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Carmona, en el centro, con los premiados; Farruquito, Juan de Dios Ramírez Heredia, Juana Arribas, El Chule y Fernando Muñoz.
El orgullo de ser gitano

El orgullo de ser gitano

A Juana por ser la gitana «más antigua», a Fernando por su equipo de fútbol y a Juan de Dios por su trayectoria. Así son los premiados de 2015

Ana Pérez-Bryan

Martes, 24 de noviembre 2015, 11:09

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Juana lleva ya rato sentada en la primera fila del Auditorio Edgar Neville. A pesar del retraso de la gala en la que la van a reconocer como una gitana de referencia en su barrio, La Palma, todo a su alrededor es una fiesta. Los minutos no pesan; pasan entre compases improvisados. Lleva su pañuelo de lunares y corales en las orejas, y se toma su tiempo para hacer la suma de hijos y nietos. «Hijos tengo ocho. Nietos ya no lo sé», dice sin ganas de protagonismo esta matriarca de 73 años. «¡Que tienes 45!», le dice una de sus hijas desde el asiento de atrás después de echar unas buenas cuentas. Juana Arribas, a la que todos conocen como la Tía Cubana, asiente, responde «¡es verdad, y todos vienen a mi casa!» y añade que está «muy contenta», entre otras razones porque ayer compartió escenario con su hijo Jesús Rodríguez Arribas, El Chule, premiado también en el Día del Gitano Andaluz con el galardón Gitano Malagueño 2015. A ella la premian dice por ser la «gitana más antigua que queda», y a su hijo por su labor al frente de la Casa de la Buena Vida y del Banco Güeno le han abierto un hueco en la gran foto de familia. «Estoy súper orgulloso; da alegría ver que el trabajo se va viendo y que todo esto no ha sido en vano», celebra El Chule, un líder vecinal con el que todos quieren hacerse una foto.

En la otra, la de los premiados, también ocupa un puesto de privilegio su vecino, Fernando Muñoz. Él no es gitano, pero sí nacido en La Palmilla: allí tiene un bar desde hace años, que compatibiliza con la presidencia del Club de Fútbol 26 de Febrero. «Soy el presidente, pero añade también que hago de utillero y de todo... vaya, de lo que encarte», aclara entre risas a la hora de definir su trabajo con chavales gitanos de entre 4 y 18 años.

Muchos de ellos están entre el público. De hecho, el Auditorio Edgar Neville de la Diputación se quedó pequeño para la gran fiesta del orgullo gitano. Ya por la mañana, representantes políticos y de la Hermandad Gitana de Andalucía la impulsora de la tercera edición de estos galardones habían leído un manifiesto en las escalinatas del Ayuntamiento para reivindicar sus derechos y subrayar «su aportación a la sociedad», pero el acto de entrega de por la tarde se convirtió en una gran fiesta. Había razones para hacerlo; en parte porque con ella reconocían la labor de los suyos en un escenario que no es el habitual. También de otros que no son gitanos pero que con su trabajo «contribuyen a promocionar la solidaridad y el bienestar social». Así lo explicó el secretario general de la Hermandad Gitana de Málaga, Guillermo Carmona, a la hora de justificar el premio al actor malagueño Antonio Banderas, que por problemas de agenda no pudo estar en la gala.

Premio a Farruquito

No faltó, sin embargo, el bailaor Juan Manuel Fernández Montoya Farruquito, galardonado por su promoción del arte y la cultura gitana. También en primera fila, y ovacionado por los suyos cuando se marcó un baile, el artista se felicitaba porque «los gitanos hemos aportado mucho a la cultura y hemos llevado nuestras tradiciones a todos los países del mundo, sobre todo a través de la música». Precisamente esta aportación al arte y a la cultura común fue uno de los principales motivos de reivindicación de la velada, ya que «las aportaciones del pueblo gitano a Andalucía, como el vestido típico, el vocabulario caló o el arte flamenco, son muchas y se encuentran en la base misma de la idiosincracia andaluza», en palabras de Carmona, que añadió que la región cuenta a día de hoy con una población aproximada de 600.000 gitanos, con Sevilla y Málaga como principales ciudades de residencia.

El respeto por los mayores, el concepto de gran familia o la «importancia de la mujer en nuestra sociedad» fueron otros argumentos de peso a favor de los gitanos. Los destacaba solemne en su intervención Juan de Dios Ramírez Heredia, presidente de la Unión Romaní y premio a Toda una Trayectoria. Insistía sobre todo en el papel de la mujer como centro «de todo», ya que a pesar de que es un hecho que, por ejemplo, el acceso de la gitana a la Universidad es aún testimonial, «el secreto de que el gitano se sienta orgulloso de lo que es está en la mujer». Y añadía: «Tengo cinco hijos. Cuatro hijos y una hija. Y ella es médico». No en vano, la trayectoria de Ramírez Heredia también tiene un peso incontestable entre la comunidad gitana: nacido en 1942 en Puerto Real (Cádiz), estudió las carreras de Derecho y Periodismo (en esta última es doctor) y durante 23 años fue diputado y eurodiputado por el PSOE. Cuando recuerda esta etapa, el premiado suele compartir un detalle: «La Constitución del 78 también lleva mi firma, así que cuando me encuentro con un racista le recuerdo que eso lleva perfume gitano». También le invita, en ese caso, a que levante la mano si está seguro de «que nadie de sus antepasados dice, ni su abuela, ni su bisabuelo, ni nadie, lleva sangre gitana». Y concluye con orgullo: «Y ninguno de ellos, en todos estos años, ha levantado la mano».

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