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Carlos Villagrasa, ayer en el Salón de los Espejos.
«Protegemos mucho al niño vulnerable y nos olvidamos del niño ciudadano»

«Protegemos mucho al niño vulnerable y nos olvidamos del niño ciudadano»

Carlos Villagrasa, presidente del Congreso Mundial de la Infancia. «Uno de los problemas de nuestra sociedad es el ‘adultocentrismo’», observa el especialista e impulsor de esta cita internacional que recala en Málaga

Ana Pérez-Bryan

Martes, 5 de abril 2016, 00:28

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Las diferencias entre el mundo desarrollado y ése otro al que aún le queda un largo camino por delante también son cosas de niños. El acoso escolar, las nuevas tecnologías o la salud y el consumo, de un lado; y la exclusión, la violencia o la expulsión de los territorios, de otra, son las dos caras de la misma moneda. Ambas son el centro del debate en el Congreso Mundial por los Derechos de la Infancia y la Adolescencia, que impulsa desde 2003 el profesor titular de Derecho Civil de la Universidad Autónoma de Barcelona, Carlos Villagrasa, y que se celebrará en noviembre en Asunción (Paraguay). Pero antes, en Málaga, se sentarán las bases de esta convocatoria en un precongreso que tendrá lugar en el Palacio de Ferias y Congresos los próximos 21 y 22 de abril.

¿Qué peso específico tienen las conclusiones de un congreso que se presenta como independiente en los organismos internacionales?

Es que la independencia es nuestra fuerza, y siempre la hemos querido conservar muy bien, que no sea el congreso de Unicef ni de ningún otro organismo. El problema que tenemos es que si esto lo organiza un país o una organización se tiende a decir «nosotros estamos muy bien», es decir, siempre se tira hacia su terreno. De esta forma no, yo soy profesor universitario y para mí era importante no pertenecer a ningún partido ni ninguna administración. Nuestra voz es únicamente la de los niños, niñas y adolescentes, y eso se tiene muy en cuenta en los organismos internacionales. Tanto es así que el Comité de los Derechos del Niño, que está formado por 18 profesionales independientes, salió por primera vez en su historia de Ginebra para participar en el último congreso mundial, que fue en México. Aquello fue un aval importantísimo para nosotros y contribuyó a calibrar qué es lo que está funcionando y qué no cuando hablamos de los niños.

¿Y qué es lo que no funciona?

Hemos evolucionado mucho. Lo bonito de estos congresos es que vemos cómo vamos avanzando con el paso de los años en el ámbito de los derechos de los niños. Por ejemplo yo recuerdo en el año 2003 que estábamos muy preocupados con el tema de la televisión infantil. Hoy el fenómeno se ha superado y estamos metidos de lleno en cómo consumen los niños Internet. Los niños tienen otra forma de comunicarse después de trece años y su sensibilidad frente al mundo también ha cambiado.

En temas como la pobreza y la exclusión no hemos avanzado tanto.

Eso siempre está ahí. Y también la violencia en todo su contexto y en sus nuevas formas, como la institucional o la legal. Es curioso ver cómo una ley, una institución o una administración de justicia pueden vulnerar los derechos infantiles. Y también están la violencia escolar o la que se da en el ámbito familiar; y no sólo la violencia hacia los niños, sino la que ejercen ellos mismos.

¿Se hablará de cómo está tratando Europa a los niños refugiados?

Piense que los temas que se van a tratar son los que los niños han definido como los más importantes, por eso estoy convencido de que en este precongreso se abordará este asunto. Así ocurrió, por ejemplo, en la convocatoria que tuvo lugar en México, donde se analizó el problema de las migraciones en esta zona del mundo, con un alto nivel de feminicidios y niños que son objeto de trata, que pierden la vida, que mendigan o que son prostituidos.

Igual que aquí con los refugiados...

Claro. De hecho en aquella ocasión se hizo referencia al fenómeno África-España y cómo llegan las pateras a nuestro territorio. Nosotros también tenemos esos menores extranjeros no acompañados y problemas similares, y fueron los propios niños los que se dieron cuenta de eso y los que pusieron el tema encima de la mesa.

Llama la atención esa presencia del niño en el congreso como sujeto activo. Normalmente siempre se habla de ellos, no con ellos...

Es que uno de los principales problemas que tenemos es el del adultocentrismo. La sociedad actual trabaja por los niños pero sin los niños. Nosotros interpretamos qué es lo mejor para ellos, pero pensando en nuestros hijos y en los de nuestro entorno, y nos olvidamos de los otros siempre. Los niños de los pueblos originarios, los indígenas, los que tienen problemas de salud mental o los que viven en la calle... ellos parece que no forman parte de esto, que nos molestan. Por eso es tan importante que los niños participen en la sociedad. Es cierto que a día de hoy es una intervención simbólica, por eso deberíamos planteárnoslo: ¿por qué no dejar que los niños formen parte de la política? La política en sí no es mala, pero la buena política es lo que necesitamos y eso se ganaría con la incorporación de niños.

Sólo escucho hablar de derechos, ¿y las obligaciones, sobre todo en las sociedades occidentales?

Es que las obligaciones se aprenden ejerciendo bien los derechos. Si les dejamos ejercerlos verán que hay límites, y que estos empiezan donde comienzan los derechos de los demás.

¿Cuáles son los problemas que afrontan estos niños occidentales?

Precisamente el reconocimiento de sus derechos como sujeto activo. Protegemos mucho a los niños en situaciones vulnerables y nos hemos olvidado del niño como ciudadano. Ahí necesitamos un cambio, no ser tan asistencialistas sino asumir que ellos tienen voz y que pueden decidir sobre ellos mismos; así aprenderán a resolver sus propios conflictos.

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