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Francisco Jiménez
Jueves, 11 de agosto 2016, 00:31
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Ahora sí, Ayuntamiento de Málaga y Junta de Andalucía sí que van de la mano en la cruzada contra los mosquitos en el entorno del río Guadalhorce. Una coordinación que ya arrancó la semana pasada cuando los técnicos municipales pudieron intervenir en el paraje natural de la desembocadura, y que volvió a quedar ayer de manifiesto durante unos trabajos preventivos para evitar una nueva plaga. Como ya ocurriera a finales de julio, el temporal de Levante del pasado fin de semana volvió a crear una barrera de arena en la margen derecha de la desembocadura que en los últimos días ha taponado la salida al mar, generándose una enorme laguna de agua estancada que es el lugar propicio que elige para reproducirse el aedes caspius o mosquito de las marismas, de mayor tamaño y más agresivo que su hermano común y cuyas picaduras pueden provocar inflamación y reacciones cutáneas.
El retraso a la hora de actuar a finales de julio provocó que las larvas se convirtieran en adultos y se extendieran por todo el entorno del río, con especial incidencia en zonas residenciales de Guadalmar, Sacaba y Parque Litoral. Entonces, la barrera de arena fue desapareciendo por sí sola, pero en esta ocasión sí que se han hecho los deberes a tiempo sin tener que someterse a los tiempos que marca la burocracia. Durante toda la mañana de ayer, una máquina excavadora del Área de Playas estuvo trabajando en la retirada de la arena, previa autorización verbal de la Junta de Andalucía, que a su vez también informó de la actuación a la Demarcación de Costas.
Sin larvas
Unos trabajos que se acometieron después de que personal del servicio municipal de control de plagas y agentes de medio ambiente del paraje natural realizaran una inspección en la zona para comprobar que aún no había larvas en la balsa de agua y que la presencia de mosquitos en el entorno era la normal en esta época del año.
El servicio de Vigilancia Sanitario Animal del Ayuntamiento de Málaga obtuvo el pasado día 2 la autorización de los responsables del paraje natural de la desembocadura del Guadalhorce para actuar directamente en este entorno protegido con el fin de realizar el seguimiento y control de los mosquitos, además de recurrir al uso de larvicidas, en el caso de ser necesario. Hasta entonces, únicamente podía intervenir en el entorno y zonas urbanas.
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