Borrar
Rocío y Anabel, en uno de los pisos de los que dispone la asociación Nuevo Futuro.
Una gran familia malagueña con 43 hijos

Una gran familia malagueña con 43 hijos

Nuevo Futuro acoge en la provincia a un grupo de niños para ofrecerles un hogar

Alvaro Frías

Lunes, 30 de noviembre 2015, 01:08

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

La puerta de uno de los pisos de Nuevo Futuro se vuelve a abrir para ellas. Sin embargo, la situación que viven hoy en día Anabel y Rocío es muy diferente a la que tenían cuando cruzaron por primera vez ese mismo umbral. Lo atravesaron siendo solo unas niñas, buscando algo de luz tras difícil situación familiar que dejaban atrás. Ahora ya son mayores de edad y sus vidas han cambiado por completo.

Con la llegada del puente de diciembre vuelve a sonar con fuerza uno de los eventos más representativos de estas fechas, como es el Rastrillo solidario de Nuevo Futuro. Se trata de una actividad gracias a la cual la asociación consigue parte de su financiación, con la que ayuda actualmente a los 43 niños que viven en sus ocho pisos de acogida en la provincia.

noticia relacionada

Anabel y Rocío son dos de esos niños que han pasado por las instalaciones de la organización. Ellas son un ejemplo de por qué se organiza el Rastrillo y de lo que implica cada aportación que se hace a Nuevo Futuro.

Sentadas junto al equipo que les ha atendido durante años, comienzan a recordar su historia. Las dos diferentes, pero ambas les llevaron a acabar en el mismo lugar. Sonrientes, llama la atención la facilidad que tienen para contarla.

Rocío es la primera en tomar la palabra. Ella llegó a Nuevo Futuro cuando tenía 12 años: «Mis padres estaban separados y a esa edad tuve a mi primera hija. Estuve en la Ciudad de los Niños, pero al tener a la pequeña, lo que buscábamos era un hogar para nosotras».

El caso de Anabel es distinto, ella cumplió los siete años cuando solo llevaba unas semanas en el piso. «Antes no iba al colegio, mis hermanos y yo estábamos descuidados», explica esta joven, que ahora tiene 18 años.

Esa fue la primera vez que estuvo acogida por Nuevo Futuro. Como ella dice, su segunda etapa llegaría algo más tarde. Y es que abandonó la asociación para ir a vivir con su padre, quien debido al estallido de la burbuja inmobiliaria no encontraba trabajo en la obra de ninguna forma. «No podía mantenernos ni a mí ni a mis hermanos, pero quería que regresáramos con la organización por lo bien que nos habían tratado», apunta.

Comenzaba así una nueva etapa en sus vidas. No iba a ser sencilla, ya que debían acostumbrarse a una serie de normas que todos los niños tienen en los pisos de Nuevo Futuro. Las mismas que en cualquier hogar: lavarse los dientes, hacer la cama o cumplir con los deberes del colegio son algunas de ellas.

No fue fácil acostumbrarse a ello. «Antes de llegar a Nuevo Futuro hacía lo que quería. Mi vida era un desfase, por lo que de repente acatar las normas fue lo más complicado», insiste Rocío, que ahora tiene 32 años.

En cambio, Anabel cuenta que no le costó tanto. Ella era «muy pequeña» y estaba descubriendo un nuevo mundo en el que acababa de aterrizar: «Me divertía mucho en el piso, jugando con los otros niños, y también me gustaba ir al colegio. Por ejemplo, para mi hermano mayor fue diferente. Para él fue duro el cambio, porque llegaba de estar todo el día tirado en la calle».

Anabel recuerda con especial cariño la llegada de la época estival, en la que solían marcharse una semana de viaje, a otras provincias como Almería o Jaén. «Ahí es cuando teníamos más libertad y lo pasábamos muy bien», explica.

La diversión también se encontraba en la propia casa. En ella conviven una media de seis niños, que se encuentran a cargo de la asociación. Un roce diario en el que nace el juego y las bromas, pero también la complicidad. «Muchas veces nos cubríamos los unos a los otros para hacer alguna gamberrada, como ocurre en cualquier casa», señala Rocío.

Para ella, esa convivencia diaria, le ha regalado a una nueva hermana. «No es de sangre, pero como si lo fuera. De hecho, tengo más confianza y complicidad con ella que con los que lo son de verdad», sentencia.

Pero en ese día a día también se dan conflictos. Los habituales en cualquier hogar. La televisión, ver quien entra primero al baño o la hora de acostarse son algunos de los motivos de las disputas.

La añoranza de la familia también era inevitable en ocasiones. Pero en esos momentos de tristeza, como el niño que agobiado acude a sus padres, ellas recuerdan hacerlo con sus educadores. «Me he desahogado con ellos muchísimas veces, han sido muy importantes», indica Anabel.

Ellas han sentido ese calor que les han dado sus educadores y todo el personal de Nuevo Futuro. Cuando toca echar la vista atrás para ver la senda recorrida reconocen que si no llega a ser por ello no se encontrarían en el camino en el que están. «Hubiera acabado en la calle como una niñata», insiste Anabel.

Rocío asegura que no hubiera estudiado si no hubiese sido por la organización. Gracias a ella obtuvo la ESO e hizo un curso de cocina: «Ahora estoy trabajando y sigo con los estudios. Estoy haciendo bachiller y también algunos cursos de inglés».

Por su parte, Anabel está estudiando enfermería, carrera a la que ha llegado con unas notas espectaculares. No es algo habitual entre los chicos que han pasado por la asociación, ya que aunque casi todos suelen completar sus estudios básicos o hacer algunos cursos después, ella es la única que se ha aventurado en la universidad.

Lo ha conseguido a base de mucho esfuerzo, algo que, afirma, se lo han inculcado sus educadores. Es una dedicación que no ha perdido. «Estoy trabajando en una heladería por las tardes y fines de semana, pero me dejo tiempo para estudiar», asevera.

Su determinación es impresionante. Dice que todo lo que se ha propuesto lo ha conseguido y la carrera está en su punto de mira, al igual que sacarse el carné de conducir: «Quiero acabar los estudios y encontrar algo de lo mío».

Cuando se compara con las chicas de su edad, encuentra una diferencia abismal. Se ve más independiente que ellas, sabiéndose desenvolver mejor en la vida, algo que asegura ha logrado a través de las lecciones de sus educadores. Es lo que le han enseñado. Junto a la imagen de una joven sonriente en su perfil de una red social lo dice alto y claro: «Simplemente lucha por lo que te haga realmente feliz».

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios