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Dafne (a la derecha), junto a su familia
«Dafne es una niña normal, se nos olvida que fue tan prematura»

«Dafne es una niña normal, se nos olvida que fue tan prematura»

Una familia malagueña, cuya hija de ahoradiez años nació a las 31 semanas, explica cómo fue su experiencia

Amanda Salazar

Sábado, 10 de diciembre 2016, 00:36

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A sus diez años, Dafne Picatoste Szel es una niña que estudia 6º de Primaria en el colegio Santa Teresa de León de San Pedro de Alcántara. Es detallista, cariñosa y algo coqueta. Tiene una hermana menor, de seis años, Laura, a la que adora. Su historia puede parecer similar a la de otras chicas de su edad. Pero sus comienzos no fueron fáciles. Nació antes de tiempo, a las 31 semanas de embarazo, aunque ya amenazaba con querer llegar al mundo desde la semana 29, y con solo 1.560 gramos de peso y tuvo que agarrarse a la vida con todas sus fuerzas. Sus padres, Javier Picatoste y Tsilla Szel de origen húngaro aseguran que es una luchadora nata y recuerdan aquellas primeras semanas en la Unidad de Neonatos del Hospital Materno.

«A las 29 semanas de embarazo tuve una fisura en la bolsa y empecé a notar contracciones; me ingresaron para intentar retrasar el parto todo lo posible porque a esas alturas de gestación, cada día cuenta», recuerda Tsilla Szel. Desde Marbella, la pareja se trasladó de urgencia hasta el Hospital Materno por si había que reanimar a la niña.

Pese a todos los esfuerzos médicos por detener el parto, a los 14 días, Dafne no se hizo esperar más. En cuanto nació, tuvieron que ponerle ventilación, sensores para controlar su pulso, una sonda para alimentarle... Era el primer embarazo de la pareja y desde luego nunca se imaginaron la llegada de su primogénita de esa forma.

Dafne estuvo ingresada ocho días en la UCI, dentro de una incubadora y sin poder tener contacto directo con sus progenitores. «Lo que sentíamos no era miedo, era pánico; rezábamos para que sobreviviera», explica Javier. Le advirtieron que, en niños tan prematuros, padecen deformación facial, pero él recuerda la primera vez que vio a su hija como un momento inolvidable. «Impresiona verla entre tantos cables y tan pequeña pero a mí me pareció la cosa más bonita del mundo», dice, al tiempo que recuerda que incluso los médicos se sorprendieron de que la pequeña saliera adelante.

Los padres de Dafne señalan que el personal del Materno fue un gran apoyo. «Tras los primeros días, pasamos a la Unidad de Neonatos. Pudimos hacer el método canguro con la pequeña y estar todo el tiempo posible con ella, me sacaba leche para alimentarla, y los sanitarios nos ayudaron en todo; tuvimos que perder el miedo a cogerla, porque piensas que se te va a romper y tienes que saber cómo actuar si tenía un episodio de apnea, muy comunes en niños tan prematuros», señala Tsila. «Se olvidaba de respirar y veías que se ponía morada», dice Javier.

Atención temprana

Tras el hospital, durante dos semanas, tuvieron que seguir con una máquina en casa para controlar su respiración. Y sobre todo, había mucha incertidumbre. «Había riesgo de que tuviera problemas motrices, retraso en el lenguaje, en el aprendizaje el colegio, tenía más posibilidades de desarrollar un cáncer...», explica Javier. De hecho, a los dos meses y medio, con solo 2.500 gramos de peso tuvo que ser intervenida porque desarrolló un quiste en uno de sus ovarios.

Pero al margen de aquel episodio, poco a poco fue creciendo, ganando peso. «Era más pequeña de lo normal, pero a los seis meses, ya tenía un peso dentro de los percentiles normales», dice. Durante un año y medio, estuvieron acudiendo a un centro de atención temprana para que trabajase con un fisioterapeuta porque tenía cierta atrofia muscular y un logopeda. Dafne fue creciendo como una niña normal y hoy en día destaca en sus estudios y habla tres idiomas. «A veces se nos olvida que nació tan prematura», dice su madre.

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