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Eleuterio Sánchez, El Lute, ayer junto a vecinas de Mangas Verdes. :: salvador salas
El Lute vuelve a Mangas Verdes

El Lute vuelve a Mangas Verdes

El que fue un famoso delincuente regresa más de 40 años después al barrio donde se ocultó de la Guardia Civil

ÁLVARO FRÍAS

Miércoles, 6 de abril 2016, 00:57

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málaga. «El Lute salta de nuevo a la actualidad. Cuando ya su figura había entrado en el campo de la leyenda, convirtiéndose en un mito, el escurridizo 'quinqui' hace acto de presencia en nuestra provincia». Son las palabras con las que arrancaba un artículo publicado en este periódico hace ya casi 44 años, solo unas horas después de que el entonces delincuente y fugitivo número uno del franquismo tuviese que salir huyendo de la casa en la que se ocultaba de la Guardia Civil en Mangas Verdes. Desde entonces no había vuelto a poner un pie en la zona, a la que regresó ayer, reencontrándose con los vecinos.

Lo hizo para descubrir uno de los 15 murales que la asociación de vecinos del barrio le ha dedicado. Antonio Martos, su presidente, explicó que en estos mosaicos se plasma la historia de Mangas Verdes, de la que Eleuterio Sánchez, El Lute, pasó a formar parte en julio de 1972.

A principios de este mes llegó a la barriada. Ya llevaba un año en Málaga, viviendo en la zona de Camino de Antequera, después de haberse fugado de la prisión del Puerto de Santa María. Estaba en busca y captura, siendo una de las personas más perseguidas por los agentes, que le seguían la pista por la ciudad.

Ayer no tardó en reconocer la casa en la que se había ocultado de las autoridades en Mangas Verdes. Contó que llegó a ella con dos tiros en el cuerpo, que había recibido en una de sus últimas huidas de la Guardia Civil: «Estaba cambiando divisas en un banco de la Estación de Cártama».

El Lute explicó que había elegido expresamente esta sucursal por encontrarse en una zona retirada, en la que pensaba que no le reconocerían. Se equivocó. El empleado de la entonces Caja Rural supo quien era y dio aviso a las autoridades, que acabaron perdiéndole en el intento de detenerle.

Acabó en Mangas Verdes, en una vivienda en la que estaban sus hijos y su hermana, entre otros familiares. «La casa está igual, pero el entorno del barrio ha cambiado muchísimo, todo aquello no estaba construido».

Eleuterio señalaba a lo alto de una pequeña loma, hoy repleta de viviendas, y que entonces era solo monte. «Desde allí vi como sacaban de la casa a las mujeres y a los niños con las manos en alto mientras les encañonaban con metralletas», relató emocionado El Lute, mientras decía que él y sus hermanos escaparon de la Guardia Civil saltando por los tejados de las casas de Mangas Verdes.

Ayer volvía andando tranquilamente por la calle. Explicaba a los que un día fueron sus vecinos que el hambre le condujo a un camino de delincuencia. De hecho, fue el robo de tres gallinas lo que le llevó a prisión por primera vez, aunque su mayor condena fue en 1965 por el atraco a una joyería madrileña que se saldó con la muerte de un vigilante de seguridad. Analfabeto, entre rejas aprendió a leer y escribir, para más tarde acabar sacándose la carrera de Derecho y hasta con el paso de los años, completamente reinsertado, ha llegado a publicar varios libros.

Se trata de una historia que algunos de los vecinos conocen bien. Una de ellos es Carmen Pino, una mujer de 86 años que recuerda que le servía en el bar que tenía con su marido en la zona: «Le recuerdo como un hombre educado, que robó para comer».

Él mismo relató una de las cosas más graciosas que le ocurrieron en el barrio. «Me disfrazaba para salir a la calle y pasar inadvertido, pero aquí todo el mundo sabía quién era», dijo ante los numerosos vecinos que le acompañaron ayer por las calles.

En su paseo, se paró de nuevo ante la casa en la que se había ocultado de las autoridades. Había regresado casi 44 años atrás. Un tiempo que aseguró que hubiera aprovechado de otra manera si hubiera tenido acceso a la educación desde pequeño: «Entonces seguramente no se hablaría del Lute, ese mote que me puso la policía, sino de don Eleuterio».

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