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Ángel Sastre, ayer durante su charla en la Universidad de Málaga. :: nuria faz
Ángel Sastre: «Europa es una  burbuja, no es el mundo real»

Ángel Sastre: «Europa es una burbuja, no es el mundo real»

El periodista secuestrado en Siria junto a dos compañeros relata su historia «sin tapujos» en la Facultad de Ciencias de la Comunicación de Málaga

JAVIER PACHÓN

Sábado, 28 de mayo 2016, 00:42

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Ángel Sastre y sus compañeros Antonio Pampliega y José Manuel López fueron liberados el pasado 8 de mayo tras estar secuestrados por el Frente Al-Nusra, filial de Al-Qaeda en Siria, durante casi diez meses en ese país. Sastre (Badajoz, 1981) decidió dedicar una mañana en forma de conferencia a los alumnos de Ciencias de la Comunicación de la Universidad de Málaga. La razón está en un vídeo de apoyo que los alumnos de tercero de Periodismo realizaron con su profesora Rocío Monedero, amiga del secuestrado. Ayer Sastre transmitió sus conocimientos y contó su historia «sin tapujos», condicionante que exigió a los casi 200 asistentes para poder hacerle preguntas. Pese al estado de estrés y ansiedad en el que reconoció encontrarse aún, no dudó en transmitir que regresará a Siria: «Probablemente volveré, aunque ahora mismo es imposible, cuando recupere los equipos que me han robado».

El periodista comenzó su intervención apelando a la interacción, pero el primer paso fue la proyección de una serie de videos recogidos por él durante sus coberturas y que se ha negado a vender: sangre, disparos, explosiones, mutilaciones y demás barbaries.

El freelance por 'La Razón', Cuatro y Onda Cero entre otros confesó estar mal tras su cautiverio: «No duermo desde hace quince días. En el cuerpo y en la mente te pasa factura». «No he regresado a mi vida ni en sueños», reconoció. El experto en América Latina y afincado en Buenos Aires ensalzó la labor del equipo del Gobierno por su profesionalidad y empeño en su salida: «Si no fuese de España, a ver qué habría pasado». Asimismo se mostró sorprendido por la acogida de su familia y por no haber «recibido la factura por el daño causado».

Al ser preguntado por los estudiantes y profesores por el tiempo en el que ha estado secuestrado, Sastre comentó con sencillez y serenidad detalles y anécdotas del periodo, que comenzó cuando una furgoneta se cruzó en su camino para cerrarles el paso y seis hombres bajaron de ella. «Nos pusieron una televisión y seguíamos las noticias por ahí», narró. Pese al rapto y los evidentes efectos, el Premio Larra de la Asociación de la Prensa de Madrid en 2010, definió a sus captores: «Personas como nosotros al fin y al cabo, pero no va a haber síndrome de Estocolmo. Son cabrones e hijos de puta, aunque me han tratado bien». Sastre confesó la variedad de pensamientos que se le pasaban por la cabeza cotidianamente: «Todos los días creía que podía morir. He llegado a pensar en cuánto tiempo tardarían en cortarme el cuello, en cuánto dolor podría aguantar. (...)Lo peor era cuando nos movían, no veíamos nada. Temíamos que nos vendieran a Daesh».

También hubo espacio para el lado profesional. Sastre relató las formas de moverse como periodista de guerra. «Unas veces entras con gente local, otras con guerrilleros, rebeldes. Necesitas un grupo armado que te proteja», explicó. En el caso concreto de su última entrada en Siria, tras la que sería secuestrado, el reportero se adentró a través de traficantes de armas y guías de cinco años que les conducían por las montañas. Aun tras esos diez meses de sufrimiento, Sastre esbozaba con rapidez que a él le «va la marcha, la aventura». «Gasto en las guerras lo que gano en América Latina», resumió después de ver sus carreras entre tiroteos o sus pasos tras las sábanas que le ocultaban de los militares del otro frente. Tras sus pasos por Siria y sus coberturas de América Latina, Ángel Sastre buscó dar un toque de atención a los futuros profesionales y a Occidente: «Europa es una burbuja, no es el mundo real. El bienestar que tenemos se está jodiendo».

Sobre el mundo del periodista en general y del freelance en concreto, Sastre fue franco: «Los medios no quieren hacerse cargo de un muerto». La desprotección y la precarización que afecta a los profesionales de la información se acentúa aún más en este sector. «Yo ni regalo ni vendo baratas mis piezas, no podemos tirarnos piedras. (...) Los medios se creen que esto vale lo mismo que cubrir los toros», espetó.

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