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Juan Cano
Martes, 6 de septiembre 2016, 00:36
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Piso en Los Monteros, Bahía de Marbella. A 150 metros del mar, con acceso directo a la playa. Tres habitaciones, dos baños y dos plazas de aparcamiento por mil euros a la semana. «Le dije a mi mujer: Vaya chollo vamos a alquilar este año», confiesa Jaime, un economista madrileño que contactó con quien decía ser la propietaria, una tal Manuela. En realidad, una estafadora que le sacó los 950 euros que pagó como reserva por dos semanas de vacaciones.
Su caso es uno de los últimos que ha llegado al despacho del Grupo de Delitos Tecnológicos de la Policía Nacional, donde las denuncias se cuentan ya por decenas. El timo de moda este verano es el de los alquileres vacacionales. «Tenemos, de media, uno al día», confiesan los agentes, que alertan del «preocupante aumento» de ese tipo de delitos, que se perpetran de forma masiva desde el anonimato de Internet. El autor suele estar a miles de kilómetros de distancia. En países de Europa del Este o África.
La mecánica es sencilla. Los estafadores cuelgan anuncios en portales inmobiliarios como Fotocasa, Idealista, Enalquiler, Milanuncios... con imágenes de viviendas con inmejorables vistas para unas vacaciones de ensueño a un precio atractivo, aunque no llega a ser una ganga porque lo sospechosamente barato canta. Evitan las páginas de intermediación y con pasarelas de pago como mucho, usan falsos enlaces de Airbnb para dar más credibilidad al engaño, de manera que el arrendatario se pone en contacto directamente con el (supuesto) arrendador y la operación sólo deja el rastro de una transferencia a una cuenta que se esfuma en cuanto se ingresa el dinero. También ahí se han sofisticado. «Antes, pedían el pago a través de entidades de envío de dinero, como Western Union o MoneyGram, pero ahora ofrecen un número de cuenta abierta con documentación falsa en un banco español para dar más seriedad», explica el jefe de Delitos Tecnológicos. Para retirarlo, usan mulas que, en vez de droga, transportan euros. Su misión es sacar el dinero y mandarlo, ahora sí, a través de empresas de envío a los estafadores. «Su papel es clave, sin ellos no se comete el delito», advierten en comisaría. Suelen ser ciudadanos españoles, ajenos a la organización pero cómplices de la misma, que actúan a cambio de una comisión del 10%. «Algunos piensan que están haciendo algo legal, y hay quien ha venido a denunciar por sentirse engañado porque creían haber encontrado un trabajo por Internet; los usan para una o dos transferencias, y fuera».
Las fotos que utilizan de gancho pueden ser reales, robadas al anuncio del verdadero dueño, o sacadas del océano de Internet. «Hemos tenido casos que han acabado en dos denuncias, una de la víctima de la estafa en el alquiler y otra del propietario del piso ofertado; le hackearon su correo y publicaron el anuncio en varias web», revela el agente. Málaga, Marbella, Estepona, Torremolinos, Benalmádena, Fuengirola... «Es generalizado», advierte el policía, que ha atendido a afectados de multitud de países, «y no sólo a turistas que vienen aquí, también a malagueños que han viajado a otra provincia».
El arrendador es un particular que ofrece una dirección de correo y un teléfono. Al otro lado de la web, el interesado, atraído por la oportunidad, llama o envía un mail para recibir más información. Salvo casos puntuales, no suelen responder al móvil, pero sí lo hacen por WhatsApp. Si por casualidad el cliente vive cerca o tiene un familiar en la zona para ver el inmueble, usan una excusa infalible: está ocupado por otro inquilino. Y el trato hay que cerrarlo online, a la voz de ya, porque el apartamento, dicen, se lo quitan de las manos.
Cuando reciben el contrato firmado, bien redactado, las víctimas hacen la transferencia de una cantidad como reserva o la estancia completa (hay casos de hasta 3.150 euros) y no descubren el engaño hasta que se presentan en el apartamento cargados con sus maletas. A partir de ese momento, nadie responde al correo y el teléfono deja de dar señal. «Los portales colaboran con nosotros cuando les requerimos por algún correo o teléfono fraudulento», cuenta el jefe de Delitos Tecnológicos. El último mail por el que preguntó la policía figuraba en Milanuncios en 54 ofertas diferentes de alquileres vacacionales. Y las posibilidades de recuperar el dinero son prácticamente nulas. La IP del ordenador desde el que se había abierto la cuenta está en Sudáfrica.
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