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Gonzalo Claros, en el edificio de Bioinnovación del Parque Tecnológico.
Gonzalo Claros Díaz: «Sin ordenador no entenderíamos todo lo que pasa en una célula»

Gonzalo Claros Díaz: «Sin ordenador no entenderíamos todo lo que pasa en una célula»

Tras elaborar una base de datos pionera para el descifrado genético del lenguado, este doctor en Ciencias y biólogo molecular reivindica el papel clave de la bioinformática

J. J. Buiza

Lunes, 30 de noviembre 2015, 00:53

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Gonzalo Claros ya desde el instituto quería estudiar biología, aunque seguramente en su juventud nunca imaginó que su profesión le iba a llevar a estar más tiempo delante de la pantalla del ordenador que mirando por el microscopio. Este malagueño, doctor en Ciencias y biólogo molecular, que estudió en la Universidad Autónoma de Madrid y en el laboratorio de genética de la prestigiosa Escuela Normal Superior de París, ha enfocado su carrera en los últimos años hacia una especialidad, la bioinformática, que es clave para comprender toda la enorme cantidad de información genética que se obtiene hoy en día mediante la tecnología.

Gracias a su dominio de estas técnicas, acaba de participar en un proyecto europeo de investigación para avanzar en el descifrado genético del lenguado, con la vista puesta en mejorar la producción en cautividad de esta especie. «Gracias a la evolución, o más bien la revolución de la tecnología, podemos ver lo que le pasa a una célula no mirando un gen, sino todos a la vez. Pero hace falta un ordenador para entenderlo, porque si no, no hay cerebro humano que se entere», explica este investigador de 52 años, que lleva desde 1995 vinculado a la Universidad de Málaga, donde es profesor titular desde 2000.

Gonzalo Claros divide su tiempo entre la Facultad de Ciencias y el Edificio de Bioinnovación del PTA, que alberga el tercer supercomputador más potente de España. Es allí fundamentalmente donde se encarga de descifrar e interpretar las ingentes cantidades de datos que le proporcionan otros investigadores y que él pasa por el filtro de la bioinformática para arrojar luz y saber qué hacer con ello. «Dándole a la rueda del ordenador de una manera sensata puedes acabar desenmarañando un follón de datos en los que uno se perdería, y sacar ideas claras, incluso cosas que no se esperan», apunta.

En el caso del proyecto sobre el lenguado, en el que también han participado las universidades de Cádiz y de Barcelona, la Junta e instituciones de Francia, Bélgica y Portugal, se ha encargado de la elaboración de una base de datos pionera para obtener el transcriptoma -el conjunto de secuencias que codifican las proteínas de las células- más completo posible de la especie.El siguiente paso será la primera secuenciación del genoma de este pez.

Situación de los caladeros

El detonante de la investigación es la situación de los caladeros de lenguado común y lenguado senegalés, ambos de mucha importancia económica debido a la calidad de su carne. En los últimos tiempos se han visto sometidos a una gran explotación que pone en peligro su procreación natural.

Para una producción más sostenible, era necesario mejorar las condiciones de su cultivo en piscifactorías, algo complejo porque, como el resto de peces planos, son capaces de cambiar de sexo a causa de factores que aún no están totalmente controlados.

El trabajo, que pone a disposición de la comunidad científica herramientas genómicas muy valiosas, ha servido también para identificar nuevos marcadores moleculares que ayudarían, por ejemplo, a seleccionar lenguados que produzcan más masa comestible en menos tiempo. Gonzalo Claros señala que queda mucho por hacer en el estudio genético de los peces, a quienes, junto con las plantas, coloca en «esa colección de olvidados de la ciencia», más centrada en la investigación del hombre.

Por otro lado, colabora en otras investigaciones que requieren de la bioinformática para interpretar mejor los resultados. Una de ellas, que coordina la Estación Experimental del Zaidín de Granada (dependiente del CSIC), profundiza en la alergia del polen de olivo: «Estamos haciendo una aproximación bioinformática para tratar de localizar esos nuevos alérgenos que todavía no se conocen».

Otra, en la que trabaja con la Universidad Politécnica de Madrid, indaga en el misterio de ciertos hongos que atacan a los castaños y por qué en algunos casos el árbol sobrevive, mientras que en otros muere por la infección.

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