Borrar
Abundancia de cartelería en un edificio del siglo XVIII en calle Granada.
Cuidar la imagen

Cuidar la imagen

Algunas fachadas de edificios no lucen con tanta cartelería y otros dejan ver ropa tendida

José Manuel Alday

Martes, 1 de septiembre 2015, 12:55

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

De un tiempo a esta parte Málaga está batiendo todos los récords en cuanto a llegada de turistas se refiere. La ciudad actual nada tiene que ver con aquella Málaga de hace unos años. Entonces la capital de la Costa del Sol no era atractiva para el visitante. No había museos de renombre y la ciudad en sí no tenía apenas nada que ofrecer. Ahora es bien diferente. Los turistas acuden masivamente ante el reclamo de los museos, pues Málaga se ha colocado en la senda del turismo cultural. También lo hacen atraídos por su gran oferta gastronómica, con un pujante negocio hostelero y, por supuesto, por el excelente clima que aquí disfrutamos. Un conjunto de factores que unidos hacen que Málaga se haya convertido en un destino muy atractivo y completo para el visitante. Y ahí radica la diferencia a años pasados. El turista ahora sabe que aquí tiene mucho que ver; que existen interesantes museos que se han abierto en los últimos años; que se trata de una ciudad hermosa, con muy buen clima, que tiene un centro ideal para dar un paseo y numerosos locales y restaurantes donde comer o tomar una copa.

Pero estando Málaga en la senda del turismo cultural en la que se ha posicionado, hay cosas que no cuadran. Como advierte un lector, Pedro Gómez, que envía la fotografía que acompaña este texto y afirma: «Una casa del siglo XVIII llena de carteles y señalética espantosa. Eso no ocurre en Francia ni en ningún otro país que se precie de ser un destino cultural», dice. Al respecto, otra ciudadana señala: «Este año he observado, aparte de la proliferación de alquileres de apartamentos clandestinos en el Centro, que es de preocupar, y las autoridades deben tomar parte en el asunto, también la falta de civismo y educación de ese turista que viene a nuestra ciudad a festejar no sé qué y a no cuidar el entorno, colgando toallas y colada en balcones de cerrajerías del siglo XIX, realizándose la manicura y pedicura en cierres hacia la calle por donde pasan viandantes o dejando basuras en escalones y escaparates». «Esto es una vergüenza y si no lo paramos nos estaremos lamentando cuando ya sea tarde, como ocurre en otras ciudades», dice. Y termina diciendo: «Cuidemos nuestra ciudad, que es un tesoro», concluye.

Es un tesoro y, efectivamente, hay que cuidar al detalle todo para conseguir que Málaga siga siendo un destino turístico privilegiado.

Hábito: Tono de voz muy elevado

Una de las cosas que más llama la atención a muchos de nuestro visitantes es el elevado tono de voz que empleamos en esta tierra para comunicarnos. Silvia Jiménez así lo advierte en un mensaje en el que señala que «es dificil muchas veces entenderte con las personas que tienes a tu lado si está en un establecimiento público, ya sea un bar o un comercio, porque te lo impide el elevado tono de voz con el que se expresa de forma habitual la gente que está a tu alrededor». «No por gritar más se hace uno entender mejor, pero parece que es una costumbre que en ocasiones resulta molesta».

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios