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José Manuel Alday
Domingo, 22 de enero 2017, 12:50
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L a apertura del Museo de Málaga ha sido un acontecimiento que ha centrado la mirada en el Palacio de la Aduana y en sus alrededores. Ya hemos recogido en estas páginas algunos detalles que deberían mejorarse para que ese entorno urbano tan privilegiado luzca en su máximo esplendor. Detalles que van desde la rehabilitación de la fachada del Palacio de Villalcázar, sede de la Cámara Oficial de Comercio de Málaga, que en algunos puntos presenta desperfectos, a la necesidad de podar las enormes palmeras que se encuentran justo en la entrada principal del nuevo recinto museístico. Y es que todo es poco por tratar de darle aún más valor y brillo a ese enclave extraordinario que tanto atractivo tiene para los foráneos y, por supuesto, para los malagueños y los que aquí residen. Así que recogemos la observación realizada por un ciudadano, Jorge J. Saúco, al que le sorprendió negativamente lo que vio el otro día al pasar por la Travesía del Pintor Nogales, que como saben es una calle lateral al Palacio de la Aduana. «No sé si está sin acabar todavía la obra de la peatonización o es que es así (después de ver otros proyectos realizados por los ahora denominados vanguardistas), pero los laterales están sin pavimento y tienen como única terminación hormigón», dice. «Considero que no es de recibo que el Ayuntamiento haya dejado esta calle paralela a uno de los laterales del recién inaugurado Museo de la Aduana en esta situación tan precaria, a la vista de todo el turismo que tome esta calle para visitarlo», señala. «Además, en el muro paralelo han pintado sin adecentar unos boquetes que ya había anteriormente, limitándose a darle la pintura a los huecos, dándole un aspecto de quiero y no puedo. Después del dinero que se ha invertido en la rehabilitación de ese edificio, es totalmente anormal que no se cuide su entorno», concluye.
Efectivamente, como dice este ciudadano, la terminación de esa parte de la obra de peatonalización de la Travesía del Pintor Nogales ha sido cuestionada en más de una ocasión en estas mismas páginas. Y es que esa franja próxima al muro quedaba cubierta con una arena blanquecina que con el viento se levantaba y ensuciaba los bancos que hay allí situados y también a cualquiera que pasara por la zona. Así que se ve que esa arenilla polvorienta ha debido desaparecer con el tiempo y aquello ha quedado tal y como se aprecia en las fotografías que nos envía este lector, al que no le falta razón.
Nada que ver, por cierto, con la preciosa acera de piedra verde que existía en esa misma zona antes, y que además de bella era una de las más antiguas de la ciudad. Un pavimento que fue retirado cuando se iniciaron las obras de peatonalización de la calle y que, aunque algunos reclamaron que se colocara de nuevo, se encuentran almacenadas en algunas dependencias del Ayuntamiento.
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