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Alumnos que han llegado este martes noche a Málaga muestran su malestar.
El viaje de fin de curso del colegio Las Esclavas acaba en una odisea

El viaje de fin de curso del colegio Las Esclavas acaba en una odisea

Un grupo de 22 alumnos que tenía que haber regresado el lunes de Palma permanece aún en Barcelona, mientras que sus 67 compañeros de viaje llegaron ayer a Málaga

Juan Cano

Miércoles, 29 de junio 2016, 01:11

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Debía haber sido una escapada inolvidable, una estancia de siete días y seis noches en Magaluf (Mallorca) con los que han sido compañeros de instituto. «Al final, nos han arruinado el viaje de fin de curso», se lamenta Borja, uno de los 89 estudiantes malagueños, la mayoría del colegio Sagrado Corazón (Las Esclavas) de la capital, que han pasado una auténtica odisea para volver a casa con sus padres, que han vivido desde la distancia, preocupados, el periplo de sus hijos por aeropuertos y hoteles. De hecho, algunos todavía no han llegado a Málaga.

Un error en el viaje de regreso ha provocado una cadena de despropósitos que, según denuncian los padres, nadie ha sabido solucionar: el grupo se tuvo que repartir en cuatro vuelos, dos de los cuales hacían escala en Barcelona. Pero sólo uno de ellos llegó a tiempo para el trasbordo; el otro lo perdió por culpa de un nuevo retraso de Vueling motivado, al parecer, por la huelga de controladores aéreos en Francia. El último de los subgrupos, con 22 alumnos de Las Esclavas, se quedó tirado anoche en el aeropuerto de El Prat. «No vemos ningún vuelo con destino a Málaga en las pantallas, y tampoco hay monitores de Wäy (compañía con la que viajan)», comenta Claudia al aterrizar, mientras trata de animar a sus compañeros, algunos de los cuales, dice, «se han puesto a llorar» por la desesperación.

Todo empezó a torcerse el lunes por la mañana. El grupo, integrado por alumnos de segundo de Bachillerato, muchos de ellos menores (tienen 17 y 18 años), abandonó a las once de la mañana las habitaciones que habían venido ocupando en el hotel BCM. «Teóricamente, teníamos que haber salido de allí a las 14.30 horas para ir al aeropuerto, pero nos informaron de que nuestro vuelo iba con retraso y que debíamos quedarnos hasta las 19.15», explica Borja. Como no tenían contratada la pensión completa ese día, se tuvieron que «buscar la vida» para comer. «El trato fue muy malo, no nos querían dar ni agua», se queja el joven, que se muestra muy crítico con la organización.

A las ocho de la tarde, el grupo, en el que también iban alumnos de bachillerato de otros institutos (el viaje no lo gestionó Las Esclavas, sino los propios estudiantes), llegó al aeropuerto de Mallorca para coger el avión de Vueling que los llevaría de vuelta a Málaga. La expedición la encabezaba Lucía, una de las organizadoras del viaje. «Nos dirigimos al mostrador de facturación. Cuando me tocó el turno, le enseñé el DNI al hombre y me dijo que yo no estaba en la lista. Le pedí el carné a una amiga que venía detrás a ver si ella aparecía, y tampoco. Después de probar con dos o tres, los saqué a todos de la cola y fuimos a la ventanilla de Vueling», relata Lucía, que por culpa del retraso ha perdido un vuelo a Inglaterra con sus padres para asistir a la graduación de su hermana mayor. «Al otro alumno que organizó el viaje le ha pasado algo parecido: salía hoy por ayer con su familia a Marruecos».

En el mostrador de la compañía aérea este periódico llamó por teléfono y envió un correo electrónico a Vueling para conocer su versión, sin obtener respuesta les informaron de que sus nombres no aparecían en la reserva. «Entonces, llamamos a nuestros monitores de Barceló, les contamos lo que había pasado y vinieron rápidamente», dice Lucía. El grupo había contratado la semana en régimen de todo incluido por 590 euros con Wäy, una filial de Viajes Barceló. Al hacer el viaje por su cuenta, disponían, dentro del precio, de unos monitores que debían acompañarlos en los traslados y permanecer tres horas al día en el hotel a su disposición, «pero sólo los veíamos bebiendo en la piscina o en la discoteca», apostilla Claudia, que coincide con Borja: «No los hemos visto en ningún momento, sólo al llegar y al irnos».

Uno de los 70 monitores que Wäy tiene repartidos por la isla, y que estuvo con el grupo de estudiantes, sostiene que estuvieron acompañados en todo momento y responsabiliza del problema en el avión de regreso a la compañía Vueling. «Nos dijeron que había sido un error y que, en vez de tener el vuelo a Málaga el 27, habían repartido el grupo entre el 26 y el 28. Lo que hicimos fue conseguirles traslado y hotel, nos hemos hecho cargo de la manutención y el alojamiento y hemos reclamado a la aerolínea que les proporcione un vuelo lo antes posible», detalla.

En distintos hoteles

Numerosos padres presentaron anoche, acompañados de sus hijos, una reclamación colectiva en el mostrador de Vueling. Belén Villa, madre de uno de los alumnos, acusa a las compañías de pasarse el balón unas a otras. «La agencia ha mandado un correo a los padres donde dicen que por problemas de tráfico aéreo tuvieron que alojarlos en hoteles», se queja la progenitora, que añade: «El vuelo del lunes por la noche no se canceló, pero a ellos no los subieron a bordo». El grupo permaneció desde las ocho de la tarde «atrapado» en el aeropuerto de Palma y a medianoche los trasladaron a dos hoteles en El Arenal y Magaluf, donde pasaron la noche.

Lejos de regresar juntos, como tenían previsto, los dividieron en cuatro grupos. Los dos primeros, con aproximadamente una decena de estudiantes, viajaron a primera hora de ayer. «A los que hicieron escala esta mañana en Barcelona aún no les han mandado las maletas a Málaga», apunta Claudia por whatsapp desde el aeropuerto de El Prat. El tercero, en el que iban 57 alumnos que pudieron subirse un vuelo directo desde Palma, aterrizó a las 20.15, después de varios retrasos. El último grupo, el de Claudia, sigue en Barcelona, donde aterrizó a las 20.30 horas, también con retraso, lo que les hizo perder el vuelo a Málaga. «Al parecer, les van a proporcionar hotel con desayuno y comida», comentaba anoche uno de los padres. Les han ofrecido regresar en tren hoy por la mañana, «pero no nos garantizaban ir juntos, así que lo hemos rechazado», apostilla Claudia. «Nos han asegurado que nuestro avión sale mañana a las 18.30. Después de todo lo que hemos pasado, hasta que lo veamos, no lo vamos a creer».

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