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Federico Romero, con la Medalla de Oro de la Ciudad, recibe el aplauso del alcalde en la entrega de la distinción.
Honores para «un ser excepcional»

Honores para «un ser excepcional»

La emoción marca el homenaje del Ayuntamiento a Federico Romero, su secretario durante tres décadas

Ana Pérez-Bryan

Sábado, 6 de febrero 2016, 00:46

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Solemnidad y emoción son términos compatibles cuando al otro lado hay más que un homenajeado: un amigo, un compañero y un «ser excepcional». Cualidades todas ellas y muchas más que fueron destacadas ayer en el transcurso del reconocimiento a Federico Romero, que fuera secretario del Ayuntamiento de Málaga durante más de tres décadas y pilar indiscutible de la función pública municipal. De ésas que a veces no salta a los titulares pero que resulta imprescindible para que todo funcione en la casa común. Por eso el salón de plenos del Ayuntamiento de Málaga dejó ayer a un lado el debate e incluso el encontronazo de los últimos meses para premiar de forma unánime la labor del que todos consideraron uno de los suyos.

Bien es verdad que el acto solemne contó con las sonadas ausencias de los concejales de Málaga Ahora (Podemos) y Málaga para la Gente-IU además de algunas en las filas de Ciudadanos, PSOE y PP pero el calor que recibió Romero desde la bancada política y, sobre todo, desde la atestada tribuna de público imprimió al acto un sabor irrepetible. Entre ellos, la amplia y orgullosa familia de ocho hijos y 22 nietos que ha construido con su mujer Yolanda, a quien el homenajeado agradeció su condición de «ancla, acicate y apoyo».

Distinguido con la Medalla de Oro de la Ciudad y el título de Hijo Adoptivo, el antiguo secretario del Ayuntamiento comparecía ante su familia y amigos agradeciendo no sólo el homenaje, sino las múltiples adhesiones que ha ido recibiendo su expediente, cuyo instructor, Venancio Gutiérrez Colomina tomó el relevo a Romero como secretario una vez que se jubiló.

A su maestro y amigo lo definió Gutiérrez Colomina como un «ser excepcional», orgulloso cabeza de una familia «religiosa, unida y altruista» y «hombre comprometido con la causa social». Y todo desde la inquebrantable trinchera de la función pública, una labor que fue reivindicada por todos los que tomaron la palabra. Entre ellos Gonzalo Sichar, de Ciudadanos «hacen falta más referentes como don Federico», dijo; María Gámez, del PSOE «celebro que se haya roto el hechizo perverso de que nadie es profeta en su tierra», Mario Cortés, del PP «él ha sido el garante del éxito de los grandes proyectos de ciudad» y el propio alcalde, Francisco de la Torre, que destacó los «principios éticos» del premiado y recordó las primeras colaboraciones de ambos en la década de los 70. La gratitud le llegaba a Romero también de parte de otros exalcaldes de Málaga como Celia Villalobos, que le envió una carta para que fuera leída en el pleno, o Luis Merino, que lo arropó con su presencia. Una vez más se recordó al fallecido Pedro Aparicio.

De Tetuán a Málaga

A todos respondió con sus palabras Federico Romero, que logró que la emoción llegase a todo lo alto en su turno de palabra. El premiado recordó su «infancia alegre» en Málaga, en la calle Comedias, a la que llegó al poco de haber nacido en Tetuán: «Si hubiera nacido dos meses después lo habría hecho en Málaga, y hoy no sería Hijo Adoptivo, sino Predilecto», bromeó. De aquellos años, compartió con el público sus partidos de fútbol «con pelotas hechas de trapos y medias de desecho» pero que sabían al «inalcanzable» balón de reglamento.

El paso de los años no hizo más que forjar el compromiso y el amor del homenajeado por Málaga, hasta el punto de que la ciudad es, para él, «no el lugar donde me ha tocado vivir, sino el destino incuestionable y constantemente elegido». Si los vínculos con la tierra que lo vio crecer han sido pilares sobre los que construir lo sentimental y lo familiar, el compromiso con la función pública fue el secretario de primera categoría de Administración Local más joven de España ha completado desde lo profesional su perfil de hombre entregado a la causa municipal. Y a ésta le dedicó Romero una parte importante de su discurso: «La función pública es apasionante cuando se ejerce desde la propia neutralidad», dijo, no sin antes reconocer que «el ejercicio no siempre ha sido fácil» por la complejidad que representa «llegar a acuerdos». Muchos han sido los que él ha impulsado desde ese ejercicio objetivo de su trabajo. Y ayer volvió a conseguirlo. Aunque esta vez con el sabor solemne y emocionante del que premia a un amigo.

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