad en el plazo de las 12 horas». Una vez allí, la atención se presta en tres fases (a las 12 horas, a las 48 y a las 72) y no sólo al menor y su familia directa, sino también en su entorno próximo «para que entre toda la comunidad cercana le ayuden a que el duelo no se convierta en patológico», dijo Rodríguez. Es decir, los profesionales también dan asesoramiento a los profesores del niño, a los profesionales de su centro de salud (sobre todo a los pediatras) o a sus vecinos cercanos.

  • En este escenario, desde el IAM calculan que en cada una de estas intervenciones urgentes se puede prestar atención a un centenar de personas aproximadamente. «Así se pondrá el acento en recuperar la normalidad cotidiana y en ofrecer las pautas para realizar una acogida adecuada del menor en todos los ámbitos», destacó la directora del IAM, quien dejó sobre la mesa un último dato a modo de balance de 2016 en Málaga no hubo víctimas oficiales a causa de la violencia machista, pero en Andalucía hubo tres muertas. Y es en estos casos sobre los que desde ahora se actuará de una forma urgente e inmediata.

La medida del servicio, presentado ayer en Málaga e impulsado por la consejería de Igualdad, Salud y Políticas Sociales de la Junta de Andalucía a través del Instituto Andaluz de la Mujer (IAM), la da perfectamente la especialista cuando lo asimila con «una ambulancia psicológica que trata de estabilizar las emociones del menor cuando se produce el hecho». Que lo físico es importante, pero hay heridas más profundas que no se ven y que pueden estar sangrando toda la vida, sobre todo cuando se trata de niños.

En este complejo catálogo de atención inmediata al menor siempre en las doce horas posteriores al crimen hay que tener en cuenta muchos factores, desde la edad del niño a sus circunstancias familiares; si ha presenciado o no el crimen de su madre; o cuál es la capacidad de la familia para asumir esa pérdida. Por eso, para atender al niño en el caso de que no haya sido testigo de los hechos «siempre se busca a un familiar cercano que le de confianza y con el que tenga lazos afectivos para que le cuente qué es lo que ha ocurrido», avanza la psicóloga, cuyo equipo previamente se ha encargado de asesorar a ese miembro de la familia en la comunicación de la mala noticia. A pesar de que cada caso es un mundo, sí existen una serie de recomendaciones que manejan los especialistas en este tipo de casos extremos, como «evitar el paternalismo o engañar al niño diciéndole por ejemplo que mamá se ha ido de viaje». A cambio, es recomendable hacerle ver al niño «que no va a ver más a mamá», aunque es fundamental adaptar el mensaje a cada edad.

Por ejemplo un niño de cuatro años va a entender esta pérdida «a su medida, ya que a esas edades la muerte es algo reversible. En los niños pequeñitos también ocurre que pueden estar más preocupados por dónde van a cenar o a dormir esa noche en lugar de lo que ha sucedido», advierte Fernández. Por eso hay que ir aportando la información a medida que el menor la vaya pidiendo, y sobre todo en pequeñas dosis. «El niño normalmente te hace ver con su actitud hasta dónde quiere llegar, y eso hay que respetarlo», añade la psicóloga.

Por eso es tan importante el trabajo en paralelo con las familias, que además del golpe demoledor del asesinato tienen que asumir por una parte la atención al menor y por otra ese sentimiento de culpa que se genera en muchos casos porque no se han visto capaces de evitar ese desenlace. Aquí juega un papel fundamental el representante familiar, una figura imprescindible en las primeras horas de duelo «que suele estar más sereno» y a la que los psicólogos se dirigen y entrenan para que se haga cargo de la situación en los primeros momentos del duelo.

«Algunos piden ver el cuerpo»

Con ellos se trabaja, por ejemplo, en la montaña rusa de emociones que experimenta el menor, desde el estado de shock a la negación, la rabia o la impotencia. «Algunos niños incluso piden ver el cadáver de la madre porque no creen lo que ha ocurrido», sostiene la psicóloga, aunque en ese caso hay que valorar, por ejemplo, cómo ha sido el crimen y en qué estado está el cadáver de la madre. «Si lo pide hay que planteárselo, aunque en ocasiones hay que buscar alternativas porque a lo mejor la policía no permite verlo», añade. Lo mismo ocurre en el caso de que el menor quiera ir al tanatorio.

Ahora bien, ¿qué ocurre si además de todo esto el niño ha estado presente en el asesinato? En esos casos, la atención de urgencia por parte de los psicólogos se centra exclusivamente en el menor: «Si hay una desestabilización muy grande se intenta controlar para que el niño sea capaz de tomar las riendas de la situación, y sobre todo que salga del estado e shock», advierte Fernández, que también se refiere a esos otros menores «que tardan unos días en romper». «En estos casos es fundamental contar con un grupo de adultos que sean capaces de estabilizar la situación cuando se produzca», añade. Y que sean capaces de responder a las preguntas que poco a poco irán surgiendo. Aunque (casi) ninguna tenga respuesta...

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