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«No se trata de ser superhéroes, sino de estar preparado y actuar con cabeza»

Alberto Gómez

Martes, 9 de agosto 2016, 00:32

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Pese a que la mayoría de empresas de salvamento solicitan títulos certificados por organismos públicos, la regulación de las tareas de socorrismo continúa siendo una de las grandes asignaturas pendientes de los ayuntamientos españoles. «Ni siquiera está definido cada cuánto tramo de playa debe haber un vigilante», explica el gerente de Medios Acuáticos, Jesús Sánchez. Sin embargo, el trabajo que decenas de asociaciones y empresas desempeñan en los municipios costeros resulta fundamental. En 2015, según el Informe Nacional de Ahogamientos, el 77 por ciento de los fallecimientos se produjo en playas o piscinas que no disponían de socorristas o cuyo servicio no estaba activo en ese momento.

«En otros países es una profesión respetada, pero aquí la autoridad de los socorristas es bastante limitada; sólo así se explica que en una playa con bandera roja haya decenas de personas bañándose», explican desde la Federación Nacional de Salvamento, que con la campaña #StopAhogados trata desde hace años de concienciar sobre los peligros del mar y la necesidad de establecer una normativa única al respecto. Las playas de La Misericordia, en Málaga, y de La Carihuela, en Torremolinos, concentran buena parte de los accidentes que se producen en la Costa del Sol Occidental. Allí, en días de fuerte oleaje como ayer, queda patente que los bañistas suelen ignorar las indicaciones de los socorristas.

«Quienes realmente conocen el mar, como los surfistas, los pescadores o los deportistas náuticos, siempre advierten de lo traicionero que puede llegar a ser», afirma Sánchez, que lamenta los vacíos legales que padece la profesión: «Se ha extendido la idea, quizá por la imagen que han dado algunas películas o series de televisión, de que este oficio puede realizarlo cualquiera, que es el típico trabajo de verano sin complicaciones que permite sacarse un dinero extra, pero la realidad es que se trata de algo muy serio». La imprudencia de los bañistas que obvian las banderas rojas o las corrientes a menudo pone a los socorristas en una situación delicada: «No se trata de ser superhéroes y de rescatar sin ton ni son, sino de estar preparados, tener la formación suficiente y actuar con cabeza y calma».

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